lunes, 13 de octubre de 2014

Aquí estoy ahora


Pocas veces he pasado tanto tiempo alejada del blog.
Pero llegan esos momentos en tu vida, cuando todo se te gira 180º, empiezas a cambiar de piel para adentrarte de nuevo en un mundo diferente. Esos momentos requieren contemplación, paz y enraizamiento.

Me he convertido en una oferta de dos por uno. En uno de esos botes de champú que vienen con el acondicionador incluido. O el paquete de cereales con el regalo escondido en su interior. Quizás una manera muy frívola para hablar de tu existencia, pero lo hago con una sonrisa llena de amor :) Estoy feliz de sentirme como un huevo kínder con su sorpresa esperada en su interior.

Invité a un alma habitar en el rinconcito de mi vientre, viniste enseguida y ahora somos un ser fusionado. Un ecosistema como un árbol y su musgo.
Cómo cualquier ser fusionado crecemos juntos y cuando llegue la separación física, nunca volveremos a ser los mismos de antes. Yo soy un poco tú, y tu serás un poco yo. Hemos dejado la huella el uno y en el otro, creando lazos que nos mantendrán unidos para siempre. No sé cómo es tu carita ni tus ojos, pero siento que nos conocemos desde siempre.

Hoy leí un texto que me pareció muy hermosos. No recuerdo el autor, pero hablaba de que los hijos son los únicos que han escuchado nuestro corazón desde nuestro interior. Siempre me ha parecido increíble el amor que una madre siente por sus hijos, y mucho antes de nacer. Pues sí, tu hermano y tu, sois los que habéis escuchado mi corazón desde dentro. Ahí empieza el amor más grande del universo. Con un latido que te acuna en mi vientre para hablarte del mundo y de la vida.
Gracias por honrarme con tu presencia y por enseñarme que el amor que se siente por un hijo no se divide, si no que se multiplica cuando viene uno nuevo.

Donde hay dos, hay lugar para fiestas, risas y bailes. Intercambio y charlas hasta la madrugada. Llantos liberadores para soltar todo aquello que ya no necesitamos, limpiezas profundas para dar espacio para la nueva vida. Pequeño garbancito que ya te convertiste en bebé en mi vientre, no me deja de sorprender cómo pudiste elegir un momento tan oportuno para venir. Ya siento tu calor y tu luz, y ya me llegaron unos poco de los aprendizajes con las que vienes. Igual que cuando nació tu hermano, sé que nunca más volveré a ser la misma persona, porque el aprendizaje es tanto que me hace crecer y florecer.

Mis prioridades han cambiado, ya me estoy preparando para tu llegada. Ya siento que estoy volviendo al mundo de la lentitud, donde la luz del sol que juega con las hojas puede ser lo más hermoso y más hipnotizante del mundo. Me quedo horas contemplando, buscando el silencio, me fundo con la imaginación de tu hermano y suelto el mundo exterior. Ya nada de lo que pueden esperar de mi es lo suficientemente importante. Porque lo único que realmente importa crece entre mis brazos y ahora tú, en mi vientre.