A veces todo fluye, la energía te envulve y te lleva hacía nuevas experiencias llenas de luz y amor. Otras veces te atropiezas con una piedra, te caes y no sabes cómo levantarte. Te preguntás qué ha ido mal, cómo te caiste, y por qué las alas te pesan y te obliga a quedarte en el suelo. ¿Por qué? Parece que has dado unos pasos hacía a trás, que tus esfuerzos no hacen efecto y que nada tiene sentido. A lo mejor no pasa nada concreto, simplemente nuestro estado de ánimo cambia y resaltan los problemas y las tristrezas del día a día.
Pero no es así. Tenemos que dar las gracias por las dificultades, porque sólo son indicadores de que algo está mal y nos presentan la oportunidad para cambiarlo. Es una oportunidad para crecer, ser sincera y auténtica consigo mismo, aprender y llegar a un nuevo estado en nuestras vidas.
Si nos cuesta ver lo que la vida nos quiere enseñar, y no nos despertamos, las dificultades se manifestarán de otra manera, no nos abandonarán. A través de los sueños, pesadillas, dificultades, enfermedades... Están ahí para ayudarnos, extendiéndonos su mano para que nos tiremos con ellos confiados. Todo tiene un porqué. Nada es inútil ni sin sentido. Y mis obstáculos son mis bendiciones.
"No pretendemos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supere la crisis, se supera a sí mismo sin quedar `superado`"
Albert Einstein
Si siempre seguimos envueltos en la misma felicidad, no podríamos avanzar. No veríamos las cosas que necesitamos cambiar para seguir creciendo, y a veces necesitamos un empujón fuerte para atrevernos a abrir los ojos. Algunas personas acceptan, y se dejan fluir, encontrándose con su sombra y sus problemas, confiados de que vienen por su bien. Aprenden y cambian su actual rumbo para poder crecer.
A otros les cuesta abrir los ojos, porque los cambios a menudo duelen. Pero el dolor debería ser nuestro amigo, simplemente un ayudante más para que podamos avanzar y salir de esta situación.
Hace poco todo parecía ir mejor que nunca y mi Yo se encontraba más fuerte y lleno de inspiración y vida. Las oportunidades se me presentaban una y otra vez, llenos de ilsiones y amor. De repente me caigo. Me atropiezo con mi sombra y esas cosas que le relegué hace mucho tiempo, pensando que enterrados no me podían dañar. Pensaba que lo había arreglado todo, de una manera menos dolorosa, pero más cobarde. Justo ahora volvían hacía mí, porque sabían que estaba lo suficientemente fuerte como para enfrentarles, aprender de ellos y salir adelante más sabia. Era el momento de abrir los ojos y unir los trozos de mi ser que había ido dejando sueltos por ahí. Dar ese paso que llevo tiempo dudando si era para mejor o peor. Ser sincera conmigo misma y el mundo externo. Convertir el miedo en amor y confianza. Agradecer las circunstancias y las personas que me acompañan. Agradecer las experiencias que he tenido para llegar a este momento, pero entender que la vida es un proceso dinámico lleno de cambios.
Las personas de tu vida están ahí por una razón muy especial, te encuentras con ellos porque tienen algo que enseñarte, y tú a ellos. Luego volverán a su camino, y tú deberías hacer lo mismo. Nunca nos separamos porque todos somos parte de un Todo inseparable.
Abre los ojos, accepta y recibe la verdad que tus dificultades te intentan transmitir. De las gracias y sal nueva, abierta y con brotes de vida nueva floreciendo en tu piel.
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