No, por supuesto que no. De hecho, practicar la danza del vientre regularmente no es para nada ninguna garantía de que tu pelvis esté sano y fuerte. Ni te protege contra incontinencias, dolores menstruales, te relaja el útero ni... De hecho, bailado de manera sin tomar consciencia del suelo pélvico, de integrarlo en los movimientos, incluso podría ser perjudicial para un suelo pélvico ya flojo. O incluso crear más tensión en la zona pélvica y no ayudar nada o empeorar una menstruación dolorosa. Aún así promulgo de los beneficios de las danza oriental para el cuerpo femenino en su totalidad y especialmente la zona pélvica. Ahora te explicaré por qué.
Normalmente las mujeres vienen a clase con nula o poca conexión con su pelvis. Muchas, no saben cómo contraer o relajar el suelo pélvico, ni le llegan ningunas sensaciones del cuello del útero ni del útero o ovarios (salvo los de dolor, pero si aprendiéramos a escuchar a nuestro cuerpo cuando nos susurra no tendría motivos para gritar). Esto es totalmente normal en una sociedad donde todo lo que hay por debajo del ombligo es tabú, tenemos malas posturas sentándonos en sillas/sofás/coches y con piernas cruzadas, alejando nuestra pelvis (y cuerpo entero) de su postura natural,una sociedad donde en general existe una desconexión fuerte con nuestro cuerpo y sobretodo con todo que tenga que ver con la sexualidad, nuestros ciclos menstruales y partos. Todas hemos estado ahí. Yo también. Nacimos con la predisposición de tener nuestra pelvis fuerte y sano con su musculatura integrado en nuestro día a día, como tenemos el cuello para mantener la cabeza erguida sobre los hombros. No necesitamos hacer ningún esfuerzo consciente para mantener la cabeza, pero sigue ahí porque los músculos del cuello y de la espalda hacen su función. Lo mismo debería pasar con el suelo pélvico. El suelo pélvico debería estar fuerte y activo para ser justo lo que su nombre indica: el suelo de la pelvis que mantiene el peso de la vejiga, el útero y el recto. Cuando está debilitado, no aguanta su peso y estos descienden alterando el funcionamiento.
Normalmente las mujeres vienen a clase con nula o poca conexión con su pelvis. Muchas, no saben cómo contraer o relajar el suelo pélvico, ni le llegan ningunas sensaciones del cuello del útero ni del útero o ovarios (salvo los de dolor, pero si aprendiéramos a escuchar a nuestro cuerpo cuando nos susurra no tendría motivos para gritar). Esto es totalmente normal en una sociedad donde todo lo que hay por debajo del ombligo es tabú, tenemos malas posturas sentándonos en sillas/sofás/coches y con piernas cruzadas, alejando nuestra pelvis (y cuerpo entero) de su postura natural,una sociedad donde en general existe una desconexión fuerte con nuestro cuerpo y sobretodo con todo que tenga que ver con la sexualidad, nuestros ciclos menstruales y partos. Todas hemos estado ahí. Yo también. Nacimos con la predisposición de tener nuestra pelvis fuerte y sano con su musculatura integrado en nuestro día a día, como tenemos el cuello para mantener la cabeza erguida sobre los hombros. No necesitamos hacer ningún esfuerzo consciente para mantener la cabeza, pero sigue ahí porque los músculos del cuello y de la espalda hacen su función. Lo mismo debería pasar con el suelo pélvico. El suelo pélvico debería estar fuerte y activo para ser justo lo que su nombre indica: el suelo de la pelvis que mantiene el peso de la vejiga, el útero y el recto. Cuando está debilitado, no aguanta su peso y estos descienden alterando el funcionamiento.
Y es totalmente posible físicamente realizar los movimientos de la danza del vientre SIN IMPLICAR el suelo pélvico. Contrayendo glúteos, abdomen y piernas. Igual que podemos andar, saltar, correr sin implicar el suelo pélvico (pero lastimándolo aún más aplicando fuerza y movimiento sobre un músculo atrofiado). Muchísimos pasos puedes realizar sólo a nivel de rotación de huesos y movimiento de huesos. Otras implicando grupos de músculos grandes pasando por alto el suelo pélvico. Tu puedes llevar practicando la danza del vientre durante 10 años, y aún así no haber localizado, implicado o fortalecido el suelo pelvico (y porque esta entrada habla del suelo pélvico, pero es para otro post todo lo que la danza puede hacer por nuestro útero y ovarios si bailamos con consciencia). Por eso nace la Danza Oriental Integral y Consciente (Recomiendo visitar el enlace para leer sobre Danza Oriental Consciente en la página de Marisol Díez, creadora del concepto ).
Por eso, el fin de nuestras clases no es crear una bailarina que realiza una coreografía impecable cargado de técnica (aunque por supuesto no lo excluye, el arte real sobre el escenario es hermosísimo) si no una mujer que haya integrado todas las partes de su cuerpo, con especial énfasis en la pelvis, el útero y ovarios, suelo pélvico etc, que haya tomado consciencia de su cuerpo y de sus movimientos. Porque así, podemos devolver la vida y fuerza a nuestra pelvis.
Algo que sale a menudo en las clases es la dificultad de encontrar esos músculos y tomar consciencia. Vamos a volver al ejemplo de la cabeza que se mantiene sobre los hombros. Ahora mismo no necesitamos hacer ningún esfuerzo para mantenerlo, de hecho, ni siquiera somos conscientes de que tenemos los músculos activados o trabajando. Pero en un momento de nuestras vidas sí. Cuando teníamos días o pocas semanas de vida extrauterina, mantener el cuello y levantar la cabeza era un gran trabajo. Algunos tardan semanas en fortalecer el cuello, practicando varias horas al día. Porque un bebé hace eso. Antes de dominar una parte de su cuerpo lo practica y practica en casi todas sus horas despiertas. Y nosotras tenemos que hacer casi el mismo aprendizaje con nuestro suelo pélvico. Tenemos que localizar los músculos y pode contraerlos. Y cada vez más rato. Y luego ver, que no basta con un contraer y soltar, si no que puedo contraer partes, relajar otras, mover los músculos del suelo pélvico de manera armónica... Y nosotras pretendemos hacer esto en una clase semanal donde dedicamos quizás menos de la mitad del tiempo para activamente localizar y fortalecer e integrar en el movimiento y el resto en otras cosas igualmente esenciales. Por eso es un proceso que a veces parece largo. Requiere práctica y no deberíamos limitarlo a las clases de danza. Poco a poco podemos integrar el suelo pélvico y el correcto funcionamiento de la pelvis en nuestro día a día. Desde levantarnos de la cama, agacharnos o simplemente respirar (la respirar empieza en el suelo pélvico, eso también da para otro post ;) )
Abrazos, Sofía
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