lunes, 30 de agosto de 2010

II Formación de Doulas en Málaga

Comparto con vosotros/as la programación de la II Formación de Doulas en Málaga, organizada por Susana Olalla y con, como podeis ver, unos exponentes extraordinarios. La primera formación que terminó en junio 2010, fue para mí una de las experiencias más bonitas y fructíferas que haya vivido jamás. Me hizo volver a nacer, como Sofía, mujer, madre y doula.




-SEMINARIO I: 9 y 10 de Octubre 2010

La matrona y la doula, asistencia y acompañamiento.
Ponente: Mireia Marcos Comadrona - Midwife y Susana Olalla Psicoterapeuta Corporal - Doula


-SEMINARIO II: 13 Y 14 de Noviembre 2010

Rebirthing (Renacimiento)
Ponente: Angeles Hinojosa, Terapeuta Psioemocional, Experta en Trauma de Nacimiento.

-SEMINARIO III: 12 y 13 Febrero 2011

La Gestación. Nacimiento y Primeros cuidados.
Ponente: Monica Delgado, Pediatra y Homeópata


-SEMINARIO IV: 12 y 13 de Marzo 2011

Parto Humanizado
Ponente: Enrique Lebrero. Ginecólogo - Clínica Acuario.

-SEMINARIO V: 16 y 17 de Abril 2011
Lactancia y sus procesos.
Ponente: Inma Marcos. Comadrona independiente y IBCLC (consultora internacional de lactancia materna)


-SEMINARIO VI: 14 Y 15 de Mayo 2011

Crianza - Puerperio - Sexualidad
Ponente: Susana Olalla, Psicoterapeuta Corporal - Doula


-SEMINARIO VII: 18 y 19 de Junio 2011

Ecología del Amor
Ponente: Michel Odent, Ginecólogo - Obstetra


CONDICIONES DE LOS SEMINARIOS:

Cada seminario dura un fin de semana completo, siendo el horario:
Sábados: de 10 a 14 h y de 16 a 19 h.
Domingos: de 10 a 14 h y de 16 a 19 h.

Quienes hayan realizado el curso completo recibirán su correspondiente certificado de asistencia.
Coordinadora: Susana Olalla

susana@gitsystem.com

Pide mas información y precios. Plazas limitadas.
http://www.doulas.es/cursos/malaga2010.pdf

jueves, 26 de agosto de 2010

Duendes, mamás y árboles

Anoche soñé con ese lugar secreto y olvidado. Ese lugar añorado que aún no conozco pero donde hay duendes que habitan en las barrigas de sus mamás, otros enganchados a su chorro de sangre y leche, mientras los más tímidos se esconden entre las ramas de los árboles. No hay casas ni pozos ni calles, tan sólo piedras que enmarcan el camino y manantiales con agua cristalina que sacia el alma del vagabundo. Porque ahí somos todos vagabundos, en un bosque donde debajo de cada árbol se encuentra un cobijo y un hogar. Ahí, la madre tierra, fértil y cálida, nos abraza por la noche, nos humedece y nos despierta con el rosario, nos mantiene calientes durante el invierno, y nos refresca en verano. Los árboles nos ofrece sus frutos y hojas para decorarnos y las almas de los animalitos que ahí habitan se convierten en nuestra familia. Hay cuevas dónde por las noches nos iluminan las llamas de la hoguera de las más sabias, y los osos nos cubren con su piel. Los sonidos de la noche más oscura nos invitan a su baile salvaje e hipnótico, donde el amor y el arte se mezclan con la magia. Si hace frío nos acurrucamos entre los árboles y nos tumbamos entre las piedras aún calientes del sol, mientras el atardecer juega con sus colores encima de las montañas. Naranja, amarillo y lila azulado.

