domingo, 23 de enero de 2011

La danza del útero


Nuestro útero, ese lugar desconocido donde sea crea la vida y de donde nacen todos nuestros proyectos e hijos, físicos y espirituales. Las mujeres de nuestra cultura patriarcal no la sentimos, hemos aprendido a ignorarla, a no hacerle caso ni saber de su existencia.
Pero es un centro vital, un manantial de sabiduría y creatividad, y también el lugar para el verdadero placer femenino. El orgasmo gran orgasmo femenino no empieza en la vagina o en el clítoris como solemos pensar.  Empieza en el cuello del útero. Y cuando una mujer se excita, primero el útero empieza a temblar, luego a palpitar, siendo cada palpitación una ola de placer.
Pero en nuestra sociedad aprendemos desde niñas a inhibir esas pulsaciones sexuales, haciendo que las conexiones neuromusculares con el útero no se establezcan, dando lugar a que las mujeres adultas no sentimos ni percibimos nuestro útero.

Y ¿qué tiene el útero que ver con nuestra danza?
Muchas veces me he preguntado por qué llamamos a esta ancestral danza "danza del vientre". Creo que sería más acertado llamarla la danza de los brazos, hombros, tronco, caderas... o ¿por qué no la danza del útero?

En la antigüedad era la danza de la fertilidad, la danza para la mujer embarazada y una ayuda durante el trabajo de parto. Los movimientos ondulares se realizaban con las caderas, la cuna del útero, para fortalecerlo junto con la zona pélvica, y relajarlo entre contracción y contracción.

Nos podemos imaginar el útero como un péndulo colgado en un hilo que sería equivalente al torso, el centro energético y de la gravedad. Le dejamos caer de lado a lado, como un vaivén, le hacemos girar como en un círculo alrededor de su centro, siempre en la perfección. Dejamos bailar al útero, le acariciamos, le fortalecemos, le relajamos... nos concienciamos de nuestro cuerpo de mujer, las partes escondidas pero sagradas, sus funciones, su movilidad natural, nuestra naturaleza femenina.

Cuando bailamos, el útero vuelve a la vida, vuelve a ser acariciado por el movimiento, y podemos concienciarnos de su existencia con visualizaciones, pensamientos o simplemente bailando con el. Podemos volver a sentirlo, conectarnos con el, disfrutar de ese manantial de creatividad y el verdadero placer femenino.

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