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viernes, 28 de abril de 2017

EC- Comunicación de Eliminación o higiene natural del bebé

EC
Elian 3 meses. Colocándole para hacer pipí en medio de un paseo.
(Ver entrada original en lasemillaroja.wordpress.com)

¿Que es? Se trata del control temprano de los esfínteres del bebé, mantener ese instinto con la que nacen de comunicar su necesidad de evacuar sus esfínteres, igual que nacen con el instinto de comunicarse si tienen hambre o sueño. Porque esa es la base de todo el proceso.  Solemos suponer erróneamente que los recién nacidos no son conscientes ni pueden controlar sus necesidades fisiológicos, pero nada más lejos de la verdad. Los bebés se comunican con nosotros todo el tiempo de lo que les pasa, si tienen hambre, sed, necesidad de brazos, incomodidad, frío... y entre ello también cuando necesitan hacer pipí o caca. Lo que pasa es que si no les escuchamos, poco a poco dejarán de expresarlo, de darle importancia y se condicionarán a hacer sus necesidades en el pañal. Poco a poco dejarán de sentir sus necesidades fisiológicos. Y cuando decidimos que es un buen momento para quitarles el pañal, tienen que volver a re-aprender a escuchar sus señales fisiológicos y de distinguir esas sensaciones que indican que necesitan evacuar sus intestinos.
Cuando nació mi primer hijo escuché sobre familias que no usaban pañales y leí sobre como era una práctica habitual en otras culturas de Asia y África, pero me pareció difícil e imposible en nuestra cultura. Cuando nació mi segundo hijo, animada por mi amiga Fleur que me contaba su experiencia, decidimos probarlo. El reto nunca fue que estuviera sin pañales (aunque en nuestro caso, la evolución me sorprendió inmensamente) pero estar pendientes de sus señales e intentos de comunicación para que se sintiera escuchado y respetado. Igual como intentamos estar pendientes y responder a los señales de los bebés cuando nos comunican que tienen sueño o hambre. Quería contaros cómo nos ha ido, e quizás inspirar a aquellos padres que desean probarlo igual como cada historia que leía o escuchaba mientras estaba empezando me animaba y daba confianza para seguir.
Pero, ¿cómo funciona? ¿Cómo empezar?
Si habéis tenido crías de gatos o perros en casa os habréis dado cuenta de que su instinto, desde el momento en que pueden desplazarse solos, es hacer sus necesidades fuera de su lugar de dormir. Al principio, cuando aún  no saben desplazarse, la madre se ocupa de limpiarles hasta que luego empiezan a moverse solos. Pues animales como somos, a los bebés humanos les pasa lo mismo. Tienen el instinto de no hacer pipí o caca cuando están en su madriguera (pegaditos al cuerpo de  su mamá cuando son recién nacidos)  y a qué papá o abuela no les ha pasado que en el momento en que ellos les coge en brazos hacen caca. Es puro instinto ;) La diferencia es que los bebés humanos no aprenden a desplazarse fuera del nido o brazos de mamá hasta alrededor de los 6-8 meses, por lo que necesitan comunicar sus necesidades. 
El bebé nace sintiendo perfectamente cuando su vejiga está llena y necesita vaciarse. No digo que sea algo cognitivo, si no que es puro instinto. Igual que cuando sienten ese algo en su estómago sienten la necesidad de chupar y buscar el pezón para calmar el hambre. Entonces, si en el momento cuando sienten que necesitan hacer pipí o caca  le ayudamos poniéndoles encima de un orinal/bol/wáter/barreño,  irán estableciendo y fortaleciendo esa señal de los esfínteres con el hecho de hacer pipí o caca en ese lugar. Aprenden que ahí es el lugar donde deben hacerlo. Si, al contrario, no hacemos nada cuando muestran esas señales de que necesitan hacer pipí, irán aprendiendo que nadie hace nada y que lo correcto es hacerlo ahí donde están, en el pañal. Dejan poco a poco de percibir esa señal de sus esfínterer como algo importante que deben comunicar a mamá o cuidadora.
Y, ¿cómo empezamos? ¿Cómo distingo lo que quiere o cuándo lo quiere?
Cuando son muy pequeños, hablo de días o semanas, es mucho más fácil. Simplemente porque sus necesidades son muy pocos. Sentirse seguros, estar cómodos,  tomar teta y evacuar. Poco más. Entonces simplemente hay que ponerle en el lugar que hayamos elegido para hacer pipí. Cuando hace algún gruñido especial, pone el cuerpo en tensión, lloriquea, patalea de repente... Si nos mantenemos atentos vemos que podemos entender a nuestros bebés mucho mejor de lo que jamás nos habríamos imaginado. Se recomienda empezar desde que nacen hasta los 4-5 meses. A partir de ese momento aún es posible, pero más difícil, porque por un lado el bebé ya es más activo y puede ser más difícil pillar sus señales, y por otro lado se ha acostumbrado a hacer sus necesidades en el pañal e igual sus intentos de comunicación de eliminación son escasas.
  1. Empieza teniendo tu bebé desnudo piel con piel y observar.  Puedes tener un trapillo o pañal de tela debajo pero que se puede quitar fácilmente. Si empieza a hacer pipí, ponlo encima de un bol o cazo mientras le acompañas con algún sonido como shhhh o simplemente dices que está haciendo pipí.