En mi sueño mis pies descalzos sienten el frío del atardecer y la energía de las raíces mientras camino hacía el árbol que esta noche será mi hogar. Una higuera grande con hojas verdes y jugosas me invita a compartir su alma durante las horas de sueño más profundo. No estoy sola ni acompañada, formo parte de la vida y del bosque. Igual me abraza la raíz de la higuera y la piedra a su lado, igual me calma el búho en aquel pino un poco más hacía la montaña o el olor a lavanda de alguna colina cercana. Por fin estoy en casa. Aquí la sangre que sale de mi cuerpo y corre por mis piernas se mezcla con la tierra, la fertiliza y vuelve a ser lo que era. Sangre poderosa y curativa. Aquí nada es como en el mundo de ahí arriba. Aquí las gotas de la suave lluvia de otoño me limpian la mejilla y el sudor, refresca mi alma y alimenta mi ser. Las cálidas noches de verano me invitan a esconderme debajo de las ramas y el frío invierno me hace descubrir la magia de un extásico baile alrededor de una llama. Por fin estoy en casa, unas horas más, hasta que el despertador me despierte y me lleve otra vez hacía un mundo extraño de ahí arriba. Lleno de asfalto, cemento y quehaceres, que aquí en la profundidad del bosque de los duendes no consiguen cobrar sentido.

viernes, 20 de agosto de 2010

La mujer y el hombre

...¿y los hombre qué?

Es la pregunta que me he hecho tantas veces cuando encuentro libros y textos que hablan de la búsqueda de la mujer, el desarrollo de la sexualidad femenina y su don de crear vida. El sexo femenino ha estado tan encarcelado en las pautas de una sociedad que a menudo llamamos masculino, lleno de racionalismo, competividad y guerras. Pero ¿eso de verdad es lo masculino? No sólo las mujeres cargamos desde el inicio de nuestras vidas con unos estereotipos de cómo deberíamos ser o qué metas tener en la vida. Hemos sido reprimidas, abusadas, violentadas, y últimamente dejamos al lado nuestra función sagrada por algo que llamamos "libertad" o "igualdad". Todo esto lo conocemos, pero ¿y los hombres qué? Peor aún, porque su papel en la sociedad ni siquiera se cuestiona, simplemente con un suspiro decimos que "los hombres son así", escondemos casi vergonzadas el sueño del hombre conectado y respetuoso, la unión con un alma gemela, el amor y la comprensión. Ese sueño secreto donde los hombres son hombres, no porque son duros, racionales, prácticos, y por qué no decirlo, en muchos casos con una necesidad sexual mucho mayor que la mujer, tal como nos han enseñado desde que sabemos andar. No por eso son hombres, si no porque junto con la mujer cerrar un círculo de apoyo, amor y comprensión. Cuando nos encontramos en armonía vemos que tenemos raíces al mismo tiempo que somos libres para volar, unimos las energías de la luz y de la oscuridad, el agua y las montañas, el aire y la tierra, el sol y la luna... Juntos tenemos el poderoso don de crear una nueva vida, que luego crecerá y se desarrollará en la vientre de la mujer, envuelto en las energías femeninas del mundo subterrenal. Luego se producirá el nacimiento y el abrupto encuentro con las energías masculinas del mundo de afuera. Pero no hablo de lo que hoy en día solemos considerar masculino, si no de la vida activa, la energía del sol, las fuerzas del movimiento y la estabilidad de las montañas.

Somos distintos, las mujeres y los hombres, pero la esencia es la misma. Lo único que nos distingue es el hueco que hemos decidido llenar en este mundo.

Suponemos que los hombres son de una manera, y interpretamos la realidad desde nuestros estereotipos tan inculcados como en piedra. Desde el nacimiento suponemos que tienen que ser de una manera muy especial, y a lo contrario tendríamos miedo de que desarrollaran demasiado su lado femenino. Tienen que ser machos, masculinos, duros y vivir su sexualidad sin reprimir y siempre desde lo físico. (¿Te suena lo de "a las mujeres les cuesta tener relaciones sexuales sin amor, pero los hombres sí pueden"?)

