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domingo, 17 de abril de 2016

A veces me cuesta encontrar mi voz

Pude haber sido tu aliada
tu compañera, tu amada.
Pero fui violada, asesinada, destruida y temida.
Fui la ofrenda para los dioses de la cosecha,
la esclava de mi amo,
el juguete del rico.
Mi  deber fue dar placer,
recibir al guerreo hambriento con mi cuerpo
nutrirle con mi sangre y alma mutilada
Mi cuerpo no fue nunca mío,
sólo el lugar del alma pecadora de mujer

Me hiciste culpable de los males de la tierra
me nombraste la pecadora, la bruja, la sin nombre
me quemaste viva,
me tiraste la primera piedra con el corazón de hierro

martes, 18 de marzo de 2014

Mi abuela

El olfato guarda los recuerdos del pasado como si fueran ayer. En un instante te transporta hasta algún lugar y tiempo lejano, lo agarras con fuerza mientras una ola de recuerdos te invade. Sólo un pequeño instante y el olor se transparenta y desaparece. Hoy paseamos por las calles de Málaga y al entrar en una tienda de repente sentí a mi abuela. Los jabónes, la humedad del tejado y quizás los cuencos de barro se mezclaron hasta formar el olor incunfundible de mi abuela. Lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Lágrimas de emoción, alegría, tristeza por estar tan lejos de ella. Y al mismo tiempo sorprendida por la magia de la vida que puede recrear un olor tan único, una tarde como está en un lugar como este.
Hace tres meses mi abuela cumplió 90 años. Sé que todavía quedan meses hasta que me vaya a reencontrar con ella, si su cuerpo y alma siguen con su misión en la tierra. Pero poder sentir su olor hoy ha sido un gran regalo. Transformó una tarde cualquiera en una tarde lleno de olores y emociones, que abrieron un par de nudos más en mi interior.

Comparto un texto que escribí sobre ella hace ya unos años. Se quedó grabado en el ordenador, olvidado en alguna carpeta, imposible de borrar por las emociones que retiene pero sin publicar por las heridas aún abiertas. O quizás no son heridas, son los pasos de una niña pequeña llamada Sofía que busca en su abuela las respuestas de la vida y sus propios raíces. 

"Una mañana de agosto lleno de olores. 
Entre sábanas con estampado de flores y el tic tac del reloj en la pared busco su cuerpecito dormido. Una mecha de pelo gris plateado me habla de su presencia, porque sus huesos frágiles y piel arrugada desaparece para dejar el alma de esta gran mujer libre de cuerpo. Desaparece, poquito a poco, de esta vida, para volver a su Casa, su hogar en otras dimensiones. Levanto la manta y encuentro su carita envuleta en un pacífico sueño, duerme como un bebé, despreocupada y frágil.

Llevo horas llorando sin parar. No es un llanto ni triste ni alegre, tan solo un llanto que tiene que salir, arrastrando consigo corazas creadas durante años de olvido e inconsciencia. Es un llanto con olor a manzanas recién recogidas en la veranda de mi abuela un día de otoño como esta. Es un llanto que lleva consigo el frescor del viento que entra por las grietas de la pared mientras una mujer con la espalda curvada, vestida con un delantal sobre su falda, y un pelo fuerte y gris que se hace rizos sobre unos ojos pequeños de ardilla. Esa mujer que está en cada una de mis células, pero de ella no sé mucho. La siento dentro de mí, sus olores, su carácter, sus miedos y sueños, pero mi razón tan sólo la conoce como mi abuela.
Llevo 18 años viviendo 4000km de mi hogar, el lugar donde nací. Y hoy, entre lágrimas, entiendo que cuando mis padres me llevarona con 8 años a España para crecer aquí me dieron unas alas grandes y hermosas para volar. Me dieron ortunidades y experiencias que no podría haber tenido si no. Pero al mismo tiempo se me arrancaron las raíces que me sostenían erguida, me volvieron a plantar en una tierra árida que mis raíces no conocían ni sentían suyas. Y hoy, mi cuerpo grita poder enraizar en su tierra, sentir el sol que no quema mi piel delicado, el frío que anestesía mi mente que no descansa, sentir las calas y rocas redondas que me enseñaron lo que es la suavidad. Mi cuerpo llora y extraño mi abuela, la que para mí, es la raíz que me podría explicar quién soy.
Traigo a mi memoria la última vez que la ví, una mañana de agosto.

Cuando acerqué labios para besar a mi abuela que dormía aquella mañana de agosto, volví a sentir el olor que resume toda mi infancia, las manzanas en un cesto de mimbre un día fresco de otoño. No había manzanas cerca, y fuera brillaba el sol de agosto. Años de vivencias y limpieza camuflaban el verdadero olor, pero estaba ahí. La besé y la abracé suavemente. Volvería a hacerlo? El día siguiente mis pies volverían a pisar las tierras de Málaga, y su cuerpecito en ese país lejano quizás pronto dejaría de acompañarnos en este mundo. Inhalaba una y otra vez. Necesitaba llenarme de ella, esa mujer que tanto amaba pero que solo mi corazón conocía.

No sé si es cultural o familiar, pero las mujeres de nuestra familia aprendimos que hablar es peligroso. especialmente si es algo importante o emotivo. Porque una vez que decides abrir y dejar fluir todo aquello que tu corazón lleva guardando durante años y años, un manatial de emociones volverá a fluir al superficio y ya no se podrá callar. Así que mudas aprendimos a callar. No hablar, no contar. Guardamos nuestros secretos debajo de alguna piedra en el bosque oscuro, asegurándonos que nadie los encontraría.

Sólo la vejez y la suave demencia hacía que mi abuela a veces hablara. No sólo sobre el tiempo o qué vecino había pasado por la carretera (pasaba los días mirando la carretera de arena que pasaba unos 5o metros de su casa) si no de quién era. Hablaba de los recuerdos que le pesaban, los secretos bien olvidados de la familia, sus miedos y temores. Hablaba de su amor, su risa y sus hermanos.
Las demás personas en la habitación, a menudo intentaban callarla (quién quisiera escuchar a una vieja demente hablando de cosas que pasaron hace más de 70 años?) u otras veces simplemente levantaban las cejar con un gesto de "no le hagas caso, ya no está en las suyas".
Pero yo escuchaba, absorbía cada palabra como una alma sedante de vida. Necesitaba conocerla, amarla, entenderla. Necesitaba saber algo más allá de su piel. Sé que comparto parte de mi sombra con ella, y muchos días me pesa. Me pesa y no soy ni capaz de mirar y entender por qué. Porque no conozco su historia. Con miedo de preguntar intento reconstruir su historia a partir de palabras y historias sueltas, recolectadas durante los años.

