¿Con qué sueñas? Qué fantasía secreta guardas en el cajón de la infancia, lleno de polvo, quizás agrietado y roto? O aún brillante y resistente? Quizás ya olvidaste tu sueño, o quizás pienses que ya no tiene importancia.
Hace unos meses mi hijo despeinado, con sus seis años y dos dientes de leche caídos, me enseñó lo más valiosos que jamás he aprendido.
De repente, una tarde cualquiera mientras estaba más pendiente de los coches de la carretera y mis propios pensamientos que de la ola de palabras que nacía y crecía desde su boquita, me dijo algo que cambió el rumbo de mi vida. Me dijo que no quería crecer y ser mayor.
"¿Por qué?" quería saber yo.
"Porque" seguía mi hijo con la mirada fijada en la mía en el retrovisor, "cuando te haces grande te olvidas de los sueños que tenías de pequeño. Creces, y ya no te acuerdas con lo que soñabas hacer de mayor."
"Pero yo sí me acuerdo" le contesté entonces con una sonrisa.
"¿En serio?, soñabas con estudiar psicología? O bailar?" Me quedé callada. No sabía que conetestar. "O soñabas con trabajar con los niños autistas o ayudarle a las mamás para que salgan sus bebés de la barriga?" Tuve que parar el coche en una parada de autobús y pensar. Mi hijo acababa de nombrar todas aquellas cosas con las que ocupaba mi tiempo. Estaba a gusto pero no, ninguno había sido mi sueño.
"No Adahy, tienes razón, no soñaba con eso, pero ¡me encanta y me hace feliz! Y si quieres, te prometo que voy a recordarte tus sueños que tienes ahora de pequeño cuando seas mayor, para que no te olvides jamás." Estaba en mi mente preparando la charlita de que de pequeño quizás no sabías a qué dedicarte y que luego cuando creces la vida te guía y...
"Ya, eso es lo peor. Que te acuerdes de los sueños que tenías de pequño pero creces y piensas que no son tan importantes. Empiezas a estudiar otra cosa, para trabajar en un banco o tener una tienda."
"Bueno, pero todos no, muchos si siguieron su sueño!" Seguía intentando convencerle, o ¿convencerme a mí misma?
"De verdad mamá crees que la mamá de Lucía soñaba con trabajar en Mercadona? O el hombre ese soñaba con conducir el autobus? O ese de ahí con barrer la calle?"
"Ya... pero Adahy, quizás no tienen ahora mismo otra cosa y tienen que trabajar en algo"
"Ves? Por eso no quiero ser mayor, porque o bien me acordaré de mis sueños pero decido estudiar otra cosa para tener dinero, o luego no tengo trabajo y empiezo a hacer otra cosa en vez de intentar hacer lo que soñaba con hacer." No sabía qué decirle. "Mamá, dime alguien que conoces que hace lo que soñaba con hacer de pequeño" Me quedé callada por unos instantes, dejando que los entermitentes de emergencia llenaran el silencia mientras repasaba en mi mente mi familia y amigos. Y al no encontrar nombres repasé mis propios sueños. Desde que recuerdo había soñado con escribir. Quería estudiar arqueología para escribir libros como los de Christian Jacq, y antropología para escribir sobre los humanos y las culturas. Quería viajar al desierto, subir las montañas del Himalaya, descubrir la selva con su mágia... todo para poder escrbir sobre aquello que viera. Quería crear guiónes para películas y teatros, cuentos y historias. Pero crecí, y con mi sueño aún intacto empecé a estudiar otras cosas. Empecé a trabajar, pensando en que algún día quizás iba a escribir. O que quizás no fuera tan importante. Podría ser igual de feliz dedicándome a otras cosas. Feliz quizás, pero sólo conocía una cosa que hacía que el tiempo se parara, que las horas pasaran y el sol se pusiera sin que me diera cuenta. Una cosa que hacía que mi alma se llenara de cosquilleos y que me hacía bailar, amar, cantar... feliz por encontrar la palabra que buscaba, o por simplemente haber abierto el grifo de las palabras sin fin. Haber conectado con ese manantial de sabiduría, que procede de otro lugar, otro tiempo, no de mi- si no a través de mí. Sí, era escribiendo. Mi máxima meditación, mi pasión, era escribir. Y lo había sido siempre.
Aún así empecé a bailar. Dejé que los demás contaran historias mientras yo hacía otras cosas que me hacían feliz, pero no llegaban a ser mi sueño.
Mi secreto mejor guardado. Ese secreto que no quería revelar a nadie, porque si lo hacía, alguien con más razón podría contarme que no era posible y destrozármelo. Por eso, cuando terminé el instituto, no empecé a escribir, si no hacer otras cosas. Porque si fracasaba en otra cosa, no me rompería por dentro, porque en fin, no era mi sueño. Pero si fracasaba escribiendo, entonces ¿qué me quedaría? Aún con los dobles entermitentes en la estación de autobús miraba a mi alrededor. ¿Cuántos más había como yo, que por miedo a estropear su sueño con el fracaso o el realismo de algún adulto, jamás llegaron a sacarlo a la luz? ¿Cuántos más, como yo, jamás llegaron a intentarlo, por miedo a que no saliera bien? Dejé que mi mirada volviera a cruzarse con la de mí hijo en el asiento trasero.
"Mi vida, hoy te prometo dos cosas: lo primero es que a partir de ahora voy a empezar a hacer lo que siempre soñaba con hacer. Voy a escribir y estudiar arqueología. Y te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte a que tú también realices tus sueños de mayor. Que creas en tí y que recuerdes lo importante que es seguir tus sueños, ¿vale?" Adahy me miró en los ojos sin decir nada. Y luego su mirada se perdió entre los coches de la calle y se dejó llevar por algúna fantasía que pasara por su cabeza.
Y hoy, varios meses más tarde, no pasa ni un sólo día sin que me pregunte cuándo voy a empezar a estudiar arqueología y escribir un libro. Feliz le puedo contestar que pronto, en septiembre me matriculo, aunque sea en una asignatura. Que ya estoy, aunque sean dos frases al día, escribiendo mi libro. Que por fin, después de años soñando con ello, en noviembre estrenamos mi primer danza-teatro.
En todos los dibujos que mi hijo me pinta para que los cuelgue en la nevera, estamos la manada entera (incluyendo nuestros perros y nuestra cabrita, y a veces algún hermano que aún no ha llegado a nuestras vidas) con una furgoneta cruzando el desierto, en el Polo Norte o bañándonos en el Nilo. Como a él le encanta pintar, junta papeles con una grapa y en cada hoja pinta un dibujo de alguna aventura nuestra del futuro y me pide que yo le escriba el texto. Sabe, instintivamente, que es de las mejores maneras de proyectar y acercarnos a nuestros sueños: creando arte con ellos.
Y tú, también tienes algún sueño que jamás realizaste por miedo a no ser suficiente, a no poder, pensando que de todas formas los demás lo harán mejor?
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