lunes, 19 de abril de 2010
Estrellita
Estrellita, ¿por quién brillas una noche tan silenciosa como esta? Los humanos están tan ocupados con sus deberes y fiestas, para no hablar de los que ya están lejos de aquí en sueño, y no te ven. ¿Habrá alguien que se pare en la terraza para contemplarte, desearte suerte en tu largo viaje, o pedirte un deseo? ¿Habrá alguien que se maravilla por tu fuerza de hacer llegar tu luz desde tan lejos? Y ¿por qué lo sigues haciendo? Si nadie te ve, ni te hace caso, ni te echaría de menos si no estuvieras entre los billones de otras estrellas, ¿qué amor infinito te llena para seguir mandándonos tu luz?
Lluvia de abril
Llueve. El camino de tierra se ha convertido en un río de barro, y con cada trueno tiemblan las paredes finos de madera. Es una lluvia de primavera, renueva, moja y nos invita a escondernos en el cobijo de nuestras casas y pensamientos. Abro la puerta y contemplo las gotas que caen en la terraza y veo el relámpago. 1..2..3…4…..7 segundos hasta que aparece el trueno. La tormenta se está alejando, hace unos momentos sólo podía contar dos segundos.
La lluvia me relaja, hace que las tensiones de mi cuerpo desaparecen, los nudos se deshacen y mi mente puede explorar libremente en el vacío que queda. No necesito moverme, no necesito bailar, porque siento que el mundo se mueve por mí, las gotitas que caen están llenas de energía que no cesa. Mi vida, tan lleno de movimiento encuentra la paz, y mi cuerpo puede estar quieto, simplemente contemplando.
Recuerdo cuando era pequeña, en la casita de campo en Finlandia dónde me crié, las tormentas y lluvias de otoño solían ser fuertes y frecuentes. Me sentaba en la terraza, contemplando las velas que bailaban en el viento húmedo que entraba por las grietas en la pared. A veces me escondía del mundo en el bosque, o debajo de un barco sacado del agua, para poder sentir sobre mi piel la energía que bailaba con las gotas de agua, el pelo que se ponía de punta con los trueno, y la humedad del césped que hacía que mi cuerpo temblara de frío. Otras veces salía desnuda, y bailaba un baile quieto entre gota y gota, dejando que el olor a tierra mojada inundara mis sentidos. Y me sentía tan conectada, con la madre naturaleza, la tierra, el universo…
Mi padre siempre me contaba, que el día cuando nací, había una tormenta que encerraba a mi padre con mis dos hermanos en la casa de campo mientras mi madre paría en el hospital. Sin electricidad, tenían miedo de que pasara algo, incomunicados, no podían acompañarme en mi nacimiento a este mundo. Me contaba que era Dios quién estaba tan enfadado porque no quería despegarse de mí, y por eso provocaba esos fuertes truenos y la lluvia. Luego entendí, que no había ningún Dios enfadado, que la decisión de entrar en el vientre de mamá lo había tomado mucho tiempo antes, con la bendición de todas las fuerzas y poderes. Pero el cuento de mi padre me hacía sentirme especial, querida, y aliada con esa energía liberada durante las tormentas.
Hoy, siento que la lluvia baila para mi otra vez. Me renueva, me llena de energía, limpia el mundo a mi alrededor. Y me inunda con lo que tanto busco en mi vida, la quietud. Permite a mi cuerpo, por unas horas, estar quieta, sin necesidad de correr, buscar, bailar, explorar…
Dentro de poco la lluvia cesará y el mundo se queda quieto, con sólo unos los pájaros volando y una suave brisa que mueve las ramas fuera de la ventana. Los coches vuelven a arrancar para devolver sus dueños a la vida social, el movimiento empieza. Necesitamos equilibrar esa paz exterior con movimiento, y no paramos de correr, crear, saltar… salimos de nuestro cobijo y volvemos a vivir. El sonido de las gotas de lluvia contra el tejado dejará sitio para el martillo del vecino, el canto del pájaro, los gritos, los coches, una risa…
Pero mientras dure la lluvia me quedaré aquí contemplando, soñando, en silencio y quietud, llenándome de paz para cuando los primeros rayos de sol entren por la ventana y me inviten a bailar.
La lluvia me relaja, hace que las tensiones de mi cuerpo desaparecen, los nudos se deshacen y mi mente puede explorar libremente en el vacío que queda. No necesito moverme, no necesito bailar, porque siento que el mundo se mueve por mí, las gotitas que caen están llenas de energía que no cesa. Mi vida, tan lleno de movimiento encuentra la paz, y mi cuerpo puede estar quieto, simplemente contemplando.
Recuerdo cuando era pequeña, en la casita de campo en Finlandia dónde me crié, las tormentas y lluvias de otoño solían ser fuertes y frecuentes. Me sentaba en la terraza, contemplando las velas que bailaban en el viento húmedo que entraba por las grietas en la pared. A veces me escondía del mundo en el bosque, o debajo de un barco sacado del agua, para poder sentir sobre mi piel la energía que bailaba con las gotas de agua, el pelo que se ponía de punta con los trueno, y la humedad del césped que hacía que mi cuerpo temblara de frío. Otras veces salía desnuda, y bailaba un baile quieto entre gota y gota, dejando que el olor a tierra mojada inundara mis sentidos. Y me sentía tan conectada, con la madre naturaleza, la tierra, el universo…
Mi padre siempre me contaba, que el día cuando nací, había una tormenta que encerraba a mi padre con mis dos hermanos en la casa de campo mientras mi madre paría en el hospital. Sin electricidad, tenían miedo de que pasara algo, incomunicados, no podían acompañarme en mi nacimiento a este mundo. Me contaba que era Dios quién estaba tan enfadado porque no quería despegarse de mí, y por eso provocaba esos fuertes truenos y la lluvia. Luego entendí, que no había ningún Dios enfadado, que la decisión de entrar en el vientre de mamá lo había tomado mucho tiempo antes, con la bendición de todas las fuerzas y poderes. Pero el cuento de mi padre me hacía sentirme especial, querida, y aliada con esa energía liberada durante las tormentas.