  2. Llevar ropa cómodo a fácil de abrir, sin botones, elásticos o abiertos por abajo.  Ir observando su horario habitual de hacer pipí o caca. Después de comer? ¿Justo antes? ¿Después de despertarse? ¿Cuando empieza a patalear? ¿Cuando ha estado un tiempo quieto y se cambia de postura?
  3. Si decides usar algún tipo de pañal mientras vas haciendo EC se recomienda pañales de tela, por la simple razón que no absorben tanto y al hacer pipí se queda la zona húmeda y lo sienten tanto los bebés como nosotros más fácilmente. 
  4. Hay un truco que no falla para empezar: ponerles a hacer pipí nada más despertarse. Los bebés normalmente no hacen pipí mientras duermen, si no que es durante sus micro-despertares para tomar teta o cuando se despiertan del todo, cuando hacen pipí. Entonces es muy fácil aprovechar ese momento para colocarle en el orinal o sobre un bol o cazo, sujetándole en cuclillas.
  5. Tampoco suelen hacer pipí mientras permanecen en la misma postura, es cuando le levantas o cuando se mueve. Por lo tanto, si le llevas en un portabebé, siempre que le sacas de ahí, ponle sobre el orinal o bol. 
  6. No importa cuántos pipís o cacas terminan en el suelo o pañal. Importa cada uno que termina en el orinal. Eso es un momento de comunicación exitosa.
  7. Se puede hacer EC de diferentes maneras: nunca ponerles pañales, ponerle pañales pero  estando atentos a sus señales o poniéndole pañales sólo por la noche o cuando se sale de casa. 
Los beneficios pueden parecer obvios, si nuestros hijos desde pequeños saben controlar sus esfínteres, pero aún así  hacemos un repaso:
  1. El ahorro medioambiental y económico: Compras (si usas desechables) y lavas (si usas de tela) muchísimos menos pañales. Aunque hay familias que directamente nunca llegan a usar pañales, nosotros optamos por comodidad por algo intermedio. Nuestro pequeño hacía pipí todos los días a todas horas en el orinal (wáter, árbol o lo que nos pillaba cerca) pero le poníamos pañales cuando salíamos de casa y por la noche los primeros meses. Y entonces, en vez de usar 8-10 pañales (o más) diarios en su primer año, usábamos 1-3 pañales diarios.
  2. Control temprano de los esfínteres: El niño nunca desaprende escuchar los estímulos de sus esfínteres y por lo tanto no tiene que volver a aprender a distinguir esa señal cuando nosotros pensamos que les toca y queremos que dejen el pañal. Tienen que aprender que de repente los pañales no es el lugar adecuado para hacer pipí o caca, después de llevar toda la vida haciéndolo. Depende de cada niño y familia pero en nuestro caso con 7 meses aguantaba toda la noche sin hacer pipí y entre los 9-12 meses dejó por completo los pañales. A partir de los 9 meses demostraba que no quería llevar más pañales pero aún había algún escape al día, sobretodo cuando yo estaba ocupada con otra cosa y no estaba tan pendiente de sus señales. Con 12 meses encontró una palabra para decir cuando quería hacer pipí por lo que todo fue más fácil y ya no volvió a ponerse ni un solo pañal.
  3. Comunicación y escucha: Estás atento y receptivo al lenguaje de tu recién nacido. Pensamos que no saben comunicarse, y te das cuenta de que sí, y ellos se sienten respetados y escuchados en otra magnitud. En algún sitio leí que en realidad no importa si consigues que haga pipí en el orinal, si no lo realmente importante es que te has podido comunicar con tu bebé con éxito.
  4. Fomentar la autonomía: Los bebés y niños pequeños desean hacer  las cosas cotidianas ellos solos, probando y haciendo cosas nuevas cada día. Quieren comer solos, investigar la escoba intentando barrer, poner la mesa, ponerse los zapatos... A menudo nuestro estilo de vida tan acelerado no permite que acompañemos a nuestros hijos con calma en sus conquistan y retos. Pero ahí puede residir la diferencia entre sentirse capaz y apto o sentirse dependiente y que siempre necesita a los demás para cuidarse. Intentamos acompañar a nuestros hijos dejándolos descubrir y manipular su mundo y cuerpo, sentirse capaces. Y cada nuevo reto conquistado es un gran logro en su evolución y les llena de satisfacción. Elian, por ejemplo, con poco más de un año aprendió a bajarse el pantalón y sentarse sólo en el orinal sin pedir ayuda, y ahora con dos años vacía su orinal y se intenta limpiar solo después de hacer caca. Es importante recordar que el ritmo lo marca nuestros hijos, no nosotros. Ellos saben cuando están listos para el siguiente paso y cuando quieren avanzar. No imponemos nada desde fuera, simplemente estamos atentos para poder ofrecer el ambiente adecuado. Queremos hijos seguros emocionalmente que se sienten capaces y autónomos. (Recordando que autonomía no es lo mismo que independiente, es darle al niño autonomía en las áreas que pueda y desea, pero toda la cercanía y seguridad emocional y físico que necesite y pida)
dav
Elian 2 años. 1 año sin pañales.

