Este rinconcito lo quiero dedicar a esas mujeres que me hicieron nacer como bailarina. Tengo la suerte de haber tenido a mi lado mujeres maravillosas con talento y cariño, que cada una me ha aportado algo de su baile y personalidad para que crezca y aprenda.
Yo llevaba tiempo buscando una profesora de danza del vientre cuando una conocida me habló de Kayra, nombre artístico de Paula Álvarez (www.kayra-danza-oriental.com). Aún me acuerdo de la primera clase, llegué temprano con una amiga que también quería probar. Aún no había empezado la clase y Kayra estaba ensayando unos pasos delante del espejo. Tenía el pelo largo y moreno hasta la cintua, una falda estampada, y cuando se acercó al equipo de música para bajar la música se movía flotando, con una suavidad que mi cuerpo no conocía. Y cuando la ví bailando supe que este era mi baile, la que llevaba tanto tiempo buscando. De ella aprendería todos los movimientos de la danza, la mágia y la sensualidad de un cuerpo femenino. Tiene una técnica impresionante y es perfeccionista, en el buen sentido. No estaba contenta hasta que los movimientos salían perfectos, lo que nos dió a todas una buenísima base.
Cuando me quedé embarazada de mi hijo Adahy, sentía que necesitaba seguir en mi camino y buscar otra cosa que la danza me podía ofrecer. No quería más técninca ni coreografías, bailaba porque con la música y el movimiento bailaba también mi hijo dentro de mi vientre. A través del baile sentía que podía hablar con el y conocer mi cuerpo que pronto iba a dar a luz a un nuevo ser. Entonces conicí a Mor Abovah, una hada madrina que con sus manos mágicos y movimientos llenos de fuerza nos hicieron olvidar todo lo que habíamos aprendido y volver a buscar dentro de nosotros nuestro baile privado. Podía dar la clase de una hora y media, sólo improvisando, a veces con su marido tocando el tambor, otras veces con su hijo pequeño enganchado a su pecho. Aprendí a bailar. Mi cuerpo ya conocía el idioma para la danza del vientre, pero no sabía usarlo para contar una historia. Aprendí a hacer mis movimientos fluir con la música, improvisar, olvidar los miedos y los límites. Bailé todo mi embrazo, durante las contracciones de mi parto, y seguía bailando con mi recién nacido enganchado a mi pecho. De Mor aprendí muchas cosas, no sólo que la danza hay que sacarlo de adentro, si no también que los hijos forman parte de cada momento de nuestras vidas.
Después de un tiempo seguí mi camino en manos de Annalüna (http://sietelunasdanza.com/. Acababa de abrir su academia de danza oriental en Marbella llamado Siete Lunas. Tenía muchos proyectos y coreografías, y creó un grupo lleno de alegría y ilusión. Preparabamos actuaciónes en teatros, ferias, fiestas... y nos divertimos como nunca. Apredí la importancia de la puesta de escena, la unión del grupo, los elementos, bollywood, el vestuario.... Fue también ella quién me ayudó a dar el paso y empezar a dar clases de danza del vientre. Aún nos juntamos cuando hay algún espectáculo o actuación para prepar algo, y los ensayos son llenos de risas, niños y diversión.
Gracias a las tres por acompañarme en mi camino, enseñarme tantas cosas y hacerme disfrutar de la danza. Aparte de estas tres mujeres, he aprendido de todos los talleres con diferentes bailarinas, las actuaciones, mis propias alumnas que me enseñan cada día.... Sigo aprendiendo de todas las mujeres y bailarinas a mi alrededor, gracias!
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