sábado, 13 de febrero de 2010

Mis Madres de la Danza

Este rinconcito lo quiero dedicar a esas mujeres que me hicieron nacer como bailarina. Tengo la suerte de haber tenido a mi lado mujeres maravillosas con talento y cariño, que cada una me ha aportado algo de su baile y personalidad para que crezca y aprenda.

Yo llevaba tiempo buscando una profesora de danza del vientre cuando una conocida me habló de Kayra, nombre artístico de Paula Álvarez (www.kayra-danza-oriental.com). Aún me acuerdo de la primera clase, llegué temprano con una amiga que también quería probar. Aún no había empezado la clase y Kayra estaba ensayando unos pasos delante del espejo. Tenía el pelo largo y moreno hasta la cintua, una falda estampada, y cuando se acercó al equipo de música para bajar la música se movía flotando, con una suavidad que mi cuerpo no conocía. Y cuando la ví bailando supe que este era mi baile, la que llevaba tanto tiempo buscando. De ella aprendería todos los movimientos de la danza, la mágia y la sensualidad de un cuerpo femenino. Tiene una técnica impresionante y es perfeccionista, en el buen sentido. No estaba contenta hasta que los movimientos salían perfectos, lo que nos dió a todas una buenísima base.

Cuando me quedé embarazada de mi hijo Adahy, sentía que necesitaba seguir en mi camino y buscar otra cosa que la danza me podía ofrecer. No quería más técninca ni coreografías, bailaba porque con la música y el movimiento bailaba también mi hijo dentro de mi vientre. A través del baile sentía que podía hablar con el y conocer mi cuerpo que pronto iba a dar a luz a un nuevo ser. Entonces conicí a Mor Abovah, una hada madrina que con sus manos mágicos y movimientos llenos de fuerza nos hicieron olvidar todo lo que habíamos aprendido y volver a buscar dentro de nosotros nuestro baile privado. Podía dar la clase de una hora y media, sólo improvisando, a veces con su marido tocando el tambor, otras veces con su hijo pequeño enganchado a su pecho. Aprendí a bailar. Mi cuerpo ya conocía el idioma para la danza del vientre, pero no sabía usarlo para contar una historia. Aprendí a hacer mis movimientos fluir con la música, improvisar, olvidar los miedos y los límites. Bailé todo mi embrazo, durante las contracciones de mi parto, y seguía bailando con mi recién nacido enganchado a mi pecho. De Mor aprendí muchas cosas, no sólo que la danza hay que sacarlo de adentro, si no también que los hijos forman parte de cada momento de nuestras vidas.

Después de un tiempo seguí mi camino en manos de Annalüna (http://sietelunasdanza.com/. Acababa de abrir su academia de danza oriental en Marbella llamado Siete Lunas. Tenía muchos proyectos y coreografías, y creó un grupo lleno de alegría y ilusión. Preparabamos actuaciónes en teatros, ferias, fiestas... y nos divertimos como nunca. Apredí la importancia de la puesta de escena, la unión del grupo, los elementos, bollywood, el vestuario.... Fue también ella quién me ayudó a dar el paso y empezar a dar clases de danza del vientre. Aún nos juntamos cuando hay algún espectáculo o actuación para prepar algo, y los ensayos son llenos de risas, niños y diversión.

Gracias a las tres por acompañarme en mi camino, enseñarme tantas cosas y hacerme disfrutar de la danza. Aparte de estas tres mujeres, he aprendido de todos los talleres con diferentes bailarinas, las actuaciones, mis propias alumnas que me enseñan cada día.... Sigo aprendiendo de todas las mujeres y bailarinas a mi alrededor, gracias!

domingo, 7 de febrero de 2010

Cuando el camino se llena de piedras

A veces todo fluye, la energía te envulve y te lleva hacía nuevas experiencias llenas de luz y amor. Otras veces te atropiezas con una piedra, te caes y no sabes cómo levantarte. Te preguntás qué ha ido mal, cómo te caiste, y por qué las alas te pesan y te obliga a quedarte en el suelo. ¿Por qué? Parece que has dado unos pasos hacía a trás, que tus esfuerzos no hacen efecto y que nada tiene sentido. A lo mejor no pasa nada concreto, simplemente nuestro estado de ánimo cambia y resaltan los problemas y las tristrezas del día a día.

Pero no es así. Tenemos que dar las gracias por las dificultades, porque sólo son indicadores de que algo está mal y nos presentan la oportunidad para cambiarlo. Es una oportunidad para crecer, ser sincera y auténtica consigo mismo, aprender y llegar a un nuevo estado en nuestras vidas.

Si nos cuesta ver lo que la vida nos quiere enseñar, y no nos despertamos, las dificultades se manifestarán de otra manera, no nos abandonarán. A través de los sueños, pesadillas, dificultades, enfermedades... Están ahí para ayudarnos, extendiéndonos su mano para que nos tiremos con ellos confiados. Todo tiene un porqué. Nada es inútil ni sin sentido. Y mis obstáculos son mis bendiciones.

"No pretendemos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supere la crisis, se supera a sí mismo sin quedar `superado`"
Albert Einstein

Si siempre seguimos envueltos en la misma felicidad, no podríamos avanzar. No veríamos las cosas que necesitamos cambiar para seguir creciendo, y a veces necesitamos un empujón fuerte para atrevernos a abrir los ojos. Algunas personas acceptan, y se dejan fluir, encontrándose con su sombra y sus problemas, confiados de que vienen por su bien. Aprenden y cambian su actual rumbo para poder crecer.
A otros les cuesta abrir los ojos, porque los cambios a menudo duelen. Pero el dolor debería ser nuestro amigo, simplemente un ayudante más para que podamos avanzar y salir de esta situación.

Hace poco todo parecía ir mejor que nunca y mi Yo se encontraba más fuerte y lleno de inspiración y vida. Las oportunidades se me presentaban una y otra vez, llenos de ilsiones y amor. De repente me caigo. Me atropiezo con mi sombra y esas cosas que le relegué hace mucho tiempo, pensando que enterrados no me podían dañar. Pensaba que lo había arreglado todo, de una manera menos dolorosa, pero más cobarde. Justo ahora volvían hacía mí, porque sabían que estaba lo suficientemente fuerte como para enfrentarles, aprender de ellos y salir adelante más sabia. Era el momento de abrir los ojos y unir los trozos de mi ser que había ido dejando sueltos por ahí. Dar ese paso que llevo tiempo dudando si era para mejor o peor. Ser sincera conmigo misma y el mundo externo. Convertir el miedo en amor y confianza. Agradecer las circunstancias y las personas que me acompañan. Agradecer las experiencias que he tenido para llegar a este momento, pero entender que la vida es un proceso dinámico lleno de cambios.
Las personas de tu vida están ahí por una razón muy especial, te encuentras con ellos porque tienen algo que enseñarte, y tú a ellos. Luego volverán a su camino, y tú deberías hacer lo mismo. Nunca nos separamos porque todos somos parte de un Todo inseparable.

Abre los ojos, accepta y recibe la verdad que tus dificultades te intentan transmitir. De las gracias y sal nueva, abierta y con brotes de vida nueva floreciendo en tu piel.