lunes, 13 de octubre de 2014

Aquí estoy ahora


Pocas veces he pasado tanto tiempo alejada del blog.
Pero llegan esos momentos en tu vida, cuando todo se te gira 180º, empiezas a cambiar de piel para adentrarte de nuevo en un mundo diferente. Esos momentos requieren contemplación, paz y enraizamiento.

Me he convertido en una oferta de dos por uno. En uno de esos botes de champú que vienen con el acondicionador incluido. O el paquete de cereales con el regalo escondido en su interior. Quizás una manera muy frívola para hablar de tu existencia, pero lo hago con una sonrisa llena de amor :) Estoy feliz de sentirme como un huevo kínder con su sorpresa esperada en su interior.

Invité a un alma habitar en el rinconcito de mi vientre, viniste enseguida y ahora somos un ser fusionado. Un ecosistema como un árbol y su musgo.
Cómo cualquier ser fusionado crecemos juntos y cuando llegue la separación física, nunca volveremos a ser los mismos de antes. Yo soy un poco tú, y tu serás un poco yo. Hemos dejado la huella el uno y en el otro, creando lazos que nos mantendrán unidos para siempre. No sé cómo es tu carita ni tus ojos, pero siento que nos conocemos desde siempre.

Hoy leí un texto que me pareció muy hermosos. No recuerdo el autor, pero hablaba de que los hijos son los únicos que han escuchado nuestro corazón desde nuestro interior. Siempre me ha parecido increíble el amor que una madre siente por sus hijos, y mucho antes de nacer. Pues sí, tu hermano y tu, sois los que habéis escuchado mi corazón desde dentro. Ahí empieza el amor más grande del universo. Con un latido que te acuna en mi vientre para hablarte del mundo y de la vida.
Gracias por honrarme con tu presencia y por enseñarme que el amor que se siente por un hijo no se divide, si no que se multiplica cuando viene uno nuevo.

Donde hay dos, hay lugar para fiestas, risas y bailes. Intercambio y charlas hasta la madrugada. Llantos liberadores para soltar todo aquello que ya no necesitamos, limpiezas profundas para dar espacio para la nueva vida. Pequeño garbancito que ya te convertiste en bebé en mi vientre, no me deja de sorprender cómo pudiste elegir un momento tan oportuno para venir. Ya siento tu calor y tu luz, y ya me llegaron unos poco de los aprendizajes con las que vienes. Igual que cuando nació tu hermano, sé que nunca más volveré a ser la misma persona, porque el aprendizaje es tanto que me hace crecer y florecer.

Mis prioridades han cambiado, ya me estoy preparando para tu llegada. Ya siento que estoy volviendo al mundo de la lentitud, donde la luz del sol que juega con las hojas puede ser lo más hermoso y más hipnotizante del mundo. Me quedo horas contemplando, buscando el silencio, me fundo con la imaginación de tu hermano y suelto el mundo exterior. Ya nada de lo que pueden esperar de mi es lo suficientemente importante. Porque lo único que realmente importa crece entre mis brazos y ahora tú, en mi vientre.

domingo, 9 de junio de 2013

¿Con qué soñabas de pequeño?

¿Con qué sueñas? Qué fantasía secreta guardas en el cajón de la infancia, lleno de polvo, quizás agrietado y roto? O aún brillante y resistente? Quizás ya olvidaste tu sueño, o quizás pienses que ya no tiene importancia.

Hace unos meses mi hijo despeinado, con sus seis años y dos dientes de leche caídos, me enseñó lo más valiosos que jamás he aprendido.
De repente, una tarde cualquiera mientras estaba más pendiente de los coches de la carretera y mis propios pensamientos que de la ola de palabras que nacía y crecía desde su boquita, me dijo algo que cambió el rumbo de mi vida. Me dijo que no quería crecer y ser mayor.
"¿Por qué?" quería saber yo.
"Porque" seguía mi hijo con la mirada fijada en la mía en el retrovisor, "cuando te haces grande te olvidas de los sueños que tenías de pequeño. Creces, y ya no te acuerdas con lo que soñabas hacer de mayor."

sábado, 8 de junio de 2013

Las que tenemos un hijo...

A veces me han preguntado si no desearía tener a una hija para poder transmitirle mi visión de la feminidad, enseñarle a bailar y amar su cuerpo desde pequeña. 
Si alguna vez el alma de una niña/mujer quiera entrar en mi vientre, será más que bienvenida, pero ahora, siento que tengo el trabajo más importante entre mis manos criando a un varón. Porque hoy es un niño, pero mañana será un hombre. Un hombre que amará a una mujer (o varias, o a otro hombre), tratará con sus amigas y compañeras de trabajo, con sus amantes y sus hijas si los tiene.
Así que creo que, casi más importante que transmitirle una visión consciente y respetuosa de la feminidad a una niña, es transmitirselo a los niños. Para que crezcan respetando y amando a las mujeres por lo que son. Y que encuentren su lugar en el mundo como hombres, hombres de verdad llenos de amor y compasión. Para poder romper con el sistema patriarcal, no desde abajo, si no desde todos los laterales.

Mi hijo tiene ahora seis años.
Me ve desnuda a diario. Y dice que mi cuerpo es bello.
Conoce mi cuerpo como si fuera suyo. Conoce mi olor y los lunares de mi piel. Sigue tomando el pecho, aunque poquito a poco lo está dejando, y me acaricia con la mano que tiene libre mientras se llena de mí. Sabe que tengo útero, que será ahí donde crecerán sus hermanos el día que lleguen a nuestras vidas, que mi útero se puede poner tenso y entonces me duele la sangre, y que cuando bailo la masajeo y relajo a través de los movimientos de la pelvis.

A través de mi cuerpo interiorizará lo que es el cuerpo femenino.
A través de mis actos y mis palabras irá moldeando su imágen de lo que es una mujer.

No le sorprende el pelo en mi pubis ni que unos días al mes sangro. Sabe bien lo que es, que no es nada malo ni sucio, si no útil y sanador. Conoce mi ciclicidad, me respeta y me entiende. Sabe que somos distintos, y eso nos acerca.

Él no cree que hay tareas que son femeninas y otras que son de los hombres. Le parece normal que yo sea la que entiende más de coches y que mi pareja el que entienda más de cocina. 
Sabe cómo nacen los hijos y cómo podemos ayudarle a la mamá para que esté relajada y disfrute.
Sabe que somos igual de valiosos, sin importar la edad, el sexo o el orígen. Yo no sé más por ser su mamá ni por ser mayor, yo le puedo contar lo que yo creo, pero sabe que lo único que vale para él es lo que siente por dentro. Y para mí, lo que yo siento en mi cuerpo. 

A todas las que teneis un hijo. No so escondais. Os pido, desde lo más profundo de mi alma, que le hableis sobre vuestra menstruación, sobre lo que significa ser mujer. Sobre vuestro pechos que sienten y hablan, vuestro cuerpo que amais. Y más que hablar, enséñale vuestro mundo, vuestro interior, vuestra sangre y vuestro cuerpo. Enseñale el respeto y el amor, por todo lo que existe. Transmítele vuestra visión de la feminindad y vuestra alma de mujer. Demuéstrale con vuestros actos, que no hay nadie que valga más que otro, ni que sea más importante ni más valioso. Así le dejais la puerta abierta para ser el hombre que se merece ser.

