miércoles, 5 de mayo de 2010

Formación de Doula- Seminario II

Hay veces cuando sientes que estás en armonía con lo que deberías estar haciendo. Que te encuentras en el lugar y el momento adecuado, no deseas nada más ni distinto y toda tu energía se centra en este mismo instante. Toda nuestra vida debería ser así, pero vivimos corriendo, saltándonos el presente y con la energía del pasado o los miedos de mañana.

El primer seminario hizo florar muchos emociones y sentimientos desconocidos o bien escondidos, y tras un éxtasis que duró varios días me encontré con mi sombra más oscura. Hay que hacer limpieza en mi interior, sacar todos los viejos trapos, lavarlos, purificarlos y quitar el polvo de todo el amor y magia que crece en cada uno de nosotras. Mi camino se cruzó con ese cambio en mi vida que tanto anhelaba pero evitaba, por miedo a lo desconocido y a vivir plenamente en el presente. Los cambios asustan y duelen, vivir en el presente también. Hasta que aprendemos que no tenemos nada que perder, sólo podemos crecer.

Cuando entré por la puerta de Recrea para realizar el segundo seminario, sentí que estaba en el lugar correcto, y que en ese momento no podría estar en ningún otro lugar. Me convertí en uno con el entorno y el momento, formaba parte de un todo más grande. Nos esperaba Susana Olalla, doula y organizadora de la formación, con su sonrisa de siempre, que en cualquier momento se convierte en un regaño amoroso entre madre e hija. Porque se ha convertido en una madre-doula para nuestro nacimiento a la nueva sabiduría. Nos da a luz a todas, sacando de nuestro interior la verdad sobre las mujeres y la naturaleza, el amor y la vida.
Y nos esperaba Verónica, una mujer impulsiva, cariñosa, llena de energía, y tan conectada con su fuente. Pero su fuente no es un manantial silencioso de dónde surgen las ideas suavemente, es una cascada de ideas y energías que van y vuelven. Igual está riéndose a carcajadas, bailando con fuerza y sentimiento, o quieta buscando en su interior esa palabra o idea que se perdió entre la multitud. Verónica fue un regalo de nuestra madre-doula Susana Olalla, que nos quería hacer pasar por este crecimiento a través de la música y los ritmos, para conocernos y nuestro cuerpo, porque sólo así estaremos listas para conectar a otras mujeres con sus cuerpos.

Verónica nos habló de los cambios de los ritmos. Del ritmo penetrante que se convierte en éxtasis o caos, cuando ya llega al colmo. Y luego la alegría espontánea antes de la calma. Nos enseñaba el ciclo de los ritmos, y que en realidad todo en nuestras vidas sigue los mismos ciclos. Un parto, un acto sexual, el nacimiento de una idea o cuando realizamos algún sueño... Todos son procesos cíclicos que pasa por las distintas fases con sus ritmos. Experimentamos el ciclo de los ritmos bailando y dejando el alma en cada movimiento o latido de la música. Sudamos, reímos, lloramos, bailamos... conectadas con un algo más grande que nos guiaba y nos unía donde la piel nos separaba.
Revivimos la evolución de la tierra, tumbadas en el suelo convertidas en una partícula movida por las olas del mar. Luego nació el movimiento espontáneo, los reptiles, los animales en cuatro patas, para luego convertirnos en mujeres. Mujeres que aún con los ojos cerrados y sin saber quién estaba a su lado, formaban abrazos y conexiones entre los participantes, todos nacidos espontáneamente y como desde una mente colectiva.

El día siguiente nos esperaba la pediatra Neonatóloga y homeóptat Mónica Delgado. Una mujer dulce, llena de sabiduría y palabras que nos hicieron llorar más de una vez, emocionadas por el gran amor que nos hizo ver en cada rincón de nuestro corazón.

