jueves, 17 de marzo de 2016

Desde la profundidad del puerperio

 
"La Madre" pintura de Cristina Alejos Cañada
Quizás nadie te habló de la profundidad del océano del puerperio. O quizás te habías informado y leído, te creíste preparado para ello, pero aún así las olas llenas de sombras del submundo femenino te arrastran contra las rocas. Ese cansancio, esos sueños tan vívidos. Los recuerdos de tu propia infancia de repente tan presentes y las emociones tan a flor de piel. El olfato que te analiza el ambiente, te cuenta hasta el mínimo detalle de cada persona que se te acerca. Y esas lágrimas que nacen de no sabes dónde cuando deberías estar pasando por el momento más feliz de tu vida: la llegada de tu hijo. Ahora te sientes repleta de felicidad. Pero en el instante siguiente el mundo parece derrumbarse para que luego te des cuenta de que no, no era para tanto. O sí.
La matrona te habló de cuarenta días. Pero no son cuarenta días. Los primeros cuarenta días del puerperio son simplemente esos días cuando aún permaneces debajo de la superficie sin respirar. Tu ser, tal como lo conocías antes, acaba de morir y en tu cuerpo habita otra mujer llamada madre. La intensidad del parto te llevó hacía ese lugar tan cerca del otro mundo, donde las paredes que nos separan casi se hacen transparentes. Esto, para que puedas volver a nacer como aquella nueva mujer-madre. La que está conectada con todo tu ser y todos tus sentidos con tu instinto y intuición, para así cuidar y proteger a tu cachorro.


El puerperio respetado y vivido con amor es un momento único, un regalo para profundizar, cambiar y crecer. Porque a menudo viene acompañado de una necesidad de gran cambio. La mujer-madre necesita cortar con todo lo anterior que no funcionaba. Quizás siente la necesidad de dejar su antiguo trabajo, amistades, hacer nuevos planes de vida, cortarse el pelo... Igual que en el momento premenstrual cuando el cuerpo te avisa de todo aquello que necesitas limpiar, cambiar, desechar.
Quizás luego, poco a poco, después de desechar y cambiar, puedes volver a dejar crecer el pelo y volver a lo que hacías antes. Pero ya desde tu nuevo ser como una mujer nueva. Transformada.

El puerperio dura mucho más allá de los cuarenta días. Coincidiendo con el momento cuando el niño empieza a moverse sólo y alimentarse cada vez más de manera autónoma, alrededor de los 7-9 meses, una empieza a descubrir que el mundo sigue ahí fuera, girando sin parar. El mundo le ha esperado. Pero aún quedan muchos meses de puerperio, buceando entre recuerdos y emociones en el océano interior y hasta más o menos los dos años no se establece del todo el equilibrio hormonal interior.

¿Qué necesita una mujer-madre puérpera? Que las personas a su alrededor le ayuden a crear esa burbuja protectora que le permite bucear sin peligro y dedicarse con todo su ser a su cría. Sostén emocional, espacio, paciencia y tiempo. Calma y amor. Está realizando el trabajo más exigente y importante de su vida.

Y ¿Qué hay de las madres que tienen que volver a trabajar?
Hay madres que desean volver a trabajar pronto (aquí queda la cuestión de lo que cada uno llama pronto, tan acostumbrados a una sociedad que no respeta los tiempos de la mujer y el bebé, donde lo normal son 16 semanas). Quizás es la manera de agarrarse al mundo, mantener la cabeza sobre la superficie y sentir que no pierde del todo su persona. Está bien. Es lo que necesita ella, y por lo tanto está bien. Pero hay una gran diferencia entre ella que quiere, y ella que se siente obligada. Porque cuando la sociedad te obliga a volver a tu puesto y a tu vida como si ya deberías haber vuelto a ser la persona que fuiste antes del embarazo, cuando aún está tan frágil como un pez encima de la superficie, a la nueva madre no se le permite vivir lo que su cuerpo por naturaleza está diseñado para vivir después de un parto. Su cachorro le reclama, sus pechos rebozan de leche y sus emociones se convierten en olas que le arrastran de nuevo hacía la profundidad mientras que la sociedad le exige que se mantenga serena y con toda su potencial cognitivo. La mujer-madre se encuentra entonces con la dualidad "cuidar de mi bebé-ser alguien en el mundo" y siente la obligación de elegir. Algo imposible.

El mundo sigue girando mientras buceamos en las profundidades del puerperio con nuestro cachorro que huele a leche y vida. No hay prisa. No hay que forzar nada. Poco a poco aumenta la necesidad de recrear la vida exterior, al mismo ritmo que el bebé empieza a buscar estímulos del exterior. El mundo sigue ahí, esperándonos.

Con amor de una madre aún puérpera

1 comentario:

  1. Hola Sofia, soy Cristina

    Muy bonito texto, el cuadro lo ilustra muy bien.

    Yo creo que la sociedad no estima en absoluto la importancia de educar a un ser humano, si lo hicieran, permitirían las bajas maternales de 2 años!!! en todos los países!!!

    Solo veo dos opciones, abandonar el empleo fijo para una empresa y dedicarse a un trabajo independiente que permita cuidar al niño al mismo tiempo.

    O el teletrabajo, u otras formas de modificación de horarios para hacerlo compatible con la vida de madre.

    Apuesto por el trabajo independiente. Montar un negocio antes de tener al hijo, y delegar después. Es lo más complejo de conseguir pero la solución más inteligente.

    Un saludo!!!

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