Un infinito abrazo,
Mamá de un soñador

lunes, 28 de junio de 2010

Un cuento lleno de sabiduría

Quiero compartir con vosotros un cuento chino que me contó un dundecillo hace un par de días. A veces nos regalan unas palabras, o como en este caso, un cuento, que te ilumina un trocito de tu camino y te acerca un poquito más hacía el profundo entendiemiento de la vida. Y sí, los duendes existen, sólo hay que tener el corazón y el alma abierto para recibirles y reconocerles. Hace poco que conocí a este, pero me parece que le conozco de toda la vida. Es el duende de las abejas, así que la próxima vez que saboreais la dulce miel, o os saluda una humilde y amorosa abeja, mándale un pensamiento de gratitud y amor.

Un hombre humilde y pobre de riquezas materiales, pero rico en sabiduría y amor, vivía con su hijo en una cabaña en la montaña. La única riqueza que tenían aparte de su ropa y sus sandálias era una vaca marrón que cada mañana les daba una leche dulce y nutritiva. Una mañana cuando se despertaron vieron que la vaca se había alejado del lugar, y aunque buscaron y rebuscaron no pudieron encontrarla.
-¡Que mala suerte! exclamó el hijo del hombre sabio. El hombre contestó tranquilamente:
-No existe ni la mala ni la buena suerte. Las cosas pasan porque tiene que pasar.

Pasaron unos días, y una mañana, al despertar, el jóven encontró la vaca tranquilamente saboreando la hierba, en compañía de un jóven y bello caballo.
-¡Papá, papá, que suerte! ¡Ha vuelto la vaca, y con un caballo! El hombre sabio contestó tranquilamente:
- Me alegro de que haya vuelto, y ahora podremos montar a caballo y descubrir la montaña más allá, pero no existe la buena ni la mala suerte, las cosas pasan porque tienen que pasar.

El hombre sabio y su hijo aprendieron pronto a montar a caballo, y descubrieron juntos lugares nuevos llenos de belleza, lejos de casa donde a pie no habían llegado antes.
Un día cuando el sol ya estaba bajando para dejar el cielo para dejar paso a la luna menguante y las estrellas, el caballo se asustó, y saltó repentinamente. El hijo del hombre sabio, que en ese momento estaba subido al caballo, se cayó al suelo y se rompió un brazo. El hombre sabio le puso dos maderitas y una sábana para curar el brazo de su hijo, pero el hijo exclamó:
-Ay que mala suerte he tenido, por qué he tenido que caerme y lastimarme el brazo?
-No existe ni la buena ni la mala suerte, las cosas pasan porque tienen que pasar, contestó el hombre sabio mientras ataba la sábana blanca alrededor del brazo.

Al mismo tiempo, en la ciudad del gran emperador chino, se hablaba de la dura guerra con el país vecindario. Habían muerto muchos soldados, y necesitaban refuerzo. Querían reclutar a todos los jóvenes mayores de 15 años del territorio chino para mandarles a la guerra. Y así fue. El ejército pasaba de casa en casa y llevaba consigo todos los jóvenes, a pesar del llanto de sus madres y lágrimas de los más pequeños. Cuando llegaron a la montaña donde vivía el hombre sabio y su hijo se acercaron a la cabaña. Cuando vieron que el jóven llevaba el brazo lastimado, se dieron la vuelta y dijeron que ese brazo nunca iba a estar bien para llevar un arma.
El hijo del hombre sabio esta vez no dijo nada, sólo miró a su padre a los ojos, y por fin compredió la sabiduria de sus palabras.

martes, 18 de mayo de 2010

Ser mamá...

Ser mamá es tener la alfombra llena de plastilina. Es fregar una y otra vez las huellas de barro que vuelven a aparecer desde el jardín hasta el baño. Es seguir un poquito más cuando sientes que gastaste las últimas fuerzas hace mucho rato. Es contar hasta diez cuando unos pies descalzos saltan encima de la ropa recién doblada… Pero ser mamá es también despertarse por la mañana sintiendo esa bolita calentita con rizos despeinados buscar la teta con un gruñido, recibir un millón de besos en tu mejilla, simplemente porque eres la mejor mamá del mundo. Es disfrutar de la sonrisa más bonita que existe mientras bailáis locamente, saltando y girando, un jueves por la tarde. Es recibir ese abrazo dulce envuelto en un “te quiero mamá” cuando la calma vuelve por la noche. Es acostarse cada noche sabiendo que mañana, pase lo que pase, tendrás otro día lleno de amor y sentido. Es sentir que nada en el mundo importa, todo está bien, mientras esas suaves y gorditas manitas te busquen y te pidan que te sientas con él para terminar el puzzle. Es sentir que el amor se ha materializado y nacido en tu vida, es saber que el sentido de la vida está justo aquí, en tus brazos. Es sentir que no existe ningún ayer ni mañana, simplemente este momento con este cuerpecito tan lleno de vida y amor saltando, corriendo, gateando delante de ti… ser mamá es amar eternamente sin límites, ver la perfección con todas sus imperfecciones. Es agarrar fuertemente, pero saber soltar cuando sea necesario. A pesar del dolor, es saber cuando esos pasos temblorosos puedan llevarle hasta su destino sin tu ayuda, cuando ya te toca sentarte y contemplar como se aleja, esperando para recibirle con los brazos abiertos cuando vuelva. Es aceptar y seguir queriendo.
Ser mamá es todo esto y mucho más. Es intentar enseñarle tus valores y tu moral, para luego aceptar que elija lo contrario. Ser mamá es verle coger su ropa favorita de la cesta de ropa sucia, y no dar importancia a cosas que no lo tengan… es mirarle llena de orgullo cuando se viste sólo, con un calcetín de cada color y botas de agua en pleno verano. Y decirle lo bien que lo está haciendo, lo mucho que le quieres y lo increíblemente hermoso y perfecto que es. Ser mamá es ver a su hijo como un cuadro, donde no quieres añadir ni quitar nada, simplemente ver como se van mezclando los colores a su manera tan particular.

