Mostrando entradas con la etiqueta Estereotipos de la Mujer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Estereotipos de la Mujer. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de octubre de 2016

Que la danza nos una


Que la danza nos una. Que la danza nos acerque a las demás mujeres danzantes, tejiendo una red de hermandad y confianza que nos acoja a todas. La danza, la maternidad, los círculos... Hemos crecido en un mundo donde nos enseñaron que las mujeres entre ellas se llevan mal, hay rivalidad y cuando hay tres amigas sobra una. Nos han contado que es más fácil relacionarse con chicos, no se pelean como "gatos" ni se meten en dramas inventadas. Nos han contado muchas cosas sobre las mujeres y la feminidad, pero ya te habrás dado cuenta de que no es verdad. Pues, sigamos entonces creando el mundo que queremos, por y para nosotras y nuestras hijas.
Las mujeres nos necesitamos (las mujeres necesitan a los hombre, los hombres a los hombres, los hombres a las mujeres... etc pero aquí hablamos de mujer a mujer). Nos necesitamos sanas y apoyándonos mutuamente. Necesitamos compartir nuestros tesoros escondidos, nuestra sabiduría ancestral, menstruar juntas, criar juntas... Porque la evolución nos diseñó a sí. Una manada que necesita a la otra para sobrevivir. Una manada, donde las mujeres se mantienen juntas, sosteniéndose mutuamente en sus tareas, danzando, criando, amando...

Tenía más de 20 años cuando descubrí que lo que me habían contado de las mujeres no era verdad. Tenía más de 20 años cuando descubrí que lo que yo pensaba que era verdad para las demás, y entonces para mí también, no era así. No tenía por qué ser nadie que luchaba contra la otra, intentando ser mejor, más bella, mejor bailarina, mejor novia, mejor estudiante, mejor trabajadora. O ganabas o perdías. O te escogían, o escogían a la otra más bella o simpática. Pero no. Podía ser simplemente un hilo más en esta red universal, donde todas somos parte de un todo, donde cada una de nosotras somos importantes para que la red aguante. No soy mejor que tu, ni tu que yo ni la vecina. Somos diferentes. Únicas. Igual de importantes. Y si nos encontramos en el camino de la vida, es porque podemos aprender algo de la otra, compartir algo, crear algo juntas.
Cuéntaselo a tu hija. No vayamos a seguir transmitiendo el cuento de la princesa bella y aislada en una torre, que espera al príncipe para hacerse completa. La que tiene que sobresalir por encima de las demás para poder brillar, para que el principie la reconozca. Ese cuento ya no nos sirve. Cuéntale a tu hija el cuento de las mujeres que bailan juntas en el claro de la luna. Acompañadas y seguras. Compartiendo penas y alegrías. Celebrando la vida y la felicidad ajena. Unidas.
Y sobretodo: únete a las demás mujeres. Baila con ellas. Busca un círculo de mujeres, unas puertas abiertas, una comunidad. Porque seguro que tienes mucho que enseñarles, y ellas a ti. Pero sobretodo por compartir y celebrar la vida. Sonríe a la dependienta con ojos de cansada, aunque ella apenas te mira. Sonríe a la madre con el bebé en brazo que no para de llorar. No la juzgues por sus decisiones o estilo de vida. Busca en ella lo que os hace iguales, lo que compartís. Lo que se esconde debajo de nuestros disfraces y posturas, La Mujer.
Recuerda, que quizás lo único que necesitas un día desastroso es una sonrisa de una mujer desconocida, una sonrisa de complicidad y hermandad. Una sonrisa de alguien que sabe ver más allá de tu acto y tu piel, sin juicios.