Hoy, siento que la lluvia baila para mi otra vez. Me renueva, me llena de energía, limpia el mundo a mi alrededor. Y me inunda con lo que tanto busco en mi vida, la quietud. Permite a mi cuerpo, por unas horas, estar quieta, sin necesidad de correr, buscar, bailar, explorar…
Dentro de poco la lluvia cesará y el mundo se queda quieto, con sólo unos los pájaros volando y una suave brisa que mueve las ramas fuera de la ventana. Los coches vuelven a arrancar para devolver sus dueños a la vida social, el movimiento empieza. Necesitamos equilibrar esa paz exterior con movimiento, y no paramos de correr, crear, saltar… salimos de nuestro cobijo y volvemos a vivir. El sonido de las gotas de lluvia contra el tejado dejará sitio para el martillo del vecino, el canto del pájaro, los gritos, los coches, una risa…
Pero mientras dure la lluvia me quedaré aquí contemplando, soñando, en silencio y quietud, llenándome de paz para cuando los primeros rayos de sol entren por la ventana y me inviten a bailar.
lunes, 22 de marzo de 2010
Cuando abrimos las puertas a la creatividad...
…descubrimos un chorro de ideas y inspiración que invade cada rincón de nuestras vidas.
Cuando tengo que preparar una coreografía o una canción para bailar, pongo la música, me empiezo a mover por la casa. Me preparo un té, doy un saltito con la música, ahí hay un cambio, un acento, una flauta.. Empiezo a bailar, cojo un velo, empiezo a dar vueltas. No bailo sólo la canción que necesito preparar, bailo la siguiente, y la otra y la otra… No puedo parar, todas me parecen igual de bellas y mi cuerpo se mueve solo. Vuelvo a la primera canción. Sólo necesito escuchar a mí cuerpo, ver lo que sale. Ya he abierto las puertas a la creatividad, y entonces sólo tengo que anotar, escuchar y confiar en que lo que sale es lo mejor que hay en mí. Y luego me acuesto, es tarde. Pero no encuentro la paz y me vuelvo a levantar. En mi mente giran textos, palabras que tengo que anotar, una canción para la clase de inglés de mañana, un ejercicio para mis alumnas de baile…
El día siguiente tenemos una fiesta de disfraz. Dos horas antes me acuerdo, no he preparado nada. No pasa nada, abro el armario, saco una falda, busco una flor… No pienso, no razono, simplemente sigo la creatividad hasta dónde me lleva, paso por paso. Y termino vestida de cabeza hasta los pies, pintada y decorada mejor que nunca.
Todos podemos abrir esas puertas, y nos sorprenderá el manantial de creatividad que encontramos. ¿De verdad sé hacer todo eso? ¿Esa idea fue mía? ¿De verdad he inventado yo esto?
Mi cuerpo conoce el idioma del baile, y entonces es mi mejor manera de abrir esas puertas. Pero cualquier cosa vale. Escribir, cantar, pintar, pasear por el bosque… Lo que nos llene y nos inspire. Una vez con las puertas abiertas podemos usar la energía para lo que queramos. Normalmente no tenemos ni que preguntar, la creatividad se ocupa de todo aquello en nuestras vidas que necesita arreglo. Me viene la idea de qué comprarle para mi padre para su cumple, sueño con las palabras que necesito decirle a mi amiga que está triste.
Luego sólo tenemos que aprender a cerrar las puertas. No del todo, pero dejándolos abiertos sólo una mijilla, para que la mente pueda descansar. Después de una jornada de trabajo creativo necesito un momento de meditación, una clase de yoga, una taza de té contemplando la nada. Y el día siguiente, cuando he recuperado fuerzas, sé cómo volver a abrirlos y el mundo mágico vuelve a ser mío.
Cuando tengo que preparar una coreografía o una canción para bailar, pongo la música, me empiezo a mover por la casa. Me preparo un té, doy un saltito con la música, ahí hay un cambio, un acento, una flauta.. Empiezo a bailar, cojo un velo, empiezo a dar vueltas. No bailo sólo la canción que necesito preparar, bailo la siguiente, y la otra y la otra… No puedo parar, todas me parecen igual de bellas y mi cuerpo se mueve solo. Vuelvo a la primera canción. Sólo necesito escuchar a mí cuerpo, ver lo que sale. Ya he abierto las puertas a la creatividad, y entonces sólo tengo que anotar, escuchar y confiar en que lo que sale es lo mejor que hay en mí. Y luego me acuesto, es tarde. Pero no encuentro la paz y me vuelvo a levantar. En mi mente giran textos, palabras que tengo que anotar, una canción para la clase de inglés de mañana, un ejercicio para mis alumnas de baile…
El día siguiente tenemos una fiesta de disfraz. Dos horas antes me acuerdo, no he preparado nada. No pasa nada, abro el armario, saco una falda, busco una flor… No pienso, no razono, simplemente sigo la creatividad hasta dónde me lleva, paso por paso. Y termino vestida de cabeza hasta los pies, pintada y decorada mejor que nunca.