Hay miles de formas de ser mamá, pero en realidad sólo una, y es amar eternamente y sin límites.

Tengo la suerte de ser la mamá del niño más despeinado del mundo. No suele llevar zapatos, y la ropa que lleva está siempre llena de manchas. No entiende de códigos sociales, ni por qué hay que estar sentada en una mesa, si se puede estar debajo… Vayamos a donde vayamos le suelo encontrar boca arriba en el suelo, contemplando el mundo desde otra perspectiva. Orgullosa veo que diga lo que diga, tiene su propio criterio y voluntad, y hace lo que quiere. Es fuerte, creativo, alegre y libre. Con amor de madre le contemplo y veo su perfección como si fuera una obra de arte. Tan diferente a mí, pero sé que sólo aceptando eso consigo darle la libertad que necesita para crecer.

Gracias Adahy por todos estos momentos tan intensos y dulces, pero sobretodo por enseñarme a querer de esta forma tan loca y convertirme en mamá, lo más bonito y gratificante que existe.

Cuando las lágrimas reprimidas se convierten en enfado


Eran las seis de la mañana. No sabía que sueño me había despertado, pero ahí estaba, como si un rayo me hubiera iluminado con su luz. En mi cabeza sólo daba vueltas una verdad, una frase que se repetía una y otra vez. Adahy no llora cuando se pone triste, se enfada. Ay, de repente ví como me chocaba con mi propia sombra, y como al no darme cuenta lo proyectaba a mi hijo y no le dejaba libre. Yo tampoco lloraba, yo me enfadaba. Últimamente no mucho, porque en general me sentía bien y feliz, pero siempre un par de veces por semana me enfadaba… cuando en el fondo quizás me sentía sola, desbordada o simplemente triste. Una mujer necesita llorar a menudo, liberar sus tensiones, conectar con sus sentimientos. Un niño de tres años también. Pero había adoptado una forma de retener, de enfriar mis sentimientos, esconderlos y no sentirlos, convertirlos en enfado. Cuando te sientes desamparado y frágil piensas que el enfado te puede proteger, alejar y defenderte del enemigo. Pero lo único que consigues es desconectar con tus verdaderos sentimientos y crear tensiones que luego se manifiestan como enfermedades. Y ahora mi hijo había adoptado mi forma de enfrentarse con los suyos. Pensaba en mi madre, que según recuerdo, se enfadaba a menudo. No demostraba su tristeza, no lloraba con lágrimas suaves y mirada dulce que buscaba un poco de apoyo o empatía. Se enfadaba hasta el punto de llorar de ira, y luego se volvía a cerrar bajo una sonrisa plácida y fría. Yo hacía lo mismo. Y ahora mi hijo… de repente la habitación oscura me parecía ahogarme, pero ¿qué estaba haciendo? ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Me había preocupado su enfado alguna que otra vez, pero simplemente le había clasificado como un niño muy sensible. ¿Cómo podría romper este ciclo antes de que fuera demasiado tarde, y enseñarle a sentir y aceptar sus verdaderos sentimientos? Casi tuve que empezar a reír de la simplicidad del asunto y mi propia ceguera. Claro, el primer paso siempre sería aprender yo misma a sentir y aceptar mis propios sentimientos. Necesitaba llorar. Necesitaba urgentemente llorar, por mi propio bienestar y salud.

Y nada más formular el pensamiento sentí ese nudo tan familiar en la garganta y empezaron a caer las lágrimas. Por fin lloré, después de tantos meses reteniendo. Lloré por la separación de mi pareja hace medio año (que todavía no me había permitido soltar ni una sola lágrima), lloré porque esa noche mi hijo se había quedado con su padre y me permití sentir lo mucho que le echaba de menos. Lloré porque mis padres se marchaban a Finlandia en un par de días, y les iba a echar tanto de menos. Lloré porque a veces me sentía sola, porque las cosas no siempre salían como yo hubiera querido, porque estaba preocupada, por todas las cosas que pasaron el verano pasado y porque mis hermanos se encontraban tan lejos. Lloré porque echaba de menos a la casa donde vivíamos antes de la separación, y aunque aquí estaba tan a gusto y contenta, lloré por no poder ver desde aquí los amaneceres tan sublimes y hermosos sobre el mar. Lloré porque simplemente había un granito de tristeza dentro de mí, que necesitaba salir.
Cuando el nudo en la garganta se había resulto dejé secarse las lágrimas en la mejilla, con una sonrisa relajada en mi cara.

Con las lágrimas los mocos empezaron a caer también, por fin, porque llevaba más de un mes con la nariz tapada sin ni siquiera poder sonarme. Una amiga y psicóloga me había recordado hace unas semanas que los mocos eran lágrimas, y cuando tenías muchos mocos era que en realidad necesitabas llorar por algo. En ese momento pensé en mis mocos que no salían, que se quedaban como una piedra dura dentro de mí hasta el punto de despertarme por la noche con la sensación de ahogarme. Por primera vez en tanto tiempo respiré sin dificultad por la nariz.

Me sentí liberada y en paz. Ahora podría con sinceridad y empatía ayudarle a mi hijo a llorar cuando estaba triste. Si me liberaba yo, él también se iba a liberar.
Daba las gracias por haberme dado cuenta, tarde pero aún a tiempo, y veía como el sol empezaba a mandar su luz a través de la cortina. Eran las seis y media de la mañana, me levanté y decidí dar un paseo con el perro hasta la colina de enfrente. Desde ahí no podría ver los mismos amaneceres que desde la otra casa en la playa, pero podría disfrutar de otra.

