lunes, 22 de marzo de 2010

Cuando abrimos las puertas a la creatividad...

…descubrimos un chorro de ideas y inspiración que invade cada rincón de nuestras vidas.

Cuando tengo que preparar una coreografía o una canción para bailar, pongo la música, me empiezo a mover por la casa. Me preparo un té, doy un saltito con la música, ahí hay un cambio, un acento, una flauta.. Empiezo a bailar, cojo un velo, empiezo a dar vueltas. No bailo sólo la canción que necesito preparar, bailo la siguiente, y la otra y la otra… No puedo parar, todas me parecen igual de bellas y mi cuerpo se mueve solo. Vuelvo a la primera canción. Sólo necesito escuchar a mí cuerpo, ver lo que sale. Ya he abierto las puertas a la creatividad, y entonces sólo tengo que anotar, escuchar y confiar en que lo que sale es lo mejor que hay en mí. Y luego me acuesto, es tarde. Pero no encuentro la paz y me vuelvo a levantar. En mi mente giran textos, palabras que tengo que anotar, una canción para la clase de inglés de mañana, un ejercicio para mis alumnas de baile…

El día siguiente tenemos una fiesta de disfraz. Dos horas antes me acuerdo, no he preparado nada. No pasa nada, abro el armario, saco una falda, busco una flor… No pienso, no razono, simplemente sigo la creatividad hasta dónde me lleva, paso por paso. Y termino vestida de cabeza hasta los pies, pintada y decorada mejor que nunca.

Todos podemos abrir esas puertas, y nos sorprenderá el manantial de creatividad que encontramos. ¿De verdad sé hacer todo eso? ¿Esa idea fue mía? ¿De verdad he inventado yo esto?

Mi cuerpo conoce el idioma del baile, y entonces es mi mejor manera de abrir esas puertas. Pero cualquier cosa vale. Escribir, cantar, pintar, pasear por el bosque… Lo que nos llene y nos inspire. Una vez con las puertas abiertas podemos usar la energía para lo que queramos. Normalmente no tenemos ni que preguntar, la creatividad se ocupa de todo aquello en nuestras vidas que necesita arreglo. Me viene la idea de qué comprarle para mi padre para su cumple, sueño con las palabras que necesito decirle a mi amiga que está triste.

Luego sólo tenemos que aprender a cerrar las puertas. No del todo, pero dejándolos abiertos sólo una mijilla, para que la mente pueda descansar. Después de una jornada de trabajo creativo necesito un momento de meditación, una clase de yoga, una taza de té contemplando la nada. Y el día siguiente, cuando he recuperado fuerzas, sé cómo volver a abrirlos y el mundo mágico vuelve a ser mío.

1 comentario:

  1. Gracias por tus palabras, disfruto mucho con tu escritura, tienes un modo de decir las cosas que me conecta y que me inspira.
    Un abrazo!

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