Todos podemos abrir esas puertas, y nos sorprenderá el manantial de creatividad que encontramos. ¿De verdad sé hacer todo eso? ¿Esa idea fue mía? ¿De verdad he inventado yo esto?
Mi cuerpo conoce el idioma del baile, y entonces es mi mejor manera de abrir esas puertas. Pero cualquier cosa vale. Escribir, cantar, pintar, pasear por el bosque… Lo que nos llene y nos inspire. Una vez con las puertas abiertas podemos usar la energía para lo que queramos. Normalmente no tenemos ni que preguntar, la creatividad se ocupa de todo aquello en nuestras vidas que necesita arreglo. Me viene la idea de qué comprarle para mi padre para su cumple, sueño con las palabras que necesito decirle a mi amiga que está triste.
Luego sólo tenemos que aprender a cerrar las puertas. No del todo, pero dejándolos abiertos sólo una mijilla, para que la mente pueda descansar. Después de una jornada de trabajo creativo necesito un momento de meditación, una clase de yoga, una taza de té contemplando la nada. Y el día siguiente, cuando he recuperado fuerzas, sé cómo volver a abrirlos y el mundo mágico vuelve a ser mío.
viernes, 19 de marzo de 2010
Actuaciones

lunes, 15 de marzo de 2010
Clases regulares de Danza del Vientre
en la academia Baila Conmigo en Fuengirolahttp://www.baila-conmigo.es/

Grupo intermedio-avanzadoHorario: lunes y miércoles 19:30-20:30
Precio: 40€/mes
Aprendemos coreografías de diferentes elementos, como velas, bastón, velo, doble velo, crótalos... a parte de profundizar en los ritmos y la técnica. Las alumnas conocen los pasos básicos, y trabajamos en crear series de pasos y combinaciones. En cada clase hacemos un ejercicio de improvisación para conectar con nuestro cuerpo a través de la música, haciendo florar la creatividad que nace en la pelvis de cada mujer.
Para las más iniciadas en la danza ofrecemos clases de apoyo para coger el ritmo de las clases, aprender los pasos básicos y resolver cualquier duda que la alumna tenga.
Clases para trabajar la energía femenina a través de la danza.
Horario: viernes 18:30-19:30
Precio: 25€/mes
En abril empezamos un grupo para trabajar la energía femenina a través de la danza y los movimientos. La danza oriental es una de las danzas más antiguas, y ha sido creada por y para las mujeres. Es la antigua danza de los ritos de la fertilización, los movimientos se usaban para ayudar en el trabajo de parto, el postparto, o simplemente para hacer florar la esencia femenina y hacer fluir la energía creativa que cada mujer lleva dentro de sí. Nos centramos en conectarnos con nuestros cuerpos, nuestra femineidad, nuestro pelvis de dónde nacen todas las ideas que creamos. Aprenderemos los pasos básicos y la técnica necesaria para usar la danza como idioma de expresión y sacar los beneficios que trae consigo los movimientos lunares y solares para el cuerpo femenino.
Si estás interesada en algunas clases o talleres llámame al
607 622 058 o a través de un correo: sofia.nikander@gmail.com.
sábado, 13 de febrero de 2010
Mis Madres de la Danza
Este rinconcito lo quiero dedicar a esas mujeres que me hicieron nacer como bailarina. Tengo la suerte de haber tenido a mi lado mujeres maravillosas con talento y cariño, que cada una me ha aportado algo de su baile y personalidad para que crezca y aprenda.
Yo llevaba tiempo buscando una profesora de danza del vientre cuando una conocida me habló de Kayra, nombre artístico de Paula Álvarez (www.kayra-danza-oriental.com). Aún me acuerdo de la primera clase, llegué temprano con una amiga que también quería probar. Aún no había empezado la clase y Kayra estaba ensayando unos pasos delante del espejo. Tenía el pelo largo y moreno hasta la cintua, una falda estampada, y cuando se acercó al equipo de música para bajar la música se movía flotando, con una suavidad que mi cuerpo no conocía. Y cuando la ví bailando supe que este era mi baile, la que llevaba tanto tiempo buscando. De ella aprendería todos los movimientos de la danza, la mágia y la sensualidad de un cuerpo femenino. Tiene una técnica impresionante y es perfeccionista, en el buen sentido. No estaba contenta hasta que los movimientos salían perfectos, lo que nos dió a todas una buenísima base.
Cuando me quedé embarazada de mi hijo Adahy, sentía que necesitaba seguir en mi camino y buscar otra cosa que la danza me podía ofrecer. No quería más técninca ni coreografías, bailaba porque con la música y el movimiento bailaba también mi hijo dentro de mi vientre. A través del baile sentía que podía hablar con el y conocer mi cuerpo que pronto iba a dar a luz a un nuevo ser. Entonces conicí a Mor Abovah, una hada madrina que con sus manos mágicos y movimientos llenos de fuerza nos hicieron olvidar todo lo que habíamos aprendido y volver a buscar dentro de nosotros nuestro baile privado. Podía dar la clase de una hora y media, sólo improvisando, a veces con su marido tocando el tambor, otras veces con su hijo pequeño enganchado a su pecho. Aprendí a bailar. Mi cuerpo ya conocía el idioma para la danza del vientre, pero no sabía usarlo para contar una historia. Aprendí a hacer mis movimientos fluir con la música, improvisar, olvidar los miedos y los límites. Bailé todo mi embrazo, durante las contracciones de mi parto, y seguía bailando con mi recién nacido enganchado a mi pecho. De Mor aprendí muchas cosas, no sólo que la danza hay que sacarlo de adentro, si no también que los hijos forman parte de cada momento de nuestras vidas.