Alguna que otra lágrima se seguía escapando mientras caminaba, y se mezclaba con mi sonrisa liberada. El canto de los pájaros, el olor a romero y campo, la siluetas aún oscuras de los árboles y las montañas sobre un fondo lleno de luz amarilla y púrpura… fue un regalo temprano, una recompensa del universo por haber dado este paso tan importante en mi camino.

sábado, 12 de diciembre de 2009

El Concepto del Continuum

Hoy queremos compartir con vosotros un resúmen del libro "El concepto del Continuum" de Jean Liedloff. En ella presenta un concepto muy interesante, y sin olvidarnos que vivimos en una sociedad distinta  a la tribu del libro y que su realidad es otra, creo que puede ser una gran fuente de inspiración para madres y padres que desean criar a sus hijos respetando sus ritmos y necesidades primordiales. El Concepto del Continuum
-En busca del bienestar perdido


El Concepto continuum es un tema apasionante y se trata de una crianza muy unida a la naturaleza humana, con respeto y dónde los niños forman una parte natural de la vida de los adultos. Es como hubieramos criado a nuestros hijos si no vivieramos en esta sociedad entre coches y bloques de cemento. Aquí hago un pequeño resúmen del increible y inspirador libro "El Concepto del Continuum- En busca del bienestar perdido".

La autora Jean Liedloff no llegó a licenciarse en la universidad pero sus trabajos como antropóloga han tenido mucho reconocimiento. Se sentía atraída por la selva sudamericana y participó en varias expediciones para estudiar a los indios de Venezuela, los yekuanos, que seguían viviendo en la edad de la piedra. Al poco tiempo se dio cuenta de que los niños yekuanos no lloraban, no tenían rabietas, no molestaban, y que pronto, por propia iniciativa empezaron a colaborar en las tareas de los adultos. ¿Por qué se comportaron tan distinto de cómo se comporta un niño occidental? Los adultos mostraban una alegría de vivir, una capacidad extraordinaria para disfrutar de la vida, incluso mientras trabajaban, y tenían una convivencia totalmente pacífica y respetuosa entre hombres y mujeres, y entre adultos y niños.
¿Cuál era la clave de su felicidad y su perfecta convivencia? Tras la quinta expedición escribió el libro “El concepto continuum”, que aunque es un libro muy recomendado para padres con niños pequeños, también es un libro para todos en general, también los que no tienen hijos, ya que describe una sociedad donde los individuos conviven felizmente, libres y sin el estrés y las depresiones que son tan comunes en nuestra sociedad.

¿Qué es el continuum?

A lo largo de la evolución, las especies se van adaptando a su entorno según las experiencias vividas. Estas experiencias van cambiando a las especies para adaptarse a las condiciones en las que les toque vivir. Asi podemos decir que cada especie tienen unas expectativas que deben ser satisfechas para su supervivencia. Ejemplos de estos en nuestra especie pueden ser el contacto piel con piel, la lactancia nada más nacer, ser llevados en brazos etc. Otros animales tiene otras experiencias adaptativas, y es sólo cuando el bebé experiementa estas experiencias cuando su continuum se satisface.
Para un bebé humano, este tipo de experiencias incluyen:

• Contacto físico permanente con la madre (u otro familiar o cuidador/a) desde el nacimiento.
• Dormir en la cama de los padres hasta que el bebé deje de necesitarlo por sí mismo,
• Lactancia materna a demanda, en respuesta a las señales corporales del bebé.
• Permanecer constantemente en brazos o en contacto físico con alguna persona hasta que comience la fase de arrastre y gateo, en torno a los 6-8 meses.
• Contar con cuidadores dispuestas a atender de inmediato las necesidades del bebé sin emitir juicios ni invalidar sus necesidades.
• Satisfacer sus expectativas de que es un ser innatamente social y cooperativo, un ser bienvenido y digno.

Cuando no ocurren estas experiencias básicas que el bebé se espera, es entonces cuando el bebé llora, se tuerce y tensiona el cuerpo. Y cuando sean más grandes tendrán rabietas, pegarán y no sabrán expresar sus necesidades, ya que tendrán una confusión entre lo que desde la sociedad se espera de él y lo que le dice su continuum. En nuestra cultura, estos comportamientos los consideramos “normales” ya que la mayoría de nuestros hijos los experimenta. Pero si pensamos, son actitudes nada a favor de la supervivencia visto desde el punto de vista de la evolución, y son sólo una muestra de que el continuum del niño no está siendo correctamente atendido. Si un bebé hace millones de años se hubiera comportado así, y hubiera salido corriendo alejándose de su madre, o hubiera empezado a gritar y patalear cuando no conseguía lo que en ese momento quería, seguramente hubiera muerto o se habría perdido. Pero cuando el bebé no experimenta lo que su continuum le hace esperar, entonces hace cosas para llamar la atención o decir que algo va mal.

Vivimos en una sociedad adicta a las drogas, al alcohol, al sexo, al trabajo… Buscamos a personas y experiencias para llenar a ese vacío que sentimos por dentro, necesitamos que los demás no llenen y siempre estamos buscando la aprobación de los demás. Vivimos en una sociedad violenta y dónde muchas se sienten excluidas o que no pertenecen a ningún lugar. Según Jean Ledloff esto se debe a que en un principio el continuum del bebé no fue satisfecho. Este bebé será un padre o madre que tampoco sabrá satisfacer las necesidades básicas de su bebé y así se crea una sociedad enferma. Las necesidades no satisfechas de la infancia no desaparecen y ya adultos las personas siguen buscando satisfacer sus necesidades consumiendo, comprando, con relaciones no sanas o con violencia.

El continuum y la crianza

¿Cómo es un bebé que tiene su continuum, sus expectativas básicas satisfechas? Vamos a repasar los puntos uno por uno, de las necesidades de un bebé continuum.

• Contacto físico permanente con la madre (u otro familiar o cuidador/a) desde el nacimiento.