Se acerca su cumpleaños y le preparo una tarjeta con palabras llenos de amor pero un poco camufladas para no asustar. Añado un dibujo de mi hijo y unas fotos de momentos juntos. Dentro de mí recorren sensaciones y recuerdos, olores y sabores de mi infancia, de mi leche, de mi tierra. Intento tragar el miedo de dejar el tiempo pasar, sin preguntar, sin intentar abrir esa puerta y mirar por debajo de su piel. Cierro los ojos y pido que nos encontremos en sueño, para compartir todo aquello que no nos atrevemos a compartir despiertos. Y támbién pido que todas las mujeres de la Tierra puedan dar el paso que no me atrevo a dar, preguntar y conocer a sus abuelas. Porque son parte de ellas, y si no llegan a conocerlas nunca se conocerán a sí mismas."

lunes, 17 de marzo de 2014

Mi círculo de mujeres

Tumbada en mi hamaca contemplo la luna casi llena. Hace un par de días brotaron las primeras flores de jazmín y un olor dulce que habla de primavera se mezcla con la tibia noche. Llevo varios días sintiéndome muy agradecida por todo lo que tengo, sintiendo la magia de la vida brotar con las flores en mi jardín. Podría hacer una lista interminable de cosas por las que ahora mismo me siento agradecida, pero hoy, esta noche de temprana primavera quería dar las gracias a mi círculo de mujeres-hermanas que me acompañan en el camino.

Nos conocimos por casualidad, aunque sabemos muy bien que las casualidades no existen.
Junto a ellas he nacido como madre, crecido como persona y me he convertido en mujer. Durante muchos años me sentía perdida porque no encontraba mi lugar en el mundo. Con ellas descubrí mis raíces, que ahora me permiten volar en el mundo sin miedo a perder mi centro.

No siempre pensamos igual, no hacemos las mismas cosas ni tenemos las mismas prioridades. Pero nos respetamos. Nos apoyamos. Nos queremos. Cuando alguien me habla de la envidia que parece existir entre las mujeres, o que siempre compiten entre ellas, me sorprendo. Si, si, también he pertenecido a ese mundo donde las mujeres se pelean como gatas y sólo pueden brillar cuando la otra apaga su luz. Pero desde que tengo a mi círculo de mujeres-amigas-hermanas sé que no es así. No debe ser así. Con ellas he conocido la hermandad entre mujeres. Nos alegramos si la otra tiene éxito o está feliz. Lloramos con ella y la sostenemos si pasa por momentos difíciles. He comprobado en mis propias carnes que la alegría crece cuando es compartida y las tristezas pesan un poco menos cuando hay alguien que te agarra la mano. Hemos pasado por momentos muy dolorosos, pero entre nosotras las palabras y lágrimas pueden fluir, limpiar y con el tiempo sanar.

No hay tabúes. Entre ellas hay un lugar para mí, donde yo puedo ser yo misma, sin máscaras. Explorarme y conocerme, sin miedo a equivocarme.
Esas cosas que no cuento a nadie en sus corazones encuentran un hueco. Un mensaje, una llamada.. una quedada llena de niños, tés y risas. Otras veces lágrimas y abrazos. Nos llenamos con la energía que nace de la fricción entre nuestras almas. Volvemos siendo un poco más enteras.

Juntas celebramos el paso del tiempo. Festejamos embarazos, nacimientos, bodas, enamoramientos. Lloramos pérdidas y creamos un espacio sagrado con simplemente un abrazo y una comida compartida. Otras veces danza y hogueras. Tenemos nuestras propias tradiciones que año tras año van marcando las estaciones y enraizándonos en el mundo.

Contemplo la luna y siento los lazos invisibles que nos conectan. Sé, que cuando vosotras subís vuestra mirada al cielo también me abrazáis. La distancia deja de existir, el tiempo se esfuma en la noche. Gracias queridas hermanas-mujeres de mi vida. Ojalá todas las mujeres encuentren lo que yo encontré en vosotras. Los años pasan y las circunstancias cambian. A veces nos separan miles de kilómetros, otras veces mucho más. Pero cuando nos volvemos a encontrar nos damos cuenta de que nada de eso es real, en el corazón no existe el tiempo ni la distancia.

Gracias Rosa, Fleur, Yasmín, Sonia, Rocío, Carmen y Graziela.

martes, 12 de noviembre de 2013

El miedo y el ciclo vida-muerte-vida

El patriarcado y el miedo a lo incontrolable. El matriarcado y la confianza en lo desconocido.

Nuestro mundo está construído basándose en el miedo. Los niños no pueden estar solos, este parto está tardando demasiado así que haremos una cesárea, tomamos analgésicos y calmantes para no sentir dolor ni agitaciones mentales, cerramos las casa y coches con llaves y alarmas para que nadie pueda robarnos, vacunamos, prevenimos, nos preocupamos, nos llenamos de miedo... ¿De qué queremos salvarnos? ¿Qué intentamos controlar? ¿Lo incontrolable? ¿La muerte? La muerte que es parte de la vida, lo incontrolable que te hace fluir con la vida.
No pretendo que dejemos todas las normas de seguridad. No quiero decir que dejemos de usar cascos ni cinturones, hacer pruebas médicas o poner normas para las barbacoas en verano. Por supuesto que no. Pero nuestra mundo no debería construirse sobre el miedo y la evitación. Ojalá pudieramos

martes, 17 de julio de 2012

Quietud...

Un rayo de luz que traspasa los nubes. Brillante y dorado ilumina las miles de gotas de lluvia que adornan las hojas y el tejado de la casa. Calma. Paz. Ya era hora. Llevaba un tiempo llevando las reservas de mi cuerpo y alma hasta el borde, mi mente no encontraba la paz entre pensamiento y pensamiento, y aún en sueño con las estrellas reinando en el cielo seguía planeando los proyectos de mi ego.
Quizás tenía miedo de parar, porque hace unos meses que descubrí ese vacío, o ese "todo" que no contiene nada, cuando dejo de trabajar, actuar, moverme, bailar, leer... Entonces, cuando cesa el movimiento y los pensamientos se paralizas, se contempla el vacío, el vació del ego. Ahí, en ese vació no soy nada, nadie. Me covierto en mis sensaciónes del espacio, una suave brisa, las hojas de que se mueven lentamente, el perro del vecino que ladra... pero mi YO que he ido construyendo a lo largo de los años no está. Ese vació asusta, pero debajo de las capas del mundo mundiano es lo único que existe. Y cuando llegamos a conocerlo nos damos cuenta de que es todo. Ahora la quietud me acuna hasta dormirme plácidamente. Mi mente descansa sin que las cosas inacabadas lleguen a alcanzarle. Mi alma sonríe, porque por fin tengo tiempo de contemplar los pequeños detalles indetectables, sonreírle a la gente sin reparo y reírme sin acordarme de los muros que un día construí para protegerme.