Después de un tiempo seguí mi camino en manos de Annalüna (http://sietelunasdanza.com/. Acababa de abrir su academia de danza oriental en Marbella llamado Siete Lunas. Tenía muchos proyectos y coreografías, y creó un grupo lleno de alegría y ilusión. Preparabamos actuaciónes en teatros, ferias, fiestas... y nos divertimos como nunca. Apredí la importancia de la puesta de escena, la unión del grupo, los elementos, bollywood, el vestuario.... Fue también ella quién me ayudó a dar el paso y empezar a dar clases de danza del vientre. Aún nos juntamos cuando hay algún espectáculo o actuación para prepar algo, y los ensayos son llenos de risas, niños y diversión.
Gracias a las tres por acompañarme en mi camino, enseñarme tantas cosas y hacerme disfrutar de la danza. Aparte de estas tres mujeres, he aprendido de todos los talleres con diferentes bailarinas, las actuaciones, mis propias alumnas que me enseñan cada día.... Sigo aprendiendo de todas las mujeres y bailarinas a mi alrededor, gracias!
Yo llevaba tiempo buscando una profesora de danza del vientre cuando una conocida me habló de Kayra, nombre artístico de Paula Álvarez (www.kayra-danza-oriental.com). Aún me acuerdo de la primera clase, llegué temprano con una amiga que también quería probar. Aún no había empezado la clase y Kayra estaba ensayando unos pasos delante del espejo. Tenía el pelo largo y moreno hasta la cintua, una falda estampada, y cuando se acercó al equipo de música para bajar la música se movía flotando, con una suavidad que mi cuerpo no conocía. Y cuando la ví bailando supe que este era mi baile, la que llevaba tanto tiempo buscando. De ella aprendería todos los movimientos de la danza, la mágia y la sensualidad de un cuerpo femenino. Tiene una técnica impresionante y es perfeccionista, en el buen sentido. No estaba contenta hasta que los movimientos salían perfectos, lo que nos dió a todas una buenísima base.
Cuando me quedé embarazada de mi hijo Adahy, sentía que necesitaba seguir en mi camino y buscar otra cosa que la danza me podía ofrecer. No quería más técninca ni coreografías, bailaba porque con la música y el movimiento bailaba también mi hijo dentro de mi vientre. A través del baile sentía que podía hablar con el y conocer mi cuerpo que pronto iba a dar a luz a un nuevo ser. Entonces conicí a Mor Abovah, una hada madrina que con sus manos mágicos y movimientos llenos de fuerza nos hicieron olvidar todo lo que habíamos aprendido y volver a buscar dentro de nosotros nuestro baile privado. Podía dar la clase de una hora y media, sólo improvisando, a veces con su marido tocando el tambor, otras veces con su hijo pequeño enganchado a su pecho. Aprendí a bailar. Mi cuerpo ya conocía el idioma para la danza del vientre, pero no sabía usarlo para contar una historia. Aprendí a hacer mis movimientos fluir con la música, improvisar, olvidar los miedos y los límites. Bailé todo mi embrazo, durante las contracciones de mi parto, y seguía bailando con mi recién nacido enganchado a mi pecho. De Mor aprendí muchas cosas, no sólo que la danza hay que sacarlo de adentro, si no también que los hijos forman parte de cada momento de nuestras vidas.
Después de un tiempo seguí mi camino en manos de Annalüna (http://sietelunasdanza.com/. Acababa de abrir su academia de danza oriental en Marbella llamado Siete Lunas. Tenía muchos proyectos y coreografías, y creó un grupo lleno de alegría y ilusión. Preparabamos actuaciónes en teatros, ferias, fiestas... y nos divertimos como nunca. Apredí la importancia de la puesta de escena, la unión del grupo, los elementos, bollywood, el vestuario.... Fue también ella quién me ayudó a dar el paso y empezar a dar clases de danza del vientre. Aún nos juntamos cuando hay algún espectáculo o actuación para prepar algo, y los ensayos son llenos de risas, niños y diversión.
Gracias a las tres por acompañarme en mi camino, enseñarme tantas cosas y hacerme disfrutar de la danza. Aparte de estas tres mujeres, he aprendido de todos los talleres con diferentes bailarinas, las actuaciones, mis propias alumnas que me enseñan cada día.... Sigo aprendiendo de todas las mujeres y bailarinas a mi alrededor, gracias!
domingo, 7 de febrero de 2010
Cuando el camino se llena de piedras
A veces todo fluye, la energía te envulve y te lleva hacía nuevas experiencias llenas de luz y amor. Otras veces te atropiezas con una piedra, te caes y no sabes cómo levantarte. Te preguntás qué ha ido mal, cómo te caiste, y por qué las alas te pesan y te obliga a quedarte en el suelo. ¿Por qué? Parece que has dado unos pasos hacía a trás, que tus esfuerzos no hacen efecto y que nada tiene sentido. A lo mejor no pasa nada concreto, simplemente nuestro estado de ánimo cambia y resaltan los problemas y las tristrezas del día a día.