martes, 19 de abril de 2016

Reflexiones sobre el uso de tacones





Hay muchas mujeres a quienes les encanta llevar tacón a pesar de reconocer dolor y incomodidad. Algunas ya conocen los problemas asociados al uso prolongado del tacón, como dolores a nivel lumbar, cambios artrósicos en la rodilla, alteración de postura, acortamiento de tendones y otros problemas, algunas irreversibles, tanto en el pie como en otras partes del cuerpo. Y aún así, siguen usándolo. Algunas a diario. Otras se limitan a fiestas y bodas. Parece casi inaceptable no vestir de tacón en ciertos acontecimientos. Respecto a esta entrada, cada una es libre de llevar lo que quieran, y esto no va a ser un manifiesto en contra del tacón. Ni siquiera hablar de los problemas asociados a ello (para ello ya hay artículos muy interesantes como por ejemplo este) si no a mí me interesa ahora mismo el fenómeno social que hay detrás. ¿Por qué decide una mujer llevar tacón a pesar de las incuestionables molestias y dolores que provoca? ¿Por qué? ¿Qué te hace el tacón para querer usarla a pesar de todo? ¿Qué cánones de belleza absurdas hemos asumido sin cuestionar ni reflexionar?

El zapato de tacón se ha convertido en una herramienta de poder en nuestra sociedad jerárquico y patriarcal.
Poderío, fuerza, atractivo físico. Estilizan y realzan la belleza de las piernas, dicen. Sexualidad y sensualidad. Estatus y valía. Parecen darnos la llave para ser alguien en este mundo social, ser útil, inteligente, válida. ¿Cómo llegó a representar todo eso?
Los orígenes del zapato del tacón es muy distinta. Ya en el antiguo Egipto

jueves, 12 de septiembre de 2013

Estereoptipos de la Mujer

Tacones, maquillaje, pechos voluminosos, faldas cortas, piernas depiladas... emocional, histérica, de lágrima fácil. Si deseas ser una Mujer de Verdad, hoy en día tienes que ser una emprendedora en el trabajo, pero al mismo tiempo la casa por supuesto estará limpia y los niños bien cuidados (lee: ropa limpia, educados y comidos- 5 frutas al día, bañados y en la cama antes de las 9 con los deberes hechos) y sexualmente activa con tu pareja. En fin, la mujer de hoy en día debe parecer a la mujer de la tele que anuncia las pastillas para la lavavajilla, y tener el cuerpo de la muñeca sin rostro del escaparate.

viernes, 17 de mayo de 2013

Yo soy yo, yo soy así. Así me quiero y así me quieres.


Siento mis pies enraizar en la tierra. Descalzos, perciben el barro húmedo y encuentro mi centro. Tan simple. No necesito vestidos, maquillaje o tacones para sentirme mujer. No necesito demostrarle a nadie de lo que soy capaz, de que yo también puedo, que yo también soy hermosa. Porque así, con los pies llenos de barro respiro la razón de mi ser. Quizás no es tocable por las palabras, pero está presente en cada inspiración. No necesito depilarme para encontrarme atractiva, no necesito lavarme el barro de los pies para que me recibas en tus brazos. Yo soy yo, yo soy así. Así me quiero y así me quieres. La ropa no va ser quién hable de mí. Por mi hablará mi piel, la luz en mis ojos, mi alma que mueve mi cuerpo al son de la música. Porque sólo ellos podrán contarte quién soy, cuáles son mis anhelos y mis sueños, lo que amo y deseo.  

Cuando naces, niña, sabes bien tu valor y tu belleza. Sabes que no necesitas ser ni hacer nada, simplemente existir y dejarte guiar por la llamada que surge en tu interior. Pero luego creces y la sociedad te coloca capa tras capa sobre ti, para que poco a poco escondas todos tus tesoros bajo un manto de superficialidades. Quizás para que no puedas mantener contacto con tu ser interior, para que no sientas lo equivocado que está todo, para evitar que salgas corriendo buscando tu propio destino. Olvidas quién eres, por qué eres, y empiezas a buscarte en el mundo exterior. Buscas tu identidad en la ropa, el peinado, el trabajo… Buscas tu valor en los abrazos y besos del otro, el amor en el corazón de aquel hombre. Pero nunca lo encontrarás, porque no está ahí.
Siéntete, amate, descúbrete. Suda, llora y deja la risa incontrolable nacer en tu vientre. Déjate manchar, danza y corre libremente con los lobos. Sangra, busca y encuéntrate dentro de ti.

