En el colegio nadie me explicó que la sexualidad femenina era distinta a la de los hombres. En realidad no sé habló de la sexualidad. El profesor sacó tartamudeando un plátano y un condón del maletín, nos enseñó como ponerlo y luego empezó a hablar de óvulos y sangre. Nadie se atrevía a mirar a nadie, y más de uno tiñó sus mejillas de rojo tomate. En el colegio no nos aclararon nada, y lo que necesitábamos saber (creíamos) ya lo habíamos aprendido de MTV, las revistas de moda y lo que nos contaban las demás. Pero en ningún momento se nos habló de la sexualidad desde una perspectiva femenina, que no fuera "cuidado que te puedes quedar preñada y entonces lo has jodido". Más bien se nos transmitió quizás inconscientemente que en el fondo las mujeres ni desean ni necesitan sexo. Y los hombres si, a todas horas, como sea y con quién sea. ¡Cuánto daño no se ha hecho ya a la sexualidad tanto femenina como masculina.. ya es hora de que cambie! Así que uno mi voz a tantas otras que escriben sobre lo mismo: sexo. Con el fin de que nos quitemos las ideas rígidas y anticuadas de lo que es la sexualidad. Quitar los tabúes y hablar abiertamente no es suficiente, porque eso ya lo hemos hecho durante años. Seguimos hablando de sexo desde una perspectiva masculina, o como si estuviéramos ovulando 30 días al mes. Cómo si el deseo del coito y el orgasmo fuera lo único importante. Es tan sólo una faceta, una milésima parte de lo que es la sexualidad femenina.
Nuestro ciclo sexual es mucho más que eso. Se va transformando a lo largo del mes, a lo largo de los años, dependiendo de la etapa de la mujer. Los orgasmos dependen del ciclo menstrual, la intensidad, la forma, la altura... el deseo, y el objeto de deseo igual.
Mi ciclo sexual
Ovulación
Quizás es la faceta de la sexualidad femenina más conocida, la que decoraba las banderas de guerra de la liberación de las mujeres. Mujeres a quienes les gusta el sexo, disfrutan y desean. Viviendo en una sociedad patriarcal como estamos, seguimos atados a un falocentrismo que asusta, donde el coito y el pene tienen el protagonismo absoluto. Cuando conseguimos deshacernos de eso, cada una en su intimidad y sus fantasías para empezar, podremos disfrutar de verdad más allá de lo que es el placer genital.
Pero en los días ante de ovular el deseo es hacía fuera, destinado hacía una cosa: el orgasmo y el disfrute corporal. El simple roce del pantalón contra mi vagina es placentero. Ver unas manos fuertes o un trocito de barriga me pone a cien en pocos segundos. Los que teneis gatos y perros veréis el parecido cuando van con la cola hacía el lado, andando hacía atrás buscando al macho... parece que gritan "¡¡aquí, aquí está el agujero!!". Bien más o menos, así busco a mi pareja, me rozo con su pierna, maullando como un gato. Todo mi ser biológico grita que ahora estoy fértil, ahora podemos poner nuestro granito de arena (o esperma) para salvar la humanidad.
Premenstrual
Pasada la ovulación el fuego interno se apacigua. Suele nacer en mi un deseo distinto, destinado a cuidar, cuidarme y a los míos. Cuidar las semillas de mi vida. Disfruto en la bañera viendo el juego de la espuma y el agua sobre mi rodilla. Siento mi cuerpo desnudo, el goce de mi misma dentro de mí. El deseo es calmado y sensual. Disfruto del suave roce del otro cuerpo, la compenetración, el convertirnos en uno.
Menstruación
Durante los días de sangrado el deseo cambia. Se transforma. No es directo ni lineal como en la ovulación, si no caótico y animal. No desea cuerpos humanos ni piel, si no olores fuertes, lobos, tierra... Son unos pechos hinchados debajo de una blusa sin sujetador, pezones rígidos, faldas anchas, tambores y sangre. No tiene forma, no tiene color. No está dirigido hacía el orgasmo ni lo necesito. (si no lo quiero usar para aliviar alguna molestia o tensión en el útero o los ovarios). Andar descalza y enterrar los pies en el barro, recolectar mi sangre y pintar algo con ella, es erótico y sensual, erótico y sexual. Más que nunca. Nace en el submundo y sale de mi garganta como el aullido de una mujer-loba. Una faceta de la sexualidad femenina tan malentendida, tan escondida, tan tabú. te sientes poderosa, fuerte, sexual. Casi destructiva. La Diosa Kali que reina sobre la muerte, hermosa y lleno de erotismo.
Parto y lactancia
Recuerdo la primera vez que vi las palabras "sexualidad" y "parto" en la misma frase. Tenía a mi bebé de pocos días amamantando en mi pecho mientras navegaba entre blogs y páginas sobre parto y crianza. Leía el párrafo una y otra vez. Ya no recuerdo quién lo había escrito, pero más o menos hablaba de que el parto era uno de los momentos más importantes del ciclo sexual femenino, el más fuerte y potente. Por qué nadie me había contado eso antes? De repente entendía por qué mi parto avanzaba tan lentamente, por qué después de haber dilatado 10 cm me llevaron al quirófano para hacerme una cesárea. Si el parto debería ser una experiencia sexual ya me había encontrado con varios problemas. Primero, que sexualmente no me conocía ni me respetaba ni disfrutaba ni... en fin, estaba tan desconectada de mi cuerpo y mi propia sexualidad como podría haber estado. (Cómo, cuando empecé a mirar a mi alrededor, la mayoría). Y segundo, si el parto debería ser una experiencia sexual... cómo creen en serio que eso podría funcionar entre médicos, matronas que entran y salen, pinchazos, miedos, luz tensa... Ahí empezó mi camino hacía mi misma, hacía mi propia sexualidad.
Descubrir los partos orgásmicos un tiempo después fue como una afirmación, claro, así es como debería ser. La sexualidad no torna alrededor de un pene. Ni los partos alrededor de un médico. Pero mientras seguimos desconectadas de nuestra sexualidad cotidiano, nuestros partos y embarazo seguirán siendo momentos incontrolables y insoportables donde necesitamos la ayuda de la medicina para poder parir. Tan sólo piensa en lo doloroso que es un coito si no estás excitada y dispuesta. El parto implica las mismas hormonas, los mismos músculos, los mismos órganos. Si no estás excitada y dispuesta, si no tensa y llena de miedos, ¿cómo no va a doler?
Luego, unos meses más tarde leí en el libro de Carlos Gonzáles "Bésame mucho" cómo el hecho de dar el pecho en algunas mujeres les llevaba al orgasmo. Sí, yo también podía percibir ese cosquilleo en mi interior (que luego, años más tarde aprendí que era mi útero que palpitaba con el chute de oxitocina que se liberaba). Algo tan tabú, parece tan perverso por el hecho de haber un bebé (TU bebé) de por medio. Pero es la naturaleza femenina, igual de aceptable y hermoso que cualquier otra cosa. Y lo más importante, es tan sólo una faceta más de la sexualidad femenina.
Igual, la sexualidad masculina no creo que pueda ser tan limitado y falocentrado como nos lo venden. Tan lineal, tan comprimido en un sólo órgano. No lo creo, y si hay algún hombre que lee esta entrada estaré encantadísima de leer su experiencia. Porque deshacernos de ideas limitadoras y anticuados es nuestro deber como mínimo, para poder transmitir la visión de una nueva sexualidad, respetuosa y sana, a nuestros hijos.
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