Nos habló de la concepción y la fecundación, la gestación y el parto. Y aquí el gran protagonista era el bebé todavía sin nacer, lo que percibía y sentía ahí dentro del cobijo del vientre de mamá.
Las palabras que más me llegaron, y creo que lo comparto con muchas de las que estaban, fueron: "Si estás aquí, es que en algún momento tu madre te dijo SI". Es la verdad más grande, más simple, pero a veces tan difícil de entender. No hay niños no deseados. Para la implantación, en algún momento, la madre, o el cuerpo de la madre que es una manifestación de sus pensamientos, le dijo SI a ese bebé, si no, no hubiera tenido lugar esa implantación. Quizás la sombra de la madre es demasiado oscuro y pesada, quizás su mente está encerrado en las pautas del miedo o de la cultura civilizada, pero su cuerpo en algún momento deseó a ese niño y le hizo cobijar en su regazo. Y es sólo el amor más grande que deja a un ser desconocido y extraño crecer y desarrollarse dentro de sí.
Mónica también nos hizo recordar nuestra propia fecundación, la unión de una parte de la madre con una del padre, el valor que significa haber hecho ese largo viaje hasta el óvulo y luego las trompas, sin libros de guías ni aprobación desde el exterior. Cuando nos sentimos pequeños y no capaces, recordar esto nos llena de fuerzas para seguir luchando con amor. Ya no estamos en el cuerpo físico de nuestra mamá, estamos en el cuerpo de la gran mamá, el universo. No necesitamos guías ni aprobación del exterior, el mismo amor y ilusión que nos guiaba entonces nos puede guiar ahora.

Mónica nos enseño también otra forma de ver la fecundación. No se trata del conocido "ganador", o el esperma que llegó antes. Parece haber unas cuántas "favoritas", candidatos para el óvulo. Los demás espermas les ayudan a avanzar, y no luchan entre ellos. Luego el óvulo abre las puertas a uno de ello, o a dos o tres en caso de gemelos y trillizos... Reemplaza la antigua visión sobre la lucha, la conquista y competencia, por una lleno de amor.


El domingo, tercer y último día, nos esperaba ser revelado el secreto del suelo pélvico, esa gran amiga misteriosa de la mujer. Está en cada fase de la vida sexual de la mujer, en su día a día, desde el principio hasta el fin, pero apenas le conocemos y no le cuidamos como deberíamos. No solemos reconocer que existe, hasta que tenemos algún problema que nos fuerce a prestarle atención.
Francine Chevalier García, especialista en Fisioterapia obstétrica, ginecología y acuaterapia, nos reveló la anatomía del suelo pélvico y los ejercicios para fortalecerlo. A mi me quedó una duda entre ejercicios y ejercicios y he dado mil vueltas a ella para intentar contestarla. Si es una parte de nuestro cuerpo que no vemos, que no notamos normalmente, por qué hay que cuidarla? Qué diferencia hay entre los músculos que nos dilatan la pupila, el diafragma que nos permite respirar, y un suelo pélvico? Por qué este músculo necesita cuidados, cuando otros músculos en nuestro interior no lo necesitan? Quizás la respuesta es más fácil de lo que jamás llegué a pensar. Nosotros aprendemos desde pequeñas a maltratarla, no cuidarla y devastarla hasta el punto en que necesita nuestros cuidados para poder funcionar normal. Quizás es otro bagaje más de nuestra cultura, donde la sexualidad es reprimida o tabú, no se conoce de su verdadero forma. El cuerpo de la mujer es maltratada y no respetada, sus funciones más básicas cuestionadas y criticadas. Ese suelo pélvico no aguanta sólo el peso de un bebé que crece en el vientre de mamá, los tesoros de energía femenina de la mujer, las semillas de su vida creatividad. Aguanta también los insultos y la incomprensión de la cultura, los malos tratos de la mujer y su sexualidad, la inconexión que vive la mujer con su propio cuerpo.. Quizás la epidemia de incontinencia y suelos pélvicos sin fuerzas es simplemente una manifestación de todo lo que está pasando a la naturaleza femenina en nuestra cultura. Francine nos contó como en otras culturas en vez de usar compresas y tampones cuando una mujer menstruaba, solían retener la sangre dentro de la vagina con los músculos del suelo pélvico.

Después de este seminario salimos todas un poco más conectadas, esteras, femeninas… Gracias a todas las maravillosas mujeres que me acompañaron una vez más.

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