Pero no es así. Tenemos que dar las gracias por las dificultades, porque sólo son indicadores de que algo está mal y nos presentan la oportunidad para cambiarlo. Es una oportunidad para crecer, ser sincera y auténtica consigo mismo, aprender y llegar a un nuevo estado en nuestras vidas.
Si nos cuesta ver lo que la vida nos quiere enseñar, y no nos despertamos, las dificultades se manifestarán de otra manera, no nos abandonarán. A través de los sueños, pesadillas, dificultades, enfermedades... Están ahí para ayudarnos, extendiéndonos su mano para que nos tiremos con ellos confiados. Todo tiene un porqué. Nada es inútil ni sin sentido. Y mis obstáculos son mis bendiciones.
"No pretendemos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supere la crisis, se supera a sí mismo sin quedar `superado`"
Albert Einstein
Si siempre seguimos envueltos en la misma felicidad, no podríamos avanzar. No veríamos las cosas que necesitamos cambiar para seguir creciendo, y a veces necesitamos un empujón fuerte para atrevernos a abrir los ojos. Algunas personas acceptan, y se dejan fluir, encontrándose con su sombra y sus problemas, confiados de que vienen por su bien. Aprenden y cambian su actual rumbo para poder crecer.
A otros les cuesta abrir los ojos, porque los cambios a menudo duelen. Pero el dolor debería ser nuestro amigo, simplemente un ayudante más para que podamos avanzar y salir de esta situación.
Hace poco todo parecía ir mejor que nunca y mi Yo se encontraba más fuerte y lleno de inspiración y vida. Las oportunidades se me presentaban una y otra vez, llenos de ilsiones y amor. De repente me caigo. Me atropiezo con mi sombra y esas cosas que le relegué hace mucho tiempo, pensando que enterrados no me podían dañar. Pensaba que lo había arreglado todo, de una manera menos dolorosa, pero más cobarde. Justo ahora volvían hacía mí, porque sabían que estaba lo suficientemente fuerte como para enfrentarles, aprender de ellos y salir adelante más sabia. Era el momento de abrir los ojos y unir los trozos de mi ser que había ido dejando sueltos por ahí. Dar ese paso que llevo tiempo dudando si era para mejor o peor. Ser sincera conmigo misma y el mundo externo. Convertir el miedo en amor y confianza. Agradecer las circunstancias y las personas que me acompañan. Agradecer las experiencias que he tenido para llegar a este momento, pero entender que la vida es un proceso dinámico lleno de cambios.
Las personas de tu vida están ahí por una razón muy especial, te encuentras con ellos porque tienen algo que enseñarte, y tú a ellos. Luego volverán a su camino, y tú deberías hacer lo mismo. Nunca nos separamos porque todos somos parte de un Todo inseparable.
Abre los ojos, accepta y recibe la verdad que tus dificultades te intentan transmitir. De las gracias y sal nueva, abierta y con brotes de vida nueva floreciendo en tu piel.
Pero no es así. Tenemos que dar las gracias por las dificultades, porque sólo son indicadores de que algo está mal y nos presentan la oportunidad para cambiarlo. Es una oportunidad para crecer, ser sincera y auténtica consigo mismo, aprender y llegar a un nuevo estado en nuestras vidas.
Si nos cuesta ver lo que la vida nos quiere enseñar, y no nos despertamos, las dificultades se manifestarán de otra manera, no nos abandonarán. A través de los sueños, pesadillas, dificultades, enfermedades... Están ahí para ayudarnos, extendiéndonos su mano para que nos tiremos con ellos confiados. Todo tiene un porqué. Nada es inútil ni sin sentido. Y mis obstáculos son mis bendiciones.
"No pretendemos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supere la crisis, se supera a sí mismo sin quedar `superado`"
Albert Einstein
Si siempre seguimos envueltos en la misma felicidad, no podríamos avanzar. No veríamos las cosas que necesitamos cambiar para seguir creciendo, y a veces necesitamos un empujón fuerte para atrevernos a abrir los ojos. Algunas personas acceptan, y se dejan fluir, encontrándose con su sombra y sus problemas, confiados de que vienen por su bien. Aprenden y cambian su actual rumbo para poder crecer.
A otros les cuesta abrir los ojos, porque los cambios a menudo duelen. Pero el dolor debería ser nuestro amigo, simplemente un ayudante más para que podamos avanzar y salir de esta situación.
Hace poco todo parecía ir mejor que nunca y mi Yo se encontraba más fuerte y lleno de inspiración y vida. Las oportunidades se me presentaban una y otra vez, llenos de ilsiones y amor. De repente me caigo. Me atropiezo con mi sombra y esas cosas que le relegué hace mucho tiempo, pensando que enterrados no me podían dañar. Pensaba que lo había arreglado todo, de una manera menos dolorosa, pero más cobarde. Justo ahora volvían hacía mí, porque sabían que estaba lo suficientemente fuerte como para enfrentarles, aprender de ellos y salir adelante más sabia. Era el momento de abrir los ojos y unir los trozos de mi ser que había ido dejando sueltos por ahí. Dar ese paso que llevo tiempo dudando si era para mejor o peor. Ser sincera conmigo misma y el mundo externo. Convertir el miedo en amor y confianza. Agradecer las circunstancias y las personas que me acompañan. Agradecer las experiencias que he tenido para llegar a este momento, pero entender que la vida es un proceso dinámico lleno de cambios.