lunes, 6 de mayo de 2013

Uno por uno se van cayendo los velos de los prejuicios, creencias y emociones negativos, que hasta ahora tapaba la verdadera esencia y sabiduría de nuestro ciclo menstrual. Las mujeres somos seres cíclicas, cambiantes, y ahí reside nuestra fuerza y nuestro poder. Pero nos hemos criado en una sociedad patriarcal donde se valoran las energías masculinas: proyectables y lineales. Olvidamos nuestra naturaleza cíclica y su poder, despreciamos nuestra inconsistencia como si fuera una debilidad en vez de un regalo. Pero es posible, aquí y ahora, decidir vivir nuestra naturaleza innata, convivir con las fuerzas masculinas complementándonos con nuestro interior cíclico y renovador.

domingo, 14 de abril de 2013


Una amiga hace poco me dijo que antes éramos esclavas de los hombres, pero ahora nos hemos convertido en esclavas de la sociedad. Sentimos que debemos actuar, ser o aparentar de una u otra manera. Nos intentamos controlar con hormonas y píldoras para responder a las exigencias, vamos en contra de la llamada de nuestros instintos e intentamos suprimir las respuestas fisiológicas de la naturaleza femenina. Intentamos crear una nueva especie dentro de la raza humana, como un híbrido entre el hombre y esa criatura primitiva que puede dar a luz y amamantar, esa criatura temida y despreciada llamada Mujer.

¿Cuándo seremos libres? Eso sólo

viernes, 8 de abril de 2011

Andar descalza

Parir es como andar descalza sobre la Madre Tierra. Cuánto más estés en contacto con tu interior, más podrás disfrutar de tu parto. Andar descalza igual, cuánto más hayas estado en contacto con la Madre Tierra, menos daño te harás. Y disfrutarás del tacto con el barro y la hierba, sentirás que tus pies nacieron para sentir todo aquello. Pero cuanto más has calzado los zapatos de la civilización y cuidadosamente quitado todas las durezas que se formaban, más te pincharás y te lastimarás cuando intentes andar descalza. Podrás aprender técnicas de respiración para sobreponerte al dolor de las piedras contra tu piel tan frágil, o intentarás adoptar posturas para sentir lo menos posible el impacto de la tierra contra tus pies. Andarás en puntillas, dando saltitos, sólo con los talones… pero no te habrás hecho amiga con el dolor ni con la tierra, si no que simplemente estarás buscando formas para evitarles hasta volver a calzar tus cómodos zapatos de la ignorancia.

Zapatos de la ignorancia. Los que calzamos cada día nada más despertarnos de nuestros sueños salvajes que ni siquiera recordamos cuando la luz del día alumbra nuestra cortina. Los zapatos nos desconectan de la Madre Tierra, nos aíslan de su energía y protege de su sabiduría. Los zapatos son la herramienta para mantenernos como unos ignorantes ciegos en nuestra sociedad. Cuánto más altos, más nos aíslan y alejan de nuestra naturaleza salvaje. Vivimos en una cultura donde la mujer bella esa una mujer sumisa y domesticada, vestida con una falda estrecha que le limita el movimiento y unos tacones que le obligan a andar despacio y tambaleando, escondiendo su verdadera naturaleza. La verdadera belleza está en unos pies agrietados con tierra en las uñas, una mujer fuerte, amorosa y poderosa. Una mujer que puede correr libremente sobre la tierra, que disfruta del césped húmedo después del a lluvia, el barro y la arena que quema en el desierto. Instintivamente sabe dónde hay ramas que cortan, y su piel reconoce qué piedras resbalan y dónde puede apoyarse para no caerse.