El Yin representa lo femenino, y el Yang lo masculino. Para que haya equilibrio siempre tiene que haber un poco de femeniedad en el hombre y masculinidad en la mujer. Sólo así se puede producir la unión equilibrada lleno de amor y comprensión. Quizás lo femenino en el hombre le ayuda a conectar con la vida interior, y lo masculino en la mujer le ayuda a vivir en el mundo exterior. Sea como sea, nos necesitamos y sin el otro siempre nos faltará un cachito, a no ser que algunos hombres y mujeres en épocas de sus vidas puedan desarrollar y llenar ambos lados, o en caso de homosexuales que encuentran el equilibrio en otro tipo de relaciones (formados por dos mujeres o dos hombres, pero las energías de lo masculino y lo femenino siguen siendo las mismas).

Hablamos de que las mujeres tenemos que recuperar nuestra sexualidad y energía femenina, nuestro poder sagrado, el respeto hacía nuestro sexo y nuestro cuerpo. Pero para que esta sociedad evolucione creo que es igual de importante que el hombre haga lo mismo, buscándose dentro de sí, y olvidando los estereoptipos impregnados desde el nacimiento.

Somos hechos de lo mismo, pero somos distintos, porque así nos hemos evolucionado para poder complementarnos y vivir unidos en este nivel de conciencia. No podemos seguir viviendo aislados bajo el mismo techo, sin comprensión y sólo con amor físico y sin respeto hacía lo más profundo de nuestro ser. Nadie vale más que el otro, sólo tenemos funciones distintas para completarnos y llegar a un equilibrio.
A veces cuando me encuentro con mujeres fuertes y vitales puedo percibir a su mujer salvaje brillar en sus ojos. En los ojos de los hombre también brilla su hombre salvaje, a menudo destruido, vergonzado e olvidado. Pero sigue ahí, igual que la mujer salvaje, esperando a ser reconocido, amado y redescubierto. Algunos hombres se buscaron y se encontraron, otros aún tienen que entender que la búsqueda está por dentro, no por fuera.

martes, 10 de agosto de 2010

¿Qué es una Doula?

La jóven inspiraba profundamente. Se movía de un lado para otro, a veces gimiendo, otras veces sólo respirando al ritmo que le pedía su cuerpo. A veces cerraba los ojos, relajadamente, mientras levantaba la cara hacía el cielo, otras veces los abría, pero su miraba estaba fijada en otro mundo, no percibía lo que había a su alrededor. Una mano cálido le alcanzo la espalda. No hacía falta palabras, pero la jóven mujer percibía la pregunta a través de la mano en su espalda ¿Necesitas algo? Volvió a la conciencia lo suficiente como para saber que estaba apoyada, por dentro por su gran madre, y por fuera por la mujer sabía, la doula que sabía estar y acompañar sin dirigir. La mujer a su lado sintió a la jóven relajada debajo de su mano, y se alejó para cerrar la ventana que estaba medio abirta. Era ya de noche, la luna llena les contemplaba desde el cielo y una brisita hacía mover las ramas del árbol fuera de la ventana. No faltaba mucho, o quizás sí, dependía de cómo la jóven mujer y su hijo a punto de nacer decidieron caminar juntos los últimos pasos hacía la nueva vida. La mujer doula se sentó en el suelo al lado de otra mujer. Con una sonrisa le recibió y le agarró de la mano. Estaba contenta y feliz, contemplando como la luna, cómo se producía el milagro más grande de la vida. Si la jóven mujer que se movía entre las velas casi en éxtasis, saliera de su estado profundo conectada con su poder y mujer salvaje, estaban ahí para volver a alejar el mundo exterior y dejarla adentrar en sí misma. Si en algún momento flaqueaban sus fuerzas o coraje, si su cuerpo pedía unas gotas de agua o té, estaban ahí. Si el bebé a punto de nacer, junto con su madre, decidieron emprender otro camino más difícil, también estaban ahí. Estaba la comadrona sentada en el suelo por si necesitaba apoyo o ayuda si su cuerpo no recordaba cómo proseguir. Estaba la doula, para acompañarla y darle soporte si hacía falta, devolverle la confianza en su propio cuerpo. Pero por el momento sólo hacía falta asegurar que la mujer pariendo seguía entre los dos mundos, conectada con lo más profundeo de sí misma, con su poder femenino y su fuerza creadora.