Las personas de tu vida están ahí por una razón muy especial, te encuentras con ellos porque tienen algo que enseñarte, y tú a ellos. Luego volverán a su camino, y tú deberías hacer lo mismo. Nunca nos separamos porque todos somos parte de un Todo inseparable.
Abre los ojos, accepta y recibe la verdad que tus dificultades te intentan transmitir. De las gracias y sal nueva, abierta y con brotes de vida nueva floreciendo en tu piel.
sábado, 16 de enero de 2010
Formación de Doulas- Seminario I
"Es maravilloso cómo el Universo comienza a ayudarte en el momento en que estás dispuesta a cambiar. Te ofrece lo que necesitas: un libro, una cinta, un maestro, un amigo que te hace un comentario aparentemente insignificante y que de pronto adquiere un profundo significado para ti. Presta atención a todo lo que sucede a tu alrededor cuando empiezas a realizar cambios interiores y sigue las señales. Recuerda que tu mejor indicativo son tus emociones; ellas te dirán cuándo estás en el camino correcto"
Louise L. Hay
Estoy dispuesta a cambiar, a crecer, aprender y ayudar. Estoy dispuesto a seguir dando pasitos en este camino mío, que empezó a formarse hace muchos años, pero que hasta unos pocos era invisible. A mi lado andan muchas mujeres y amigas, y nos guía la doula Susana Olalla, una mujer increible y sabia que nos hace posible esta Formación de Doulas aquí en Málaga. En este primer seminario, que duró el fin de semana del 22 y 23 de enero 2010, hablamos de la matrona y la doula, asistencia y acompañamiento, y pudimos disfrutar de la comadrona Mireia Marcos, su dulzura y sencillez, energía y capacidad, junto con la doula Susana Olalla. Nos hicieron nacer y parir, entre estellos de emociones secretos y escondidos. Pero también nos ofrecieron toda la información practica del papel de la matrona y la doula, cómo deben trabajar juntos, las partes bonitas y difíciles del trabajo, y todo relacionado con el parto en casa y el parto hospitalizado.
Quiero simplemente compartir las reflexiones y pensamientos que voy teniendo durante los seminarios, estos encuntros con mujeres concientes llenos de energía y amor. Puedo decir que hay un antes y un después, un Yo sombreado sin conturas, y un Yo fuerte y confiado que brilla con una luz nueva.
Lo más grande que he aprendido en este seminario ha sido confiar en mi misma y mi capacidad para dar a luz. Yo estaba a favor de los partos en casa, y me parecía de lo mejor y más natural para un bebé. Pero no conseguía ver que eso también me incluía a mí, mi cuerpo y mi historia. Cuando mi hijo nació por cesárea hace tres años me dí cuenta de la sombra que descansaba sobre todas las mujeres de mi familia. Empecé a sumar uno más uno, mi madre tuvo tres cesáreas porque no diltaba, mi abuela se hizo la histerectomía después de dos partos que duraron tres días con contracciones que no parecían hacer efecto. Mi hermana no dilataba hasta que le pusieron el epidural y nacieron sus gemelos. Yo me quedé estancada en 2 centímetros con contracciones fuertes durante 12 horas.. hasta que dejé que me pusieron el epidural, me desconecté de mi misma y conseguí dilatar sin implicación emocional. Y terminé en cesárea. Primero asumí que las mujeres de mi familia "no sabían dilatar". Luego aprendí que un parto no es sólo físico si no también emocional, y que la sombra que nos oscurece se puede llenar de luz y desaparecer. Cuando estás ahí, en el filo invisible entre la vida y la muerte, tienes que estar entera, conectada con esa mujer-animal que no conoce el neocortex ni la lógica.
Yo deseaba un parto en casa, pero el miedo de que yo no sería capaz se escondía debajo de mi piel. Ahora sé que necesito sanar de algo que todavía no conozco, pero algo que llevamos arrastrando las mujeres de mi familia desde hace siglos, y que así sanaré a todas, las del pasado y las que están aquí conmigo. Ya no tengo miedo, simplemente confío y doy las gracias porque sólo así podía darme cuenta. Si hubiera tenido un parto fácil, sin complicaiones hubiera seguido viviendo en una mentira artificial, sin ni siquiera saberlo.
Hace tres años empecé el camino hacía mi sanación, y aunque estoy más cerca me queda mucho por crecer. Pero es curioso cómo la Vida, cuando decides cambiar, te ofrece las posibilidades y las personas para hacerlo. La energía tan viva y amorosa del seminario permaneció durante varios días en mis células. Nunca había sentido nada parecido, pero al mismo tiempo era de lo más natural y familiar. Simplemente me sentía bien, feliz, entera y conectada conmigo misma.
En el seminario había muchas mujeres en busca de lo mismo, con sus bebés y niños en una convivencia sin problemas. Algunas embarzadas, con planes de partos en casa, otras simplemente deseando aprender para crecer como personas y doulas. Todas estabamos ahí, atraídas por la ídea de poder ayudar a otra mujer a parir con amor. "Para cambiar el mundo primero hay que cambiar la forma de llegar a el."
Gracias a todas por poder formar parte de esto, estoy deseando volver a revivirlo.
Hasta el próximo encuentro.