Descálzate. Así parirás, andarás y vivirás como la mujer que eres. No pasa nada si al principio te pinchas o pasas frío. Al principio dolerá y tus pies blancos se agrietarán y se hincharán. Pero luego se convertirán en los pies bellos de una mujer salvaje, conectada, consciente y responsable de sus propios pasos.

lunes, 28 de febrero de 2011

Reencuentro con mi Mujer Salvaje


Cuando el movimiento de esta sociedad me paraliza. Cuando ya no sé a dónde ir, hacía dónde girarme para que mis pies vuelvan a encontrar el apoyo de la tierra arenosa. Exhausta y agotada después de tanto tiempo caminando y al mismo tiempo intentar tapar las grietas en mi vida.  Y ahí está ella, la mujer salvaje. Está siempre en alerta, cuando se da cuenta de que me salgo de mi camino o escondo mis sueños hasta que dejen de brillar, o mis lados oscuros hasta convertirles en algo mugriento y pestoso, ahí está ella.
Me busca por la noche en mis sueños más oscuros, me hace despertar sin aire, desorientada y con la sensación de que algo se me está pasando por alto. Me deja sin fuerzas y me pide recogerme y buscar cobijo en la soledad de mi cueva, lamerme las heridas mientras calculo daños y replanteo mis prioridades.

Cuánto más la tapo con una cómoda máscara, más fuerte grita, y más crece mi sensación de ahogo.  Porque yo soy ella, ella es la vigilante de mi vida, de mis sueños y mi yo interior.
Y otra vez no, después de descubrirla, no volveré a enterrarla. La necesito en mi vida. Necesito vivir al límite de las emociones, ciega, pero con la fuerte guía de mi linterna interior: la intuición. Necesito soltar los miedos y dudas por el barranco, volver a fluir y confiar, aullar en la noche y correr libremente por los campos.

No quiero seguir teniendo una máscara que tapa a mi mujer salvaje y mi yo interior. No necesito pretender ser nada ni nadie. Soy yo. Y agradezco las grietas en mi apariencia, un poco más de piel de la cuenta, un pezón debajo de una tela fina, una gota de sudor en la mejilla, la humedad que riza mi pelo cuando me lo he peinado demasiado… es la rebeldía de la Mujer salvaje, quiere romper la perfección y demonstrar que está ahí. Y me encanta. Le doy las gracias por no dejarme sola, nunca. Vela por mí día y noche, cuando yo estoy demasiado ocupada con tareas superficiales y a veces sin sentido.

Si quereis conocer a vuestra Mujer Salvaje os invito a leer el libro "Mujeres que corren con los lobos" de Clarissa Pinkola

http://www.holistika.com/autoayuda/mujeres-que-corren-con-los-lobos---tapa-dura.asp

"Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nostros tiene sin duda cuatro patas."

RECUPERA EL PODER DE LA MUJER SALVAJE
"Dentro de toda mujer alienta una vida secreta, una fuerza poderosa llena de buenos instintos, creatividad apasionada y sabiduría eterna. Es la Mujer Salvaje, una especie en peligro de extinción que representa la esencia femenina instintiva. Aunque los regalos de la naturaleza les pertenecen desde siempre, los constantes esfuerzos de la sociedad por "civilizar" a las mujeres han ocultado los dones que éstas albergan en su interior.
En este libro, Clarissa Pinkola Estés revela ricos mitos interculturales, cuentos de hadas e historia -muchas de ellas relativas a su propia familia- para ayudar a las mujeres a recuperar su fuerza y volver a conectar con su verdadera esencia. Pinkola Estés ha creado una psicología femenina en su sentido más auténtico, el que lleva al conocimiento del alma.
Mujeres que corren con los lobos
es, asimismo, un fascinante mosaico de historias que, además de resultar sumamente entretenido, nos ofrece una nueva visión de lo femenino y de sus posibilidades."

                                                                                              "Una celebración del alma femenina."
                                                                                                        The Washington Post