La danza, la música, el arte… vaya donde vaya el ser humano, recorriendo miles y miles de años y los lugares más escondidos de la tierra, siempre lleva consigo una necesidad de crear. Crear algo nuevo, a partir de los estímulos que le llegan desde el exterior, ya sea las gotitas de agua de lluvia que caen sobre su mejilla, ya sea el latido de la Madre tierra o la llamada de un pájaro que vuela sobre su cabeza. El arte y la creatividad nace dónde nace un ser humano, nació muchos antes de nosotros poder poner palabras a nuestros pensamientos. Y ¿por qué?
¿Por qué tenemos la necesidad de pintar y transmitir nuestra visión del mundo exterior o interior? ¿Por qué cuando escuchamos una melodía o un tambor, sentimos esa necesidad de liberar el cuerpo y sentirla vibrar al ritmo de la música? Y ¿por qué cuando estamos lejos de la civilización y su tecnología, siempre hay alguien que empieza a pegar con un palo sobre una piedra y otro que deja que el aire recorra por su cuerpo para convertirse en la voz del alma a través del canto?
Quizás es la única manera para poder expresar nuestros interiores deseos o la voz del alma, ahí donde no llega el pensamiento ni la razón. Sólo en la tierra del inconciente, escondido bajo una manta de niebla que no deja atravesar al intelecto, sólo ahí podemos entrar en contacto con lo más sagrado, la vida, la creatividad, el alma…
Cada uno elige su manera de contactar con ese lugar interior y salvaje. Pero no deberíamos vivir la vida sin hacerlo. No podemos vivir desconectados de ese manantial sabio y eterno, porque entonces nunca llegaremos a conocer nuestra verdad. Porque eso es para mí el baile sobre todo, una expresión de mi verdad.
Algunos llegan al baile porque simplemente quieren salir y pasar un buen rato. Otros porque creen que el ejercicio físico les va a hacer bien. Son dos componentes muy importantes en el baile. El cuerpo disfruta entre risas y compañeras. Pero hay una parte más, que a veces no nos atrevemos a nombrar en voz alta. Sentimos la llamada de ese algo. No sabemos por qué al bailar nos sentimos más divinas, enteras, conectadas, femeninas… No entendemos qué magia tiene esta danza, pero sin pensarlo más nos dejamos llevar por su ritmo.
Yo creo que todos tenemos una historia que contar, una verdad personal que no se parece a la verdad de ninguna otra persona. Todos hemos vivido cosas distintos, y hemos creado formas de pensar y patrones según lo bueno y malo que nos haya pasado y afectado. Pero en nuestro interior está la verdad absoluta, la razón por la que estamos hoy aquí, y su única forma de expresarse es usando ese lenguaje que no habla el intelecto ni el pensamiento racional. Sólo a través del baile, la música, la pintura, la escritura… o cualquier manifestación artística, podemos reafirmar lo que sentimos, pensamos y somos en nuestro interior, y sólo así podemos conocer y expresar nuestra verdad y nuestra historia personal que se encuentra cristalizado entre nuestras células.
Os invito a compartir mi danza, para así poder recuperar el vuestro y traer al mundo la sabia verdad de vuestros corazones.
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