Louise L. Hay
Estoy dispuesta a cambiar, a crecer, aprender y ayudar. Estoy dispuesto a seguir dando pasitos en este camino mío, que empezó a formarse hace muchos años, pero que hasta unos pocos era invisible. A mi lado andan muchas mujeres y amigas, y nos guía la doula Susana Olalla, una mujer increible y sabia que nos hace posible esta Formación de Doulas aquí en Málaga. En este primer seminario, que duró el fin de semana del 22 y 23 de enero 2010, hablamos de la matrona y la doula, asistencia y acompañamiento, y pudimos disfrutar de la comadrona Mireia Marcos, su dulzura y sencillez, energía y capacidad, junto con la doula Susana Olalla. Nos hicieron nacer y parir, entre estellos de emociones secretos y escondidos. Pero también nos ofrecieron toda la información practica del papel de la matrona y la doula, cómo deben trabajar juntos, las partes bonitas y difíciles del trabajo, y todo relacionado con el parto en casa y el parto hospitalizado.
Quiero simplemente compartir las reflexiones y pensamientos que voy teniendo durante los seminarios, estos encuntros con mujeres concientes llenos de energía y amor. Puedo decir que hay un antes y un después, un Yo sombreado sin conturas, y un Yo fuerte y confiado que brilla con una luz nueva.
Lo más grande que he aprendido en este seminario ha sido confiar en mi misma y mi capacidad para dar a luz. Yo estaba a favor de los partos en casa, y me parecía de lo mejor y más natural para un bebé. Pero no conseguía ver que eso también me incluía a mí, mi cuerpo y mi historia. Cuando mi hijo nació por cesárea hace tres años me dí cuenta de la sombra que descansaba sobre todas las mujeres de mi familia. Empecé a sumar uno más uno, mi madre tuvo tres cesáreas porque no diltaba, mi abuela se hizo la histerectomía después de dos partos que duraron tres días con contracciones que no parecían hacer efecto. Mi hermana no dilataba hasta que le pusieron el epidural y nacieron sus gemelos. Yo me quedé estancada en 2 centímetros con contracciones fuertes durante 12 horas.. hasta que dejé que me pusieron el epidural, me desconecté de mi misma y conseguí dilatar sin implicación emocional. Y terminé en cesárea. Primero asumí que las mujeres de mi familia "no sabían dilatar". Luego aprendí que un parto no es sólo físico si no también emocional, y que la sombra que nos oscurece se puede llenar de luz y desaparecer. Cuando estás ahí, en el filo invisible entre la vida y la muerte, tienes que estar entera, conectada con esa mujer-animal que no conoce el neocortex ni la lógica.
Yo deseaba un parto en casa, pero el miedo de que yo no sería capaz se escondía debajo de mi piel. Ahora sé que necesito sanar de algo que todavía no conozco, pero algo que llevamos arrastrando las mujeres de mi familia desde hace siglos, y que así sanaré a todas, las del pasado y las que están aquí conmigo. Ya no tengo miedo, simplemente confío y doy las gracias porque sólo así podía darme cuenta. Si hubiera tenido un parto fácil, sin complicaiones hubiera seguido viviendo en una mentira artificial, sin ni siquiera saberlo.
Hace tres años empecé el camino hacía mi sanación, y aunque estoy más cerca me queda mucho por crecer. Pero es curioso cómo la Vida, cuando decides cambiar, te ofrece las posibilidades y las personas para hacerlo. La energía tan viva y amorosa del seminario permaneció durante varios días en mis células. Nunca había sentido nada parecido, pero al mismo tiempo era de lo más natural y familiar. Simplemente me sentía bien, feliz, entera y conectada conmigo misma.
En el seminario había muchas mujeres en busca de lo mismo, con sus bebés y niños en una convivencia sin problemas. Algunas embarzadas, con planes de partos en casa, otras simplemente deseando aprender para crecer como personas y doulas. Todas estabamos ahí, atraídas por la ídea de poder ayudar a otra mujer a parir con amor. "Para cambiar el mundo primero hay que cambiar la forma de llegar a el."
Gracias a todas por poder formar parte de esto, estoy deseando volver a revivirlo.
Hasta el próximo encuentro.
viernes, 8 de enero de 2010
Expresar a través de la Danza
Hay miles de formas creativas para sacar la verdad interior que llevamos dentro. Son simplemente distintos idiomas para decir lo mismo, para traducir el habla del alma, y compartirlo con el mundo exterior. El baile, la pintura, la poesía... son solo algunos, y cada mujer tiene que encontrar su manera, su idioma, su forma de expresión.
La Danza del Vientre es solo uno más, pero uno con la que muchas mujeres se sienten identificadas, ya que los movimientos del baile se han transformado durante miles de años para liberar y hacer girar la energía femenina. Sus movimientos ondulares y golpes de cadera se centran en el manantial de la energía fenemina y la energía sexual: la pelvis. Los movimientos suaves y serpentinos con los brazos conectan con el cielo y el Universo, ofrece y dirige la energía que penetra el cuerpo de la mujer danzando. A través de los pies descalsos que sacueden el polvo del suelo llega la energía de la Madre Tierra, y la vibración del shimmie la hace vibrar y cautiva todo alrededor. Cuando conocemos sus movimientos y bailamos fluidamente nos convertimos en pura energía femenina, una mujer danzando conectada con su ser interior y transportadora de la verdad de su alma.
Hace muchos años un amigo me dijo que cada persona debería aprender a tocar algún instrumento, bailar algún baile o hacer cualquier cosa creativa fluidamente, sin tener que pensar en lo que hace. Sólo entonces, cuando nuestro intelecto no está activo, y la mente se libera para sacar tono a tono, o movimiento a movimiento lo que la inspiración nos mande, sólo entonces podemos darle voz a los deseos y verdades de nuestra alma. Por ello es importante que primero aprendamos los movimientos, la base, la grámatica del idioma que queremos usar para expresarnos, para luego bailar fluidamente sin pensar, dejarnos llevar y liberarnos de todo lo que hemos aparendido.