Hace mucho tiempo que no escribo en el blog, no publico más talleres, no entro en mi facebook, no leo mi email... Agradezco a todas los que me escriben y siguen aún cuando mis proyectos de vida están disfrutando de la quietud igual que yo. A veces me absorbo, igual que tantos millones de personas en este mundo, en mi trabajo y mis relaciones, quizás para no sentir ese lugar donde reina la quietud, donde el ego con sus proyectos y emociones no existe. Donde ya no surgen más preguntas para buscar respuestas, si no donde todo ya ES.

Ahora estoy en Finlandia, el país que me vió nacer, donde mis sentidos gozan de los olores y sensaciones que fueron creados para sentir. Aquí disfruto de lo que muchos llamarían vacaciones, pero yo llamo una vuelta a mi centro, a ese lugar lleno de calma y quietud, donde puedo nadar en un mar de recuerdos y amor.
Pronto estaré de vuelta, llena de nuevos ideas y proyectos, porque desde la calma nacen la creatividad y la energía para llevarlos a cabo. No sé cuándo será, cuando mi alma esté listo para ponerse el chaleco del ego y volver a tejer mi vida.
Un abrazo a todos y nos veremos dentro de muy poquito  

martes, 10 de abril de 2012

Buscándome encuentro...

Me busco en el atardecer que está cayendo como destellos de hilos dorados sobre el tejado. Me busco en el polvo que se levanta en el viento, el calor de la primavera, cálida pero tan transparente. Me busco en la respiración que golpea contra el silencio y las montañas en la lejanía. Me busco, pero no me encuentro, sólo percibo la sutileza de la caricia de un soplo de viento contra mi mejilla. Por un solo instante, que parece ser todo lo que existe, los recuerdos, sueños, miedos e ilusiones han desaparecido.  No sé quién soy, me fundo con la tierra, el polvo, los olivos y el viento. 
Se escucha un coche acercarse por la carretera por detrás de la colina. Aquí estoy. Aquí están también los miedos a no ser suficiente, a no poder, a equivocarme, a la oscuridad. Pero detrás de todo eso, al fondo de mi alma, hay un lugar que me habla de confianza. Me habla de lo que soñaba de niña, mis ilusiones, la fuerzas del amor, la alegría... lo que es bailar sin miedo a caerse, cantar sin el fin que te escuchen.  
Siento lo que es ser una niña pequeña en un mundo grande y lleno de posibilidades. Me siento frágil, tímida pero sonriente. Tan sólo tengo que dar el paso y salir de la cárcel de la comodidad y los miedos. Doy un paso. Dos. Aquí fuera el aire es suave y habla de amor y confianza. 

Bienvenida Sofia, estás de vuelta. Bienvenida primavera que hace que las energías bailen bajo el pálido sol. Bienvenida esta desnudez, esta niña pequeña en mi interior que decide estar presente y soñar mi vida. Bienvenida sea, porque hizo caer el velo que me cubría y me hace olvidar todo lo que soy, debo, debía y debería ser. No soy nada más que este instante, esta mirada, este suspiro. Y vivo el presente con toda su mágia y belleza.   

sábado, 3 de marzo de 2012

Lluvia de primavera

Gotitas de lluvia danzando en el aire. El aroma de tierra fértil y húmedo me envuelve y penetra por la piel de mis pies descalzos. Respiro vida, una primavera que se está acercando. Lo puedo sentir dentro de mi, en mis células que empiezan a vibrar al ritmo de la naturaleza que se está despertando después de un largo sueño invernal. El silencio se convierte en mi múscia y conmigo bailan las gotitas de agua. Lluvia danzante, que suevemente despierta el alma dormido bajo la tierra. No la luvia dura que habla de invierno, esa lluvia que limpia, ahoga, adormece. Sino la suave lluvia de una primavera naciente. Lluvia alegre, lleno de risitas y cosquillas. Luvia de primavera, ¡bienvenida!

miércoles, 8 de febrero de 2012

¿Quién soy? Abrimos el bahúl de los recuerdos

De vez en cuando nos profundizamos en una búsqueda consciente de nosotras mismas, deseándo acercarnos un poco más, entendernos, amarnos, realizarnos. En mi búsqueda reciente (que normalmente empieza con repasar los cientos de textos que he escrito y que tengo guardados en el portátil, como si las palabras y las líneas guardaran algo de mi esencia) encontré un texto que escribí hace dos años para el blog kebuskas.blogspot.com cuando me estaba formando como doula. Ese año repleto de pequeños despertares y cambios...

"Mis pies descalzos se llenan de polvo y tierra mientras mi baile me lleva más lejos y me conecta conmigo misma. El sol de primavera ilumina y calienta mi piel y mi alma, los movimientos ondulares de mi cuerpo abren los canales en mi interior y la energía de mi pelvis corre por todo el cuerpo. La energía de la vida, sanadora y femenina.
Me busco y me encuentro en el baile, el ritmo de la música y el movimiento.
También me busco en la poesía, ver germinar una semilla, la luz que brilla en los ojos de una mujer sabia... una piedra, una ola o un atardecer lleno de colores.
Mi esencia se alimenta de todo ello, se re-encuentra y se conecta con lo sangrado y divino que hay en cada ser. Me autoafirmo. Soy una mujer, soy parte de todo este movimiento hacia un Universo más conciente, soy madre, soy una buscadora más...

Buscamos todos, a veces no sabemos el qué, y a veces nos metemos por caminos equivocados que no nos llevan hacía la realización de nuestro ser. Cuando busco, me guío por mis emociones y mis sentimientos, sueños y alegrías, así no me equivocaré.
Siempre estoy aprendiendo algo nuevo, porque el aprender es el dinamismo de mi vida. Aprendo, leo, afirmo, reafirmo. Mi alma necesita crecer, desarrollarse, sanar viejas heridas y descubrir sombras desconocidas.


