Revolución. No una revolución con lanzas y espadas,
sino una re-evolución. Re-aprender lo que somos, nuestros cuerpos y almas. Está
por todas partes: blogs, páginas de facebook, columnistas reinventando lo
femenino… Si lees esto, es porque también formas parte de ella, la re-evolución.
Tenemos que volver a evolucionar. Nuestro cuerpo casi ha olvidado como ser en
el mundo. Cómo parir, como andar, como menstruar. Un camino tambaleante: dos
pasos hacia delante y uno hacía atrás. Un camino para volver a encontrarnos y
recordar lo que significa ser mujer. Porque, a pesar de lo que nos venden, no es amar a los vestidos y los tacones,
maquillarse y tomar píldoras para regular las hormonas y tampones para esconder
nuestro sangrado. Ni se limita a ser (o no ser) mamá, ser trabajadora, tener
pechos, ovarios… no es ser la chica del anuncio de tampones que te promete que
te olvidarás por completo que tienes “esos días”. Parece que la sociedad quiere
que te olvides de quién eres, para sonreír y bailar en el escaparate. Para los
demás. Aprendemos desde pequeñas a convertirnos en maniquíes sin rostro e
identidad. Sin sagrado, sin lágrimas, sin sonrisas auténticas que resuenan en
tu interior. No hay nada malo con arreglarse, maquillarse y amar los vestidos.
Yo también lo hago. Pero lo hago por mi misma. Para honrar mi naturaleza, mi
ser. Cuando sangro, observo la belleza de mi sangre rubí, la huelo, pinto con
ella, la festejo. Porque no es el único, pero si es uno de los caminos
principales hacía mi revolución. Mi re-evolución a ser mujer.
¿Por dónde empezar? Conecta con tu ciclo menstrual,
apunta las emociones y cambios en ti. Respeta tu cuerpo. Cambia las compresas
desechables y los tampones para poder oler y sentir tu sangre al mismo tiempo
que te cuidas. Compresas de tela, mooncup, sangrado libre... busca tu
alternativa. Recolecta tu sangre, huélela, tócala. Pinta un pequeño dibujo en
tu agenda con ella. La sangre menstrual no tiene un poder mágico, pero
respetarse y conectar con uno mismo es la magia más grande que existe. Te
transformará. Prepara un altar para siempre tener un trocito de tu esencia
presente, riega una planta con tu sangre y observa la fuerza con que empieza a
crecer. Siéntete, ámate. Actos simples pero poderosos. Volveremos a
re-evolucionar. Y con nosotras la sociedad. Porque la sociedad somos cada una
de nosotras. Tu y yo también. Así de simple. Punto y seguido.
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