Muchas veces olvidamos el verdadero fin de nuestro baile, y damos más importancia en tener un traje bonito o bailar una coreografía preparada correctamente sin fallar. Nos pintamos los ojos, nos adornamos, todo para que el resultado sea perfecto. Pero bailamos sin alma. Es como el pintor que deja de pintar lo que siente necesidad de expresar, empieza a pintar para complacer a los compradores. Bailamos los movimientos que hemos aprendido, con gracia y una sonrisa bonita, el público aplaude y disfruta. Pero no les hemos transmitido nada. No les hemos contado nuestra historia ni demostrado nuestro verdad. Pero peor todavía, no hemos sentido nada. A parte de los nervios, de estar contentos por lo que salió bien, y los aplausos, no hemos sentido nada.
Cuando bailamos conectadas tenemos la oportunidad de sentir y experimentar muchas cosas. Podemos crecer, cambiar, llegar a conocernos un poquito mejor. Podemos experimentar hasta dónde la inspiración nos puede llevar ese día, liberarnos para en estado de trance y meditación fluir con el Universo. Podemos sentir la sonrisa espontánea, que nace como un cosquilleo en el cuerpo, respuesta a la alegría de nuestro ser. Podemos cerrar los ojos para dejarnos llevar y olvidar las tres dimensiones que limita nuestra materia.
Un baile bailado de corazón, de una mujer abierta y inspirada, no puede ser otra cosa que bella. Sólo con presenciar como conecta consigo mismo, la alegría de su sonrisa sincera, nos regala una satisfacción incomparable.
Prefiero mil veces ver a una alumna nueva atreverse a cerrra los ojos y dejarse llevar, intentando dar movimiento a la voz de su alma, antes que una bailarina profesional con una técnica impresionante, pero que baila sin corazón y alma, sin estar conectada y sin transmitir.
La Danza del Vientre es solo uno más, pero uno con la que muchas mujeres se sienten identificadas, ya que los movimientos del baile se han transformado durante miles de años para liberar y hacer girar la energía femenina. Sus movimientos ondulares y golpes de cadera se centran en el manantial de la energía fenemina y la energía sexual: la pelvis. Los movimientos suaves y serpentinos con los brazos conectan con el cielo y el Universo, ofrece y dirige la energía que penetra el cuerpo de la mujer danzando. A través de los pies descalsos que sacueden el polvo del suelo llega la energía de la Madre Tierra, y la vibración del shimmie la hace vibrar y cautiva todo alrededor. Cuando conocemos sus movimientos y bailamos fluidamente nos convertimos en pura energía femenina, una mujer danzando conectada con su ser interior y transportadora de la verdad de su alma.
Hace muchos años un amigo me dijo que cada persona debería aprender a tocar algún instrumento, bailar algún baile o hacer cualquier cosa creativa fluidamente, sin tener que pensar en lo que hace. Sólo entonces, cuando nuestro intelecto no está activo, y la mente se libera para sacar tono a tono, o movimiento a movimiento lo que la inspiración nos mande, sólo entonces podemos darle voz a los deseos y verdades de nuestra alma. Por ello es importante que primero aprendamos los movimientos, la base, la grámatica del idioma que queremos usar para expresarnos, para luego bailar fluidamente sin pensar, dejarnos llevar y liberarnos de todo lo que hemos aparendido.
Muchas veces olvidamos el verdadero fin de nuestro baile, y damos más importancia en tener un traje bonito o bailar una coreografía preparada correctamente sin fallar. Nos pintamos los ojos, nos adornamos, todo para que el resultado sea perfecto. Pero bailamos sin alma. Es como el pintor que deja de pintar lo que siente necesidad de expresar, empieza a pintar para complacer a los compradores. Bailamos los movimientos que hemos aprendido, con gracia y una sonrisa bonita, el público aplaude y disfruta. Pero no les hemos transmitido nada. No les hemos contado nuestra historia ni demostrado nuestro verdad. Pero peor todavía, no hemos sentido nada. A parte de los nervios, de estar contentos por lo que salió bien, y los aplausos, no hemos sentido nada.
Cuando bailamos conectadas tenemos la oportunidad de sentir y experimentar muchas cosas. Podemos crecer, cambiar, llegar a conocernos un poquito mejor. Podemos experimentar hasta dónde la inspiración nos puede llevar ese día, liberarnos para en estado de trance y meditación fluir con el Universo. Podemos sentir la sonrisa espontánea, que nace como un cosquilleo en el cuerpo, respuesta a la alegría de nuestro ser. Podemos cerrar los ojos para dejarnos llevar y olvidar las tres dimensiones que limita nuestra materia.
Un baile bailado de corazón, de una mujer abierta y inspirada, no puede ser otra cosa que bella. Sólo con presenciar como conecta consigo mismo, la alegría de su sonrisa sincera, nos regala una satisfacción incomparable.
Prefiero mil veces ver a una alumna nueva atreverse a cerrra los ojos y dejarse llevar, intentando dar movimiento a la voz de su alma, antes que una bailarina profesional con una técnica impresionante, pero que baila sin corazón y alma, sin estar conectada y sin transmitir.
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