Y la vida me brinda oportunidades cada día de hacerlo, entre mis amigos y todas las personas que hay a mi alrededor, mi maternidad, mi familia, mis estudios, mi baile... y ahora he empezado el camino para formarme como doula, para así poder ayudar y apoyar a otras mujeres que a través de un parto lleno de amor están dispuestas a cambiar el mundo.
Necesitamos despertarnos y en el parto, cuando estamos en el filo invisible entre la muerte y la vida, nos encontramos con todos los sueños y emociones reprimidos y nuestra sombra desconocida. Es una oportunidad para despertarnos, darnos cuenta de todo lo que nos queda por vivir y aprender, concienciarnos como mujeres y conectarnos con nuestro ser interior. Si nos dejamos llevar por nuestros emociones primitivas y convertimos el dolor en olas de despertares, nos lleva hacía una maternidad conciente y una vida plena donde nada es imposible mientras que trabajamos afín con nuestro alma.
Las mujeres llevamos dentro de nosotras un poder creativo inmenso, un poder capaz de crear vidas y milagros. Pero no sólo podemos crear hijos si no que es un manantial de energía creativa sin fin para realizar sueños y proyectos. Cada día, y a través de mi baile, intento hacer fluir esa energía para liberar todo lo que queda por nacer de mi vientre femenino.

Me siento profundamente agradecida por todas las personas que han estado esperándome en mi camino cuando necesitaba apoyo o guía.
Estoy convencida de que cuando decides cambiar y crecer, la vida te presenta todas las oportunidades para hacerlo.
El alma de mi hijo que decidió entrar en mi vientre hace tres años me ayudó a dar un paso más hacía mi despertar, y está aquí conmigo cada día para enseñarme a ser madre. Mi pareja, mis amigos, mi familia y todas las personas conocidas y desconocidas.... todas están en mi vida por una razón muy especial y recibo, doy y agradezco. Gracias"

viernes, 8 de abril de 2011

Andar descalza

Parir es como andar descalza sobre la Madre Tierra. Cuánto más estés en contacto con tu interior, más podrás disfrutar de tu parto. Andar descalza igual, cuánto más hayas estado en contacto con la Madre Tierra, menos daño te harás. Y disfrutarás del tacto con el barro y la hierba, sentirás que tus pies nacieron para sentir todo aquello. Pero cuanto más has calzado los zapatos de la civilización y cuidadosamente quitado todas las durezas que se formaban, más te pincharás y te lastimarás cuando intentes andar descalza. Podrás aprender técnicas de respiración para sobreponerte al dolor de las piedras contra tu piel tan frágil, o intentarás adoptar posturas para sentir lo menos posible el impacto de la tierra contra tus pies. Andarás en puntillas, dando saltitos, sólo con los talones… pero no te habrás hecho amiga con el dolor ni con la tierra, si no que simplemente estarás buscando formas para evitarles hasta volver a calzar tus cómodos zapatos de la ignorancia.

Zapatos de la ignorancia. Los que calzamos cada día nada más despertarnos de nuestros sueños salvajes que ni siquiera recordamos cuando la luz del día alumbra nuestra cortina. Los zapatos nos desconectan de la Madre Tierra, nos aíslan de su energía y protege de su sabiduría. Los zapatos son la herramienta para mantenernos como unos ignorantes ciegos en nuestra sociedad. Cuánto más altos, más nos aíslan y alejan de nuestra naturaleza salvaje. Vivimos en una cultura donde la mujer bella esa una mujer sumisa y domesticada, vestida con una falda estrecha que le limita el movimiento y unos tacones que le obligan a andar despacio y tambaleando, escondiendo su verdadera naturaleza. La verdadera belleza está en unos pies agrietados con tierra en las uñas, una mujer fuerte, amorosa y poderosa. Una mujer que puede correr libremente sobre la tierra, que disfruta del césped húmedo después del a lluvia, el barro y la arena que quema en el desierto. Instintivamente sabe dónde hay ramas que cortan, y su piel reconoce qué piedras resbalan y dónde puede apoyarse para no caerse.

Descálzate. Así parirás, andarás y vivirás como la mujer que eres. No pasa nada si al principio te pinchas o pasas frío. Al principio dolerá y tus pies blancos se agrietarán y se hincharán. Pero luego se convertirán en los pies bellos de una mujer salvaje, conectada, consciente y responsable de sus propios pasos.

lunes, 4 de abril de 2011

¡Vuela!

Mi ser de luz, ¿cuándo te enseñaron a esconderte en tu sufrimiento? Preciosa criatura, envuelto en asfalto y sociedad, ¿dónde está tu humilde ternura, tu manantial de amor y la semilla que te dieron del árbol de la vida? ¿Esa semillita que te dieron para plantar en esta tierra, hacer crecer un árbol fuerte y amorosa con poder de sanar, compartir y disfrutar, cuidar de los demás y hacer crecer nuestra conciencia colectiva?
Gimes, te escondes, sufres si la luz te apunta con su dedo de verdad amoroso. Te duele, pataleas, niegas…. La oscuridad te da seguridad, ahí no ves nada, pero tampoco te ven a ti.

Hada, cisne… si te atrevieras a desdoblar las alas y darte cuenta de que sabes volar. La suave brisa te llevará lejos, mucho más arriba de este mundo de cemento, donde nada fluye, todo obstruido de miedo, te protege. Te verás envuelto en un amor que no necesita protección ni escudos, máscaras ni capas. Podrás volar libremente, como la risa, los rayos del sol y el viento de otoño. Ahí arriba existen los milagros. Porque los límites no son más que miedos y creencias.
Destápate, el frío que sientes al principio, no es más que el despertar de tus células. El silencio que experimentarás no es el abandono o la soledad, es la plenitud y el amor eterno. Ese sutil cosquilleo en tu interior, eso es estar vivo.
Suéltate, no te agarres a nada. No tengas miedo de perder nada valioso, lo que necesitas volverá hacía tí. Ahora solo vuela.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Te busqué