Un bebé continuum es un bebé tranquilo que no tiene necesidad de llorar o protestar, ya que está todo el tiempo en contacto físico, primero con su madre, y luego con otro adulto o niño mayor. Se siente parte de lo que está pasando y observa todo al su alrededor. Si tiene hambre, con sólo buscar el pecho y encuentra alivio, y si tiene sueño se duerme ahí mismo, atado en la espalda, en la cadera o en brazos… Su cuerpo está relajado y sin tensiones, ya que los movimientos de la persona que le está cargando le descarga de toda energía excesiva. Los bebés de nuestra sociedad a menudo tienen los cuerpos rígidos y tensos, y sienten una necesidad de saltar y estirar las piernas cuando le cogemos en brazos.

• Dormir en la cama de los padres hasta que el bebé deje de necesitarlo por sí mismo

Durante la noche cuando todos duermen, es cuando hay más “peligro” alrededor, y si un niño de la selva hubiera aceptado ser dejado y dormir sólo podría haberle costado la vida. La evolución se ha preocupado de asegurar que el bebé llore cuando es alejado de su madre durante la noche, y que se despierte cada ratito para mamar y asegurarse de que su mamá sigue ahí.
Para nosotros que dormimos con nuestros hijos puede parecer muy pronto que un niño quiera dormir sin su madre alrededor de los dos años. Pero hay que destacar que en nuestra cultura, aunque lo intentemos, es muy difícil satisfacer el continuum del bebé cien por cien, ya que como explicaré más adelante, la propia sociedad muchas veces va en contra. Otra cosa importante es saber que en las culturas primitivas como el yekuano, duermen toda la familia juntos, debajo del mismo techo y sin habitaciones que les separa. Eso significa que, aunque el bebé a partir de los dos años no duerma pegado a su madre, la tiene en la misma habitación y al alcance si alguna vez la necesita.

• Lactancia materna a demanda, en respuesta a las señales corporales del bebé.

Un bebé continuum nunca llega a llorar por hambre, ya que en el momento en que siente hambre solo tiene que buscar el pecho o moverse un poco para que la madre le acerque al pecho. La comida no se convierte en una lucha ni un sufrimiento, es simplemente parte de su bienestar.

• Permanecer constantemente en brazos o en contacto físico con alguna persona hasta que comience la fase de arrastre y gateo, en torno a los 6-8 meses.

Cuando un bebé continuum siente la necesiadad de explorar sólo, cuando el está preparado para ello, le dejarán en el suelo y el se alejará lo que sienta conveniente de su madre, sabiendo que siempre podrá volver y que todo es seguro. Los bebés de nuestra cultura, al ser dejados solos en su cuna y habitación desde pequeños, dejados en guarderías o en parques, no se sienten seguros al separarse de su mamá, ya que no estaban preparados para ello y no han podido volver al lugar seguro cuando han querido. Un niño continuum es muy independiente cuando llega el momento y está preparado, y muy seguro de sí mismo.

• Contar con cuidadores dispuestas a atender de inmediato las necesidades del bebé sin emitir juicios ni invalidar sus necesidades.

Como anécdota voy a contar lo que pasó cuando el padre yekuano construyó un parque para su bebé para poder dejarle ahí. El padre estuvo un día entero construyendo un parque fuera de su casa, para que su bebé que ya gateaba podría moverse sin peligro y sin perderse. Cuando el padre había terminado el parque puso a su hijo dentro de el, pero el pequeño empezó a llorar nada mas verse encerrado en ese lugar raro, apartado de los demás. El padre le saco directamente, no cuestionó el llanto de su bebé, quitó el parque que había construido y nunca más intentó nada parecido.

Esta anécdota que nos cuenta Jean en su libro, demuestra claramente lo que significa respetar las necesidades de los bebés sin juzgar ni cuestionarlos. Nosotros, en nuestra cultura, cuando el bebé no quiere algo que nosotros queremos, intentamos convencerle, hacerle cambiar de opinión (en los casos más respetuosos) o directamente imponemos nuestra voluntad sobre el del niño.

Los bebés yekuanos son atendidos en el momento en que lo necesiten, pero no son el centro de atención. Siempre están presentes y forman parte de la vida diaria, pero de una forma muy natural. Nosotros a menudo tratamos a los niños como si todo circulara alrededor de ellos. Paramos la vida que tuvimos antes de ser madres para sólo atender a nuestro hijo y cada movimiento que hace. Esto les provoca a los niños una confusión y visión no real de ellos mismos. Los yekuanos simplemente siguen sus vidas en la medida que pueden y quieren, pero con sus hijos en brazos.

• Satisfacer sus expectativas de que es un ser innatamente social y cooperativo, un ser bienvenido y digno.

Los bebés yekuanso no son apartados de las tareas de los adultos en ningún momento, y forman naturalmente parte de ellos. Los yekuanos confían en que el niño querrá participar cuando sea lo suficientemente maduro y desarrollado para hacerlo, y nunca obligan ni intentan conseguir que los niños colaboren si no sale de ellos. Los humanos somos seres sociales, y queremos formar parte de nuestra familia o tribu, queremos hacer lo que hacen ellos y queremos ser aceptados. Es sólo cuando no se ha atendido bien al continuum del niño, cuando estos no quieren ser parte, o no se sienten parte de la sociedad en la que viven y no quieren colaborar.

Jean nos cuenta en su libro de un hombre que se había sido adoptado de una familia venezolana, y ya de adulto volvió a la aldea de los yekuanos. El vivía durante 5 años con su esposa en casa de otra familia, sin trabajar y sin pagarles nada. Como la familia yekuana no le pedía nada, y él estaba contento de no tener que trabajar, pues así siguieron durante años. Nadie le juzgo ni le reprochó nada jamás. Un día, el hombre quiso cultivar su propio huerto, y el padre de la familia donde había vivido sin pagar y colaborar, le ayudó hasta en el último detalle. El hombre, después de vivir 5 años a su aire, sintió que nadie le presionaba para colaborar y ayudar, llegó a poder disfrutar del trabajo como cualquier otro indio. Esto es algo que deberíamos tener presente cuando intentamos enseñar a nuestros hijos a colaborar en casa o recoger sus juguetes. Si no le presionamos llegará un día cuando quiera hacerlo, sin peleas y reproches.