Te busqué entre las sombras que danzaban en las paredes, en aquel atardecer lleno de colores pintado en el cielo. Te busqué en el olor a jazmín, en la piel de aquel chico, en la desesperación de la noche en soledad. No te encontraba y seguía buscando. Te buscaba en las lejanas estrellas de la noche, en el amanecer, entre los suaves tonos de la flauta y el ritmo que llenaba el espacio aquella tarde de verano. Te busqué entre mis recuerdos de la infancia, entre juguetes usados, polvo y apuntes que ya no servían. Te buscaba entre las hojas caídas de otoño y el frío sol de primavera. Me enamoré y te seguí buscando, ¿quizás en aquel abrazo? Luego te buscaba en el abandono y la soledad, el desamparo y el dolor. Casi dejé de creer que existieras.
Te busqué entre aquellas mujeres debajo de la luna nueva, ahí te podía percibir, pero un instante más tarde te había vuelto a perder. Te buscaba en los ojos de los niños, las manos agrietadas de los ancianos, en el viento, en la soledad, en el silencio… Te buscaba en Dios, en los templos, en el amor y el desamor. Sólo me encontré con tu suave fragancia, sí, existías, habías estado por aquí, habías rozado estas paredes con tu presencia. Te buscaba entre los bloques de cemento, movimiento, coches y el ruido de la cuidad. Y te buscaba en la naturaleza, en el manantial lleno de sabiduría que limpiaba, alimentaba y sanaba. Si no te encontraba ahí ¿dónde podrías estar? Solo te podía percibir entre la sublime belleza y el amor incondicional, pero siempre jugando al escondite. A veces me daba la sensación que me contemplabas desde algún lugar, pero si me giraba para encontrarte ya no estabas. Intentabas guiarme y ayudarme, pero el ruido a mi alrededor era demasiado fuerte como para permitirme escucharte. Y otras veces el silencio demasiado compacto para ser atravesado.

Un día te busqué dentro de mí, y te encontré. Te encontré recorriendo mis venas como la sangre, llenando mis células, mi alma, mis huesos. Te encontré en la quietud que reinaba entre pensamiento y pensamiento, en el silencio de mi alma, en el sutil mensaje de mi intuición. Te encontré en mi agrietado y asustado corazón lleno de amor, en mi hígado y mis pulmones. Te encontré debajo de mi piel, en mis estrías, la leche que llenaba mis pechos, el útero que palpitaba con amor. Te encontré abrazándome, creyendo en mí, susurrándome que yo era valiosa y querida. Siempre habías estado ahí,  pero yo nunca te vi porque estaba demasiado ocupada buscándote y soñandote en mil lugares fuera de mí. Ahora que te he encontrado seguiré a tu lado. Seguiré alimentándote con mis experiencias, permitiendo que tus actos y deseos se conviertan en míos. Te escucharé, me quedaré quieta, me moveré cuando me pidas que baile. Y soltaré y volaré ahora que estás conmigo porque ya no hay nada de qué tener miedo.  

jueves, 24 de marzo de 2011

Para una libélula

¡Rompe, empuja, sal de tu cáscara!

Pequeña ninfa, ya es hora de convertirte en libélula, por fin, saca tus alas y ¡vuela!
No, no te vuelvas a esconder en tu cáscara, no te encierres en tu miedo. Aún queda mucha música por bailar, aire por saborear y alma por amar. Ven. Alcanza mi mano y confía. Tu cuerpecito frágil aún duda y tiembla, intenta volver a la oscuridad, protegerse con esa armadura que tu corazón ha ido construyendo para no ser alcanzado y dañado. Pero el amor no te hará daño, te hará aún más fuerte. Cantar desde el alma no será delatarte, será vivir tu verdad. Tu voz temblará, pero será bello. Nadie más conoce tu canción ni tus tonos, así que nadie podrá cantarlo por tí.
Mantengo tu alma en la palma de la mano, con miedo de apretar demasiado fuerte. Tan sólo una chispita de luz, un pequeño suspiro. Pero tan lleno de miedos y dudas, sueños y esperanzas, amor, milagros y risas.

Las hojas de otoño y la lluvia se convirtieron en simplemente viento e invierno. Quizás tengas miedo de que las lágrimas del cielo peguen tus alas al cuerpo y que no puedas volar. O que ahí fuera no haya nada que no sean nubes grises y aun más frío. Pero si miras fijamente verás los cristales de la nieve lejana, y percibirás la energía acumulada debajo de la tierra, esperando a que el sol caliente para que la vida vuelva a germinar. Sentirás que pronto, pronto cantará la hierba y brotará la luz entre las piedras.

Cuando naces de verdad te emociona el canto silencioso del universo que penetra tu alma, la danza de las hojas al viento, la luz del sol entre las nubes y la quietud de tu propio baile. No resistas más. No siguas escondiéndote entre disfraces y quehaceres, ya puedes volver a encontrarte, volver a nacer. Duele. Al principio pasamos frío y nos sentimos solos y desprotegidos. Pero es tan sólo hasta que te des cuenta de que todo lo que antes te envolvía y protegía, en realidad sólo impedían tus sentidos de sentir y tu corazón de latir libremente.

Tu escudo y protección no son más que costras de una vieja herida que ya no sangra. Yo también veo tu cicatriz, pero ya no te hará daño. Ahí está para acordarte hacía dónde dirigir tus pasos. Pero deja que el sol la queme y el viento la acaricie, piel nueva cercerá y tu cuerpo seguirá bailando.

No estarás sola nunca más, somos uno con el todo, conectados en el espacio y el tiempo con hilos invisibles. Yo soy tú. Y tú eres la libélula que baila dentro de mí.

viernes, 21 de enero de 2011

Desde la oscuridad se vuelve a nacer- sobre la violencia

No es más que un alma frustrado, dañado y remprimido. Su luz que brilla no es su luz interior divina, si no estallos de rabia, dolor, y enfado. En la profundidad, debajo de su escudo duro y manipulador se esconden sus sueños y deseos reprimidos, dañados y olvidados, tan olvidados que ni siquiera las reconoce cuando una grieta las trae a la luz.

Un ser humano dañado en un animal peligroso que lucha con sus instintos de supervivencia. Un hombre dañado en lo más profundo de su alma no diferencia la luz de la oscuridad, ni el deseo del alma del ego, ni el umbral del dolor de otra persona. Un hombre con su esencia dañado es un animal asustado que responde violentamente, manipulando la realidad para ajustarlo a su dolido interior. Un hombre dañado intenta atrapar a la luz para convertirlo en suya, dominarla y poseerla. La inocencia es su segunda presa, y el amor la tercera. Roba su piel, y la deja tirada bajo el frío invierno cuando descubre que no le alivia el dolor. Deja su alma como una hoja tirada en la calle después de que el viento termine su juego con ella. Mojada, quieta y sin poder volver a volar, pisada y dañada por pies inconcientes. Hasta que un niño la descubra y la lleve a su casa para contemplar su preciosos colores o el tiempo la convierta en tierra y vuelva a a su hogar. 

Dentro de él soplan los vientos del desierto, que sólo remueven arena quemada sobre más arena. El vacío a veces es tan grande, que lo intenta llenar con la luz de aquella jóven, masticandola, anulandola y convertiendola en suya. No de palabra, si no de cuerpo y alma.
Sus dioses es la culpa y el poder, y el único amor que conoce es el que anula a la otra persona intentando que las gotas de jugo que exprime de ella calme la tormenta en su interior. Pero la tormenta sólo se calmará cuando escuche a su alma que grita frustrado, encerrado en la oscuridad, cuando descubra la esencia de la vida, la belleza de dejar vivir y la sútil palpitación del amor que no desea poseer.

Aún así le puedo dar las gracias. Por demonstrarme mis debilidades, lo que necesito cambiar, y lo que es realmente valioso en mi interior y necesito proteger de su mirada. Por intentar dominarme y anularme, y así simplemente conseguir hacerme más fuerte y que mi luz brille con más intensidad. Porque después de haberme robado la piel, la fría soledad me arropa y me demuestra mi calor interior, el silencio en mis oídos se convierten en el sútil canto de mi alma. Apredí a preguntar "¿Quién es?" antes de abrir la puerta, por si acaso era otro depredador hambriento. Ya conozco su olor y sus trampas, sus pasos silenciosos no me pueden sorprender. Rastreando le siento venir y le bloqueo el paso. Aquí no entra más, este es terreno sagrado. Después de mi huida pude volver a nacer.

Mi aliento la dedico a todas las mujeres que aún luchan por volver a ser libres, encontrar su piel robado y conseguir volver a brillar. A todas las mujeres manipuladas, violentadas emocionalmente y físicamente, dañadas, reprimidas y no escuchadas.
Después de la tormenta nos espera una calma que asusta y duele, deja a nuestra vista la carne quemada, los destrozos y la fragilidad de nuestro ser. Pero la quietud llena la soledad y el amor verdadero puede volver a brotar en tierra fértil. El alma dañado se curará con la inocencia, la verdadera, la que significa conocer la maldad pero aún así seguir creyendo y quierendo lo bueno. El sol, aunque hoy no brilla, tan sólo se esconde detrás de una nube gris. Y la fuerza, la fuerza más grande y poderosa, es la que habita dentro de nuestro alma, nuestra mujer interior, sabia y amorosa. Si aprendemos a escucharla podemos romper los muros y escudos que le encierran, recibir su guía y protección a través de su susurro silencioso. Un susurro que se convertirá en nuestro grito de libertad. Con alas frágiles damos el salto hacía el vacío, el aire aliviado nos recoge y volvemos a volar.

martes, 5 de octubre de 2010

Mujer de luz

















Mujer de luz
iluminando el camino entre vida y muerte
guiando nuestros pasos con sabiduría y amor
mujer de luz, madre de tierra,
hermana de amor
desde mi alma sube un canto de gratitud
con tu luz me encontré y renací

Mujer de luz
Con pies descalzos pisas tierra fértil
en tus huellas germinan semillas de amor
mujer de luz, madre de tierra
con la luna tu aliada
nos acompañas, nos guías, nos iluminas
hasta crecemos fuertes y sabias


Mujer de luz
si te pierdo por el día te encuentro por la noche
brillas con luz del alma cuando la mente descansa
mujer de luz, madre de tierra
doula de la vida
acompañándonos con tu corazón abierto
en nuestro nacimiento sagrado

Mujer de luz
corre sangre de amor por tus venas,
la verdad del universos como fuego en tus ojos
mujer de luz, madre de tierra
Como la hoja al viento
bailas la danza mágica al ritmo de la vida
sientes el pulso de la Madre Tierra vibrar


No hay vida sin muerte, amor sin humildad
ni mujer que no brille en el fondo del corazón
Plantémonos juntas las semillas del amor
en el corazón de cada madre,
en cada nacimiento sagrado,
Impregnémonos las piedras con luz divina
la tierra con sangre y leche,
la vida con amor y alegría
Juntas, haremos renacer la tierra llena de paz.

jueves, 26 de agosto de 2010

Duendes, mamás y árboles

Anoche soñé con ese lugar secreto y olvidado. Ese lugar añorado que aún no conozco pero donde hay duendes que habitan en las barrigas de sus mamás, otros enganchados a su chorro de sangre y leche, mientras los más tímidos se esconden entre las ramas de los árboles. No hay casas ni pozos ni calles, tan sólo piedras que enmarcan el camino y manantiales con agua cristalina que sacia el alma del vagabundo. Porque ahí somos todos vagabundos, en un bosque donde debajo de cada árbol se encuentra un cobijo y un hogar. Ahí, la madre tierra, fértil y cálida, nos abraza por la noche, nos humedece y nos despierta con el rosario, nos mantiene calientes durante el invierno, y nos refresca en verano. Los árboles nos ofrece sus frutos y hojas para decorarnos y las almas de los animalitos que ahí habitan se convierten en nuestra familia. Hay cuevas dónde por las noches nos iluminan las llamas de la hoguera de las más sabias, y los osos nos cubren con su piel. Los sonidos de la noche más oscura nos invitan a su baile salvaje e hipnótico, donde el amor y el arte se mezclan con la magia. Si hace frío nos acurrucamos entre los árboles y nos tumbamos entre las piedras aún calientes del sol, mientras el atardecer juega con sus colores encima de las montañas. Naranja, amarillo y lila azulado.

En mi sueño mis pies descalzos sienten el frío del atardecer y la energía de las raíces mientras camino hacía el árbol que esta noche será mi hogar. Una higuera grande con hojas verdes y jugosas me invita a compartir su alma durante las horas de sueño más profundo. No estoy sola ni acompañada, formo parte de la vida y del bosque. Igual me abraza la raíz de la higuera y la piedra a su lado, igual me calma el búho en aquel pino un poco más hacía la montaña o el olor a lavanda de alguna colina cercana. Por fin estoy en casa. Aquí la sangre que sale de mi cuerpo y corre por mis piernas se mezcla con la tierra, la fertiliza y vuelve a ser lo que era. Sangre poderosa y curativa. Aquí nada es como en el mundo de ahí arriba. Aquí las gotas de la suave lluvia de otoño me limpian la mejilla y el sudor, refresca mi alma y alimenta mi ser. Las cálidas noches de verano me invitan a esconderme debajo de las ramas y el frío invierno me hace descubrir la magia de un extásico baile alrededor de una llama. Por fin estoy en casa, unas horas más, hasta que el despertador me despierte y me lleve otra vez hacía un mundo extraño de ahí arriba. Lleno de asfalto, cemento y quehaceres, que aquí en la profundidad del bosque de los duendes no consiguen cobrar sentido.

lunes, 28 de junio de 2010

Un cuento lleno de sabiduría

Quiero compartir con vosotros un cuento chino que me contó un dundecillo hace un par de días. A veces nos regalan unas palabras, o como en este caso, un cuento, que te ilumina un trocito de tu camino y te acerca un poquito más hacía el profundo entendiemiento de la vida. Y sí, los duendes existen, sólo hay que tener el corazón y el alma abierto para recibirles y reconocerles. Hace poco que conocí a este, pero me parece que le conozco de toda la vida. Es el duende de las abejas, así que la próxima vez que saboreais la dulce miel, o os saluda una humilde y amorosa abeja, mándale un pensamiento de gratitud y amor.