Los celos son también algo muy normal en nuestra sociedad, entre hermanos y entre personas adultas, pero sólo indica que el continumm del niño no ha sido respetado, y que no se ha podido llenar de sus necesidades básicas como debería. Si un niño deja voluntariamente los brazos de su mamá cuando empieza a gatear, sabe que igual que se ha ido puede volver, y no sentirá que le están “quitando nada” cuando la madre tiene a otro bebé o se dedica a otra persona. Si no ha podido experimentar los brazos de su mamá hasta que él decidió abandonarlos, seguirá buscando ese lugar seguro cuando sea mayor, en su empresa y trabajo, en su pareja o en cosas materiales. Se sentirá celoso de cualquier persona que se acerque a lo que el quiere, ya que sentirá que se lo están quitando.

Otra cosa importante es hacer que los niños se sientan capaces y bienvenidos a colaborar. Y esto es quizás de lo más difícil de seguir o aceptar en nuestra cultura. Si un bebé yekuano se acerca al fuego cuando su mamá está cocinando, nadie le va a apartar. Todos confían en que el bebé es un ser capaz de acercarse lo justo para no quemarse.

Si un bebé yekuano coge un cuchillo mientras los demás están cortando verduras, nadie le quitar el cuchillo diciendo que él es demasiado pequeño. Jean cuenta en su libro cómo los bebés yekuanes gateaban al lado de barrancos sin caerse, exploraban cuchillos, el fuego y el río, entre otras cosas que nosotros consideramos altamente peligroso para un niño pequeño. Ellos confiaban en la capacidad del niño/bebé y sabían que iba a pedir ayuda si lo necesitaba.

Si un bebé desde que nace es apartado de las cosas que le causan interés, y que los adultos manipulan, lo que sentirá es que es un ser menos capaz y digno de hacer las cosas. Esto le creará confusión e inseguridad, lo que llevará a que cuando alguna vez tenga un cuchillo en su mano seguramente se cortará ya que no confía en su propia capacidad. Jean cuenta en su libro que, durante todo el tiempo que permaneció en la aldea de los yekuanos (la última vez hasta 9 meses) casi ningún niño se hizo daño. Cuenta como los bebés habían desarrollado sus sentidos para vivir en la selva sin complicaciones, conocían cada movimiento del río y cada animal de la selva. Nosotros no dejamos que nuestros bebés desarrollen sus sentidos para vivir sin peligro en nuestra sociedad, ya que les apartamos de toda posible amenaza y peligro. Y después cuando nosotros consideramos que tienen la edad correcta, esperamos de ellos que afronten la vida con éxito.

¿Cómo seguir el concepto continuum en nuestra sociedad?

Aunque estemos de acuerdo con todo lo que nos cuenta Jean Liedloff, nos encontramos con muchas dificultades cuando intentamos llevarlo a cabo.
Cosas como dormir con los niños y darles pecho a demanda, es más fácil (aunque en muchos casos también hay complicaciones) pero los otros aspectos de la teoría parecen a veces ir en contra de nuestra sociedad. Lo primero que tenemos que recordar que no somos yekuanso, llevamos un bagaje emocional muy distinto a ellos y llevamos cientos de años actuando en contra de nuestro continuum. No vivimos en tribus dónde contamos con el apoyo ilimitado de otras mujeres, hombres y niños, ni en la naturaleza bajo las estrellas dónde solo hay peligros “naturales” para decirlo de alguna manera. Nosotros vivimos aislados en familias pequeñas, valoramos la independencia y la intimidad, y normalmente no contamos con la ayuda de nadie aparte de nuestra pareja que trabaja, y una madre o amiga que viene de vez en cuando. Tenemos horarios y obligaciones que muchas veces no pueden esperar, y es difícil prepara la comida o poner la lavadora mientras que nuestro hijo pequeño esté experimentando bajando las escaleras solo. Tenemos trabajos que nos llevan fuera de casa y nos obligan dejar a nuestro hijo, ya que los niños no son bienvenidos en muchos lugares de nuestra sociedad. Si queremos quedarnos es casa con nuestros hijos muchas veces significa aislarnos del resto de la vida adulta, y estar solos todo el día con nuestro hijo. Nuestras ciudades son llenos de peligros construidos por los humanos, y que muchas veces no se puede calcular. Los niños yekuanos tenían toda la infancia para aprender a interpretar la naturaleza y selva a su alrededor, y se puede aprender cómo se comportan unos animales, cómo se comporta el río cuando llueve y se inunda, cómo se balancea por un barranco estático sin caerse. Pero nosotros nos movemos mucho de nuestro lugar familiar, y cada día el niño se enfrenta a muchas variantes de los peligros. Hay escaleras mecánicas, escaleras más grandes, más pequeñas, de diferentes materiales… Hay coches que no podemos calcular cómo se van a comportar, y tenemos en nuestro día a día miles de estímulos nuevos.

¿Qué podemos hacer?

Podemos intentar acercarnos a como vivían los yekuanos, teniéndoles como fuente de inspiración para una crianza y vida feliz. Podemos intentar atender el continuum de nuestros hijos lo máximo posible, llevándoles en brazos, alimentándoles con pecho a demanda, durmiendo con ellos y dejándoles explorar siempre cuando sea posible. Cuando hay un peligro que le interesa al niño podemos acompañarles, sin dejarles solos, pero dejándoles que investigue y aprenda. Cuando algo no puede ser, es muy importante explicarle al niño por qué le apartamos, y no enfadarnos ni juzgarle por lo que intenta hacer. Intentemos confiar en nuestros hijos, accidentes pueden pasar, pero son seres competentes que tienen sus 5 sentidos concentrados en lo que están haciendo.
Así podremos tener hijos independientes y seguros, perfectamente capaces de enfrentarse a la vida.

Sofía Nikander