Un hombre humilde y pobre de riquezas materiales, pero rico en sabiduría y amor, vivía con su hijo en una cabaña en la montaña. La única riqueza que tenían aparte de su ropa y sus sandálias era una vaca marrón que cada mañana les daba una leche dulce y nutritiva. Una mañana cuando se despertaron vieron que la vaca se había alejado del lugar, y aunque buscaron y rebuscaron no pudieron encontrarla.
-¡Que mala suerte! exclamó el hijo del hombre sabio. El hombre contestó tranquilamente:
-No existe ni la mala ni la buena suerte. Las cosas pasan porque tiene que pasar.

Pasaron unos días, y una mañana, al despertar, el jóven encontró la vaca tranquilamente saboreando la hierba, en compañía de un jóven y bello caballo.
-¡Papá, papá, que suerte! ¡Ha vuelto la vaca, y con un caballo! El hombre sabio contestó tranquilamente:
- Me alegro de que haya vuelto, y ahora podremos montar a caballo y descubrir la montaña más allá, pero no existe la buena ni la mala suerte, las cosas pasan porque tienen que pasar.

El hombre sabio y su hijo aprendieron pronto a montar a caballo, y descubrieron juntos lugares nuevos llenos de belleza, lejos de casa donde a pie no habían llegado antes.
Un día cuando el sol ya estaba bajando para dejar el cielo para dejar paso a la luna menguante y las estrellas, el caballo se asustó, y saltó repentinamente. El hijo del hombre sabio, que en ese momento estaba subido al caballo, se cayó al suelo y se rompió un brazo. El hombre sabio le puso dos maderitas y una sábana para curar el brazo de su hijo, pero el hijo exclamó:
-Ay que mala suerte he tenido, por qué he tenido que caerme y lastimarme el brazo?
-No existe ni la buena ni la mala suerte, las cosas pasan porque tienen que pasar, contestó el hombre sabio mientras ataba la sábana blanca alrededor del brazo.

Al mismo tiempo, en la ciudad del gran emperador chino, se hablaba de la dura guerra con el país vecindario. Habían muerto muchos soldados, y necesitaban refuerzo. Querían reclutar a todos los jóvenes mayores de 15 años del territorio chino para mandarles a la guerra. Y así fue. El ejército pasaba de casa en casa y llevaba consigo todos los jóvenes, a pesar del llanto de sus madres y lágrimas de los más pequeños. Cuando llegaron a la montaña donde vivía el hombre sabio y su hijo se acercaron a la cabaña. Cuando vieron que el jóven llevaba el brazo lastimado, se dieron la vuelta y dijeron que ese brazo nunca iba a estar bien para llevar un arma.
El hijo del hombre sabio esta vez no dijo nada, sólo miró a su padre a los ojos, y por fin compredió la sabiduria de sus palabras.

lunes, 19 de abril de 2010

Estrellita

Estrellita, ¿por quién brillas una noche tan silenciosa como esta? Los humanos están tan ocupados con sus deberes y fiestas, para no hablar de los que ya están lejos de aquí en sueño, y no te ven. ¿Habrá alguien que se pare en la terraza para contemplarte, desearte suerte en tu largo viaje, o pedirte un deseo? ¿Habrá alguien que se maravilla por tu fuerza de hacer llegar tu luz desde tan lejos? Y ¿por qué lo sigues haciendo? Si nadie te ve, ni te hace caso, ni te echaría de menos si no estuvieras entre los billones de otras estrellas, ¿qué amor infinito te llena para seguir mandándonos tu luz?

Lluvia de abril

Llueve. El camino de tierra se ha convertido en un río de barro, y con cada trueno tiemblan las paredes finos de madera. Es una lluvia de primavera, renueva, moja y nos invita a escondernos en el cobijo de nuestras casas y pensamientos. Abro la puerta y contemplo las gotas que caen en la terraza y veo el relámpago. 1..2..3…4…..7 segundos hasta que aparece el trueno. La tormenta se está alejando, hace unos momentos sólo podía contar dos segundos.

La lluvia me relaja, hace que las tensiones de mi cuerpo desaparecen, los nudos se deshacen y mi mente puede explorar libremente en el vacío que queda. No necesito moverme, no necesito bailar, porque siento que el mundo se mueve por mí, las gotitas que caen están llenas de energía que no cesa. Mi vida, tan lleno de movimiento encuentra la paz, y mi cuerpo puede estar quieto, simplemente contemplando.
Recuerdo cuando era pequeña, en la casita de campo en Finlandia dónde me crié, las tormentas y lluvias de otoño solían ser fuertes y frecuentes. Me sentaba en la terraza, contemplando las velas que bailaban en el viento húmedo que entraba por las grietas en la pared. A veces me escondía del mundo en el bosque, o debajo de un barco sacado del agua, para poder sentir sobre mi piel la energía que bailaba con las gotas de agua, el pelo que se ponía de punta con los trueno, y la humedad del césped que hacía que mi cuerpo temblara de frío. Otras veces salía desnuda, y bailaba un baile quieto entre gota y gota, dejando que el olor a tierra mojada inundara mis sentidos. Y me sentía tan conectada, con la madre naturaleza, la tierra, el universo…

Mi padre siempre me contaba, que el día cuando nací, había una tormenta que encerraba a mi padre con mis dos hermanos en la casa de campo mientras mi madre paría en el hospital. Sin electricidad, tenían miedo de que pasara algo, incomunicados, no podían acompañarme en mi nacimiento a este mundo. Me contaba que era Dios quién estaba tan enfadado porque no quería despegarse de mí, y por eso provocaba esos fuertes truenos y la lluvia. Luego entendí, que no había ningún Dios enfadado, que la decisión de entrar en el vientre de mamá lo había tomado mucho tiempo antes, con la bendición de todas las fuerzas y poderes. Pero el cuento de mi padre me hacía sentirme especial, querida, y aliada con esa energía liberada durante las tormentas.

Hoy, siento que la lluvia baila para mi otra vez. Me renueva, me llena de energía, limpia el mundo a mi alrededor. Y me inunda con lo que tanto busco en mi vida, la quietud. Permite a mi cuerpo, por unas horas, estar quieta, sin necesidad de correr, buscar, bailar, explorar…

Dentro de poco la lluvia cesará y el mundo se queda quieto, con sólo unos los pájaros volando y una suave brisa que mueve las ramas fuera de la ventana. Los coches vuelven a arrancar para devolver sus dueños a la vida social, el movimiento empieza. Necesitamos equilibrar esa paz exterior con movimiento, y no paramos de correr, crear, saltar… salimos de nuestro cobijo y volvemos a vivir. El sonido de las gotas de lluvia contra el tejado dejará sitio para el martillo del vecino, el canto del pájaro, los gritos, los coches, una risa…

Pero mientras dure la lluvia me quedaré aquí contemplando, soñando, en silencio y quietud, llenándome de paz para cuando los primeros rayos de sol entren por la ventana y me inviten a bailar.

domingo, 7 de febrero de 2010

Cuando el camino se llena de piedras

A veces todo fluye, la energía te envulve y te lleva hacía nuevas experiencias llenas de luz y amor. Otras veces te atropiezas con una piedra, te caes y no sabes cómo levantarte. Te preguntás qué ha ido mal, cómo te caiste, y por qué las alas te pesan y te obliga a quedarte en el suelo. ¿Por qué? Parece que has dado unos pasos hacía a trás, que tus esfuerzos no hacen efecto y que nada tiene sentido. A lo mejor no pasa nada concreto, simplemente nuestro estado de ánimo cambia y resaltan los problemas y las tristrezas del día a día.

Pero no es así. Tenemos que dar las gracias por las dificultades, porque sólo son indicadores de que algo está mal y nos presentan la oportunidad para cambiarlo. Es una oportunidad para crecer, ser sincera y auténtica consigo mismo, aprender y llegar a un nuevo estado en nuestras vidas.

Si nos cuesta ver lo que la vida nos quiere enseñar, y no nos despertamos, las dificultades se manifestarán de otra manera, no nos abandonarán. A través de los sueños, pesadillas, dificultades, enfermedades... Están ahí para ayudarnos, extendiéndonos su mano para que nos tiremos con ellos confiados. Todo tiene un porqué. Nada es inútil ni sin sentido. Y mis obstáculos son mis bendiciones.

"No pretendemos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supere la crisis, se supera a sí mismo sin quedar `superado`"
Albert Einstein

Si siempre seguimos envueltos en la misma felicidad, no podríamos avanzar. No veríamos las cosas que necesitamos cambiar para seguir creciendo, y a veces necesitamos un empujón fuerte para atrevernos a abrir los ojos. Algunas personas acceptan, y se dejan fluir, encontrándose con su sombra y sus problemas, confiados de que vienen por su bien. Aprenden y cambian su actual rumbo para poder crecer.
A otros les cuesta abrir los ojos, porque los cambios a menudo duelen. Pero el dolor debería ser nuestro amigo, simplemente un ayudante más para que podamos avanzar y salir de esta situación.

Hace poco todo parecía ir mejor que nunca y mi Yo se encontraba más fuerte y lleno de inspiración y vida. Las oportunidades se me presentaban una y otra vez, llenos de ilsiones y amor. De repente me caigo. Me atropiezo con mi sombra y esas cosas que le relegué hace mucho tiempo, pensando que enterrados no me podían dañar. Pensaba que lo había arreglado todo, de una manera menos dolorosa, pero más cobarde. Justo ahora volvían hacía mí, porque sabían que estaba lo suficientemente fuerte como para enfrentarles, aprender de ellos y salir adelante más sabia. Era el momento de abrir los ojos y unir los trozos de mi ser que había ido dejando sueltos por ahí. Dar ese paso que llevo tiempo dudando si era para mejor o peor. Ser sincera conmigo misma y el mundo externo. Convertir el miedo en amor y confianza. Agradecer las circunstancias y las personas que me acompañan. Agradecer las experiencias que he tenido para llegar a este momento, pero entender que la vida es un proceso dinámico lleno de cambios.
Las personas de tu vida están ahí por una razón muy especial, te encuentras con ellos porque tienen algo que enseñarte, y tú a ellos. Luego volverán a su camino, y tú deberías hacer lo mismo. Nunca nos separamos porque todos somos parte de un Todo inseparable.

Abre los ojos, accepta y recibe la verdad que tus dificultades te intentan transmitir. De las gracias y sal nueva, abierta y con brotes de vida nueva floreciendo en tu piel.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Alabando la Vida

¿Cuándo por última vez te dejaste mojar los pies en la lluvia, te rebozaste en una charco de barro,o te tumbáste en el césped y contempláste el vaivén de las nubes del cielo sin más fin que lograr alcanzar un sincero goce eterno, a su vez tan sencillo y sutil?¿Cuándo te encerraste en tu mundo pautado, y aprendíste que lo imposible es imposible; que las hadas no bailan en los bosques, y que la lluvia que cae no es néctar divino? ¿Cuándo dejaste de sorprenderte por el hermoso baile que pega la hoja al viento? Ojala pudiera volver a enseñarte que no hay nada imposible y que lo único que limita el mundo es el hecho de no creer en la misma posibilidad de lo posible.Quiero que juntos toquemos la tierra, la profundidad de los mares, la mujer y el hombre: el amor. Quiero que sientas la magia, llenarte con voces de los bosques, la flauta de tu alma, los silencios de la música. Quiero que escuches el latido de la naturaleza, el ritmo de la vida y que lo bailes cautivado por su éxtasis místico. Pero sobre todo quiero hablarte de la mujer. Porque dentro de cada mujer vive una diosa que merece ser reconocida y amada, quien es el principio de toda vida y tiene el poder de crear. Hablaré a través de esta danza mágica creada para la mujer y a través de palabras que toman la forma del viento cuando vuelan a tus oídos. Quiero enseñarte la hermosura de cada detalle, la perfección de una simple flor. Quiero que sientas la inspiración de amar y crear, la que siento yo al crear mi universo, un universo sin límites donde los hitos los pones tú.¿Ves la luz de la farola? No la confundas con una estrella, pero reconozca la belleza y la magia que lleva en sí misma porque no es ni más grande ni más pequeña, sino diferente.¿Sientes este olor a vida? ¡